jueves, 21 de febrero de 2019

MARÍA ENSALZÓ LA DIGNIDAD DE LA MUJER


La devoción a la Santísima Virgen, como vía para llegar a Nuestro Señor, ha tenido una influencia decisiva en la Historia hasta tal punto que no se puede entender el mundo sin la profundísima huella, benéfica y amorosa, de María en el devenir de los tiempos.
Gracias a nuestra Madre del Cielo la figura de la mujer, tan maltratada en lo largo de la Historia, ha recobrado toda la dignidad y esplendor que merece. Nadie ha hecho más que María y la Iglesia por dignificar la figura de la mujer.
En esta entrevista el historiador D. Rafael María Molina Sánchez repasa el penoso papel que tuvo la mujer en las civilizaciones antiguas. Y analiza como la colosal figura de María y su culto marcó un punto de inflexión para dignificar a la mujer y mejorar radicalmente sus condiciones de vida.
¿Hasta qué punto ha sido importante la devoción a la Santísima Virgen para ensalzar la dignidad de la mujer en la sociedad?
La devoción a María supuso una auténtica revolución en cuanto a la consideración legal y social de la mujer. Es un hecho que tristemente ha pasado por alto a muchos historiadores, pero que es una realidad absolutamente innegable.
En la Antigüedad la situación de la mujer era durísima y su dignidad era continuamente ultrajada en casi todas las civilizaciones. La poligamia y el repudio (únicamente del hombre hacia la mujer) se hallaban ampliamente extendidos, siendo singularmente frecuentes ambos fenómenos en Persia o el antiguo Egipto, por ejemplo. Lo mismo ocurría en la mayor parte de Asia y en China.
¿Cuál era la situación de la mujer en el mundo clásico?
Era bien triste, pues en realidad, la forma más frecuente de matrimonio en la Antigüedad era por compra, como ocurría en la Antigua Grecia. Según Herodoto éste era también el sistema habitual en Asia. En Galia y Germania la mujer estaba obligada a sacrificarse en la tumba de su esposo, incluyendo muchas veces la muerte en la hoguera.
Aristóteles explica que en los pueblos bárbaros las mujeres eran iguales a los esclavos, confinados a los trabajos más penosos y compradas como ellos. Incluso en la culta Atenas era legal el adulterio únicamente masculino.
En la antigua Roma, considerada la gloria del mundo Antiguo, la condición femenina no era mucho mejor. Sempronio repudió a su mujer por haber ido a los Juegos sin su consentimiento. El historiador Flavio Josefo cuenta que repudió a su mujer, madre de sus tres hijos, porque no le gustaban sus modales. Plutarco explica que la pérdida de la belleza física de las mujeres a causa de la edad o por un aumento súbito de peso era causa para el repudio en multitud de casos.
En la antigua Grecia el célebre dramaturgo Esquilo llama a las mujeres “criaturas insoportables”. Y el célebre médico Hipócrates decía que la mujer “es perversa por naturaleza a la vez que incapaz e imbécil”.
Explíquenos cómo el cristianismo transformó por completo este tristísimo panorama…
Las mujeres estaban presentes acompañando a Jesús y cuidaban de su sustento. Jesús siempre fue muy amable con las mujeres. Voy a citar algunos pocos ejemplos: se compadece de la adúltera y evita su lapidación, secó las lágrimas de la viuda de Naim resucitando a su hijo, conversa amistosamente con la Samaritana y restituye la dignidad a María Magdalena.
Los Evangelios narran como mientras los apóstoles huían del Calvario, las mujeres permanecían al pie de la cruz. Fueron al sepulcro a honrar su cuerpo. Fueron las primeras en recibir la excelsa noticia de la Resurrección.
El ejemplo excelso de humildad, fe y amor de la Santísima Virgen inspiró profundamente a las mujeres de los primeros tiempos del Cristianismo, que aceptaron con resignación en muchas ocasiones el martirio y también aceptaron morir antes que sufrir ataques contra su virginidad o su virtud.
Los hechos de los Apóstoles nos hablan de mujeres célebres por sus limosnas y obras de caridad como Tabita, Fabiola, Domitila o Eustaquia. Estas mujeres restauraron la auténtica dignidad de la mujer y contrarrestaron el mal ejemplo de emperatrices y grandes damas derrochadoras, frívolas y crueles.
Ilustres Padres de la Iglesia como San Agustín, San Juan Crisóstomo o San Basilio fueron convertidos por la influencia y la oración de mujeres, como Mónica o Emilia.
Concretamente, ¿Cómo la Santísima Virgen ennobleció a todas las mujeres que quisieron imitarla?
Lo hizo con las coronas del pudor, de la virtud y de la humildad. La Santísima Virgen fue elevada al rango de Madre de Dios y Madre nuestra. Fue coronada como Reina y Señora de todo lo creado. Todo ello precisamente por su humildad. La figura de la Virgen siempre ha conmovido profundamente a la humanidad y ha otorgado a la mujer la dignidad que merece.
En el matrimonio cristiano la mujer recobró toda su dignidad como ser humano al mismo nivel que el varón y fue reconocida como el pilar de la familia.
Es triste y lamentable que esta evidencia histórica hoy sea negada o menospreciada por muchos en el mundo contemporáneo. Pero sigue siendo la verdad histórica. Autores piadosos del pasado siglo como Joaquín Pérez Sanjulián y otros muchos lo tenían muy presente.
Si se salva la mujer se salva la familia y si se salva la familia se salva la sociedad”.
Javier Navascués Pérez

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