La fidelidad es la
alegría de compartir con alguien la propia vida.
Fuente: encuentra.com
Vivir la fidelidad se traduce en la alegría de
compartir con alguien la propia vida, procurando la felicidad y la mejora
personal de la pareja.
La fidelidad es un valor fundamental. Ya hemos escrito antes del valor
de la lealtad que se aplica muy directamente con amigos, amistades, familiares
y compañeros de trabajo. Sin embargo la fidelidad como valor se aplica más
directamente a las relaciones de pareja entre novios y entre esposos, y hoy
hemos querido profundizar en este tema, porque no es necesario sufrir la
infidelidad de la pareja para entender que este es un valor fundamental.
EL EGOÍSMO Y EL
PLACER IMPIDEN TENER UNA RELACIÓN SANA.
Alcanzar el verdadero y único amor es la aspiración más noble del
hombre, sin embargo, el egoísmo y el placer se han convertido en dos gigantes
que impiden tener una relación sana, estable y de beneficio para las personas.
Hacer conciencia y robustecer el valor de la fidelidad, es una necesidad que
nos apremia en beneficio de nosotros mismos, la familia y la sociedad entera.
La fidelidad es el íntimo compromiso que asumimos de cultivar, proteger
y enriquecer la relación con otra persona y a ella misma, por respeto a su
dignidad e integridad, lo cual garantiza una relación estable en un ambiente de
seguridad y confianza que favorece al desarrollo integral y armónico de las
personas.
LA FIDELIDAD ES
ANTERIOR A LA RELACIÓN MISMA
Por extraño que pueda parecer, la fidelidad es anterior a la relación
misma; debemos conocer y descubrir realmente lo que buscamos y estamos
dispuestos a dar en una relación. La rectitud de intención nos ayudará a
superar el egoísmo y hacer a un lado los intereses poco correctos.
Así, una relación está destinada al fracaso por desvirtuar el propósito
de la misma: Esto sucede con quien busca un joven apuesto o una chica hermosa
para satisfacer la propia vanidad o la búsqueda de placer; peor aún si se
pretende a través de esa relación, alcanzar una mejor posición social y un
interés económico. Poco futuro tiene esa pareja cuando alguna de las partes no
ha entendido que debe haber disposición para compartir, comprender y colaborar
al perfeccionamiento personal del otro.
Podemos afirmar que el egoísmo es el mayor peligro para cualquier
relación. Aunque no siempre aparece a primera vista, podemos observar que
algunas personas se dejan llevar por todo lo que es novedoso: ropa, autos,
aparatos…; con el consecuente cumplimiento de sus caprichos, buscando el placer
en la comida, la bebida, el sexo y la diversión.
Estas personas están en constante peligro de faltar a la fidelidad en
cualquier momento, porque su vida está orientada a la novedad, al cambio y a la
búsqueda de nuevas experiencias y satisfacciones. Ser fiel cuesta trabajo
porque no existe la disposición a dar y a darse. ¿Cómo
esperar que una relación no sea aburrida al poco tiempo? ¿Cómo pretender que se
eviten nuevas experiencias? Vencer al egoísmo, al placer y a la
comodidad con una conducta sobria, garantiza nuestro crecimiento personal, y
por ende, el de cualquier relación.
LA FIDELIDAD NO ES
EXCLUSIVA DEL MATRIMONIO.
Es indispensable en el noviazgo porque no hay otra forma de aprender a
cultivar una relación y hacer que prospere. No está mal que los jóvenes
conozcan a distintas personas antes de decidir con quién sacar adelante su
proyecto de vida, pero debe hacerse bien, sin engaños, procurando conocer
realmente a la persona, dando lo mejor de sí mismos, teniendo rectitud de
intención en sus intereses, eso es noble, correcto y sobre todo, leal.
También debemos ser cautelosos en nuestros afectos y tratar con
delicadeza y respeto a las personas del sexo opuesto, máxime si ya tenemos otra
relación o un compromiso con alguna persona en particular. Una cosa es la
cortesía y el trato amable, otra muy diferente los halagos, las excesivas
atenciones y la comunicación de sentimientos e inquietudes personales; estos
intercambios hacen crecer un afecto que va más allá de la amistad y de la
convivencia profesional porque se involucra a la persona en nuestra vida, en
nuestra intimidad y siempre tendrá la misma consecuencia: faltar a la fidelidad. Por eso, es necesario ser
muy cuidadosos con nuestro trato en la oficina, la escuela, con los familiares
y en todos los lugares que frecuentamos.
La fidelidad no es atadura,
por el contrario, es la libre expresión de nuestras aspiraciones, nos colma de
alegría e ilumina cotidianamente a las personas. Una buena relación posee una
serie de características que la hacen especial y favorecen a la vivencia de la
fidelidad, pero deben cuidarse para que no sean el producto de la emoción
inicial:
- Existe el interés por estar al lado de la
persona, se procuran detalles de cariño y momentos agradables.
- Constantemente se hace un esfuerzo por congeniar
y limar las asperezas, procurando que las discusiones sean mínimas para lograr
la paz y la concordia lo más pronto posible.
- Se da poca importancia a las fallas y errores de
la pareja, hacemos todo lo posible por ayudar a que las supere con comprensión
y cariño.
- Somos cada vez más felices en la medida que se
"avanza" en el conocimiento de la persona y en la forma en la que
corresponde a nuestra ayuda.
- Compartimos alegrías, tristezas, triunfos,
fracasos, planes… todo.
- Por el respeto que merece nuestra pareja, cuidamos
el trato con personas del sexo opuesto, con naturalidad, cortesía y delicadeza;
que a final de cuentas, es el respeto que tenemos por nosotros mismos.
La fidelidad no es sólo la emoción y el gusto de estar con la pareja, es
la lucha por olvidarnos de pensar únicamente en nuestro beneficio; es encontrar
en los defectos y cualidades de ambos la oportunidad de ser mejores y así
llevar una vida feliz.
Sin lugar a dudas, cuando somos fieles podemos decir que nuestra persona
se perfecciona por la unión de dos voluntades orientadas a un fin común: la felicidad del otro. Cuando este interés es
auténtico, la fidelidad es una consecuencia lógica, gratificante y
enriquecedora.
Vivir la fidelidad se traduce en la alegría de compartir con alguien la
propia vida, procurando la felicidad y la mejora personal de la pareja,
generando estabilidad y confianza perdurables, teniendo como resultado el amor
verdadero.
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