VÉRONIQUE, LA HERMANA CONVERSA DE
BERNARD-HENRI LÉVY, NO VE ALTERNATIVA A LA FE
Véronique Lévy, de origen judío, fue bautizada en 2012 en la catedral de
Notre Dame de París, con la asistencia de su hermano, Bernard-Henri Lévy.
Véronique Lévy,
procedente de una familia judía no practicante, escuchó hablar de Jesucristo
desde muy pequeña, y vivió durante muchos años en una expectativa de fe
cristiana que solo se plasmaría el Domingo de Pascua de 2012, con su bautizo en la catedral de
Notre Dame de París.
Es hermana de Bernard-Henri Lévy, uno de los referentes
intelectuales de la izquierda francesa en las últimas décadas, lo que dio mayor
relevancia pública a una conversión que tiene entidad propia más allá de esa
circunstancia personal. Véronique ha escrito desde que es católica tres libros,
todos ellos en clave espiritual y mística: Montre-moi ton visage
[Muéstrame tu rostro], Adoration [Adoración] y un tercero de título
llamativo: Jésus-Christ ou les robots
[O Jesucristo o los robots], una alternativa sobre cuyo sentido la interroga Christophe Geffroy, director de La Nef:
-Su
libro tiene, de entrada, un título intrigante: ¿por qué o Jesucristo o los
robots?
-Este
título es radical como la revolución solar que fue mi encuentro con el Señor.
Es la Llamada original, la extraña profecía que me anunció una niña que tenía
mi edad: "Cree en Jesucristo, porque si no los
robots te secuestrarán". Yo tenía tres años. El sentido
apocalíptico de esta frase fue un misterio hasta mi conversión. Pero Dios,
escondido en la actualidad del mundo, en sus crisis, sus tragedias, de repente
rasgó el velo: sólo hay una
elección y es urgente... ¡la fe! No hay otra alternativa. Si el hombre
rechaza a Cristo, que vino y viene de nuevo a visitarle en su carne y en la
carne del mundo, entonces es una carne abandonada, huérfana de su eternidad,
prisionera de un desastre... una carne en serie sometida a los algoritmos
financieros, a los brujos de la genética, a los maestros de los robots, a los
ídolos del consumismo y de la guerra.
»¿Va a malvender la humanidad su libertad en aras de las especulaciones
de aprendices demiurgos? Este
libro es, a la vez, un grito y un canto de amor. Es un combate en el que ya
aparece la Esperanza. Atravesar la noche del mundo para encontrar una nueva
aurora. Estamos ya en una guerra tan perniciosa como invisible, total -¡una guerra de significado!-, que se insinúa en
el corazón del genoma para borrar el rostro humano. La negación de
Dios es la negación del hombre, de Su Verbo hecho carne en la carne de nuestra
humanidad, Ecce Homo
crucificado a un humanismo sin Dios...
Por desgracia, como decía Dostoyevski, "Si Dios no existe, entonces todo está
permitido".
-Su diario revela una inquietud ante los errores de nuestras sociedades
nihilistas: ¿por qué interpela usted, de manera concreta, a una femen, a un
yihadista y a un rapero?
-Un
cristiano es un soldado en el frente de la guerra Santa, la del Amor. Es un resistente,
una persona que se despierta, un revolucionario. Está de pie ante el cráter de
los volcanes activos, no para extinguir la lava, sino para abrazarla en la
Verdad de Cristo y transfigurarla. Si el rap desgarra la rugosidad del
cuerpo ficticio de un mundo aséptico, es para revelar sus paradojas. Las femen
son el producto certificado de una sociedad enferma por la nada, sometidas a lo
que ellas creen que están combatiendo. Los yihadistas se han
perdido en los agujeros oscuros de una civilización que se ha construido contra
el Dios que es Amor, después de haberlo arrancado de sus calvarios, de sus
plazas, de sus municipios.
»Por desgracia, Babel Babilonia ha sacrificado la universalidad
cristiana a la uniformidad; la identidad de las naciones a la indiferencia; a
la unidad ha preferido claramente los comunitarismos y, a la imagen de Dios, ya
no la efigie de César, sino el código de barras de la eficacia o la
rentabilidad... Entonces,
seamos la sal de la tierra para que los engranajes de los sistemas
descarrilen... Si no acudimos a la cita con los sedientos, con
los hijos de la cólera, con los condenados por el odio y la violencia, con los
embriones, con los que no tienen voz, con nuestros hermanos más olvidados y
frágiles, seremos pisoteados.
»El Señor nos ha advertido: si seguimos sordos a su llamada, en la que nos
espera la Sed terrible de Cristo, pasaremos por la puerta de Su Justicia. Sí, en este libro persigo los rostros
de los desesperados, radicalizados por el rechazo de una sociedad que los ha
vomitado. Los
expongo a la luz de otro sol, en el que Dios les murmura: "Adán, ¿dónde estás? Caín, ¿qué has hecho?".
-Usted insiste sobre la importancia de los valores cristianos que han
dado forma a Francia. En su opinión, ¿hay signos de esperanza y de recuperación
al respecto?
-Francia
nació de las fuentes bautismales y del triunfo de los reyes; Francia y
la Iglesia fueron tejidas la una a la otra al inicio de su historia común...
carne de Su Carne, huesos de Sus Huesos... ¡Es una
Alianza Santa! Si la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, Francia es Su
Rostro: de misericordia, de piedad. Ella vela sobre los desgarros del mundo,
por una libertad que procede sólo de la Verdad. Su vocación universal es
sacerdotal: si renuncia a ella es como si se arrancara el corazón. La
manifestación de la Marcha por la Vida, la de los chalecos amarillos,
son testigos de una Francia muy real, que se subleva con una sana cólera que es
el despertar de una Esperanza. De una fraternidad. Encarnada. Resucitada.
En una
entrevista promocional de su nuevo libro, Véronique Lévy expresa su convicción
sobre la identidad católica de Francia.
-Su diario está salpicado de misticismo: ¿no será que como cristianos
somos muy tímidos cuando nos comprometemos, que dejamos poco espacio a Dios en
nuestras vidas?
-¡Sólo
hay una audacia! Revelar al mundo la huella de su Presencia, volver a sembrar
el mundo con Su eternidad. En el
corazón de su violencia, en lugar de su rechazo, hay que poner al niño, el Don; volver a tejer en el corazón del caos y de la
sangre y de las lágrimas Su Rostro, Su Perdón, para recuperar el mundo hacia el
Amor. La verdadera revolución es esta recuperación. Los demás se han perdido en
el espejismo de las distopías, de los totalitarismos. De todas las regresiones.
La
novedad incondicional es el Evangelio.
Traducción de Elena Faccia Serrano.
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