La sociedad ha ido alimentando
la hiperpaternidad o, lo que es lo mismo, la obsesión de los padres
porque los hijos alcancen unas habilidades académicas específicas que
garanticen una buena profesión futura. Se nos olvida, como sociedad y como
educadores, que los niños no definen su valor por sus notas escolares.
Como
consecuencia, al no cejar en nuestro empeño de priorizar los resultados
académicos, estamos descuidando las habilidades para la vida. Nuestros
hijos son pequeñas personas que no se definen por sus logros o sus fracasos,
sino por ser ellos mismos, únicos por naturaleza.
Como
adultos somos responsables de ofrecer a los niños recursos emocionales y
sociales que les permitan vivir en un entorno mucho más saludable tanto interno
como externo.
ES MÁS FÁCIL CRIAR
NIÑOS FUERTES QUE REPARAR ADULTOS ROTOS
En este
sentido para garantizar el bienestar infantil y adolescente, es
necesario fortalecer psicológicamente a los niños y prepararles para hacer
frente a las dificultades emocionales e interpersonales que acompañan de manera
intrínseca a la vida cotidiana.
Porque al
fin y al cabo la vida no es sólo lo que transmiten los cuentos de hadas y
esto es algo que debemos tener muy presente en la crianza de nuestros
pequeños. Solo así les daremos habilidades para minimizar el malestar
y prevenir los problemas psicológicos que se derivan de las propias
dificultades vitales.
Esto les
ayudará a crecer sanos y a desarrollar una personalidad saludable que se
enfoque en el bienestar y en la calidad de vida. Así, las
bases de este mismo fortalecimiento se asientan en 3 pilares:
- El equilibrio emocional.
- Las relaciones
interpersonales satisfactorias.
- El desarrollo
personal-profesional.
La niñez
es una etapa crucial para adquirir y desarrollar las competencias
psicológicas que permiten una evolución favorable de estos tres pilares de
nuestro bienestar. Sin embargo, como venimos comentando, como
sociedad primamos en nuestros niños el desarrollo de competencias académicas,
olvidándonos de ayudarles a pensar, sentir y actuar de forma más beneficiosa.
«A lo largo de la vida resultan esenciales una mayor autoconciencia, una
mejor capacidad para dominar las emociones perturbadoras, una mayor
sensibilidad frente a las emociones de los demás y una mejor habilidad
interpersonal, pero los cimientos de estas aptitudes se construyen en la
infancia».
-Daniel Goleman-
LA ASIGNATURA DE SU
VIDA MÁS IMPORTANTE NO SON LAS MATEMÁTICAS
La
asignatura más importante en la vida de nuestros niños no son las matemáticas
ni las ciencias o la lengua sino su capacidad para adaptarse al entorno,
manejar sus relaciones, sus emociones y sus pensamientos. Para esto es
principal que la educación empiece por nosotros.
O sea que
si queremos ayudar a nuestros pequeños a gestionar su enfado, no podremos
hacerlo si explotamos cada vez que algo no nos gusta. Del mismo modo, si no
estamos bien, no educaremos de la forma correcta. Por ejemplo, no
conseguiremos calma y motivación en nuestros niños si tenemos altos niveles de
estrés y de frustración.
No
medir el afecto es esencial para transmitir amor a nuestros niños; el
exceso de afecto no los consiente, lo hace el hecho de darlo tras episodios
negativos de mala conducta. No es adecuado reforzar la desmotivación ante las
tareas escolares pero sí que lo es no apoyar al niño cuando comprende la enseñanza
del error de no hacer los deberes o no estudiar. Además
es importante que destaquemos que:
- Es adecuado dar afecto
físico; es decir, abrazos, besos, caricias, miradas…
- Debemos elogiar los logros
de los niños de manera correcta.
- Debemos estar dispuestos a
ver y responder a las necesidades emocionales de los niños.
- Debemos proporcionar un
refugio seguro en el que el niño sienta nuestro apoyo.
Es clave
que nos interesemos por sus motivaciones, intereses y
preferencias. Asimismo, es importante que nos impliquemos en la escuela y
que evitemos entrometernos en la vida de los niños de manera crítica y
desafiante.
Pero,
sobre todas las cosas, no podemos definirnos en base a las notas escolares.
Ellos no son listos o tontos ni buenos ni malos, son ELLOS en esencia y con libertad.
Por Gema Sánchez Cuevas
lamenteesmaravillosa.com
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