miércoles, 6 de febrero de 2019

MÁS VALE PREVENIR QUE LAMENTAR


¿Por qué no valoramos de igual manera todos los esfuerzos que se hacen en favor de la “prevención” de la guerra, del hambre, de los conflictos?

Saliéndose de todos los pronósticos, han otorgado el Premio Nobel de la Paz al profesor Rastbald. Nadie pensaba que él y la organización que dirige desde hace más de 50 años, llamada “Conferencia de Pugwash”, recibiera el galardón. En la lista de candidatos figuraban políticos que habían trabajado activamente en la resolución de conflictos; también personas que llevaban a cabo grandes labores humanitarias en países con graves dificultades, organizaciones internacionales dedicadas a la denuncia de injusticias inhumanas, etc. Ante esta lista de candidatos dedicados activamente a trabajar en pro de la paz en medio de guerras y conflictos, nadie pensaba que la academia de Oslo pudiera valorar, hasta el punto de darle el Nobel, a una institución que trabaja en la prevención y concienciación en el campo de las armas nucleares.

Todos alabamos las grandes acciones humanitarias que se llevan a cabo en pro de la paz. Nos interpela que personas jóvenes, y no tan jóvenes, dejen las comodidades de sus casas, sus estudios, su trabajo, y se vayan a lugares lejanos donde hay miseria, donde hay hambre, guerra… y sean solidarios con su tiempo, con sus manos, en fin, con su misma vida. Con su actitud, trabajan por la paz, y son tantas veces anónimos. Esto nos conmociona; lo aplaudimos y alabamos. Muchas veces son ejemplo para nosotros.

Sí; es importante que las personas corramos, nos levantemos de nuestra cómoda situación y vayamos a ayudar, a socorrer a los que están en situaciones límite. Pero si sólo nos fijamos en esto, si sólo valoramos estas acciones que nos “tocan” el corazón por su cercano y tangible humanitarismo… estaremos toda la vida mandando convoyes humanitarios, barcos cargados de comida, toneladas de ropa, de semilla, aviones con médicos, enfermeras…

¿Por qué no valoramos de igual manera todos los esfuerzos que se hacen en favor de la “prevención” de la guerra, del hambre, de los conflictos? Idiotizados por los medios de comunicación social, nos interpelan las imágenes de una niña, por ejemplo, muriéndose en un orfanato chino, los documentales de los campos de refugiados en Ruanda o los programas televisivos sobre desaparecidos.

Sin embargo, cuando alguien nos habla de valores humanos, de concienciación, de trabajar en la difusión de actitudes que favorezcan una sociedad más en paz, en honda hermandad… con frecuencia los comentarios que hacemos son tales como: “Eso es música celestial, utopías, pamplinas y ñoñerías”. No es tangible, ni tiene imágenes espeluznantes que nos desgarren el corazón… parece que por esta razón no tuvieran interés.

¿Hasta dónde habremos de llegar para que nos demos cuenta de que hay que poner remedio a las raíces profundas de los conflictos?

La autora es Asistente Social y ha trabajado en distintas instituciones en pro de la paz.
www.cartadelapaz.org 
María Viñas Pich

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