Hoy, 23 de enero, va a haber
movilizaciones en Venezuela. Me uno con todo mi corazón a los ciudadanos para
que esas manifestaciones se les vayan de las manos al gobierno. Ojalá que
estemos al borde del desbordamiento. Que pasado mañana, el jueves, podamos
comentar gozosos: “¿Quién iba a pensar que el miércoles
era el día, el día que tanto habíamos esperado?”.
Ciudadanos, salid a las calles.
Protestad contra ese Vampiro Máximo que os ha draculizado. Que hoy sea el día
en que, por fin, los soldados se nieguen a disparar sobre el Pueblo. Que hoy
sea el día en que los sargentos se nieguen a obedecer a los coroneles, y que los
coroneles se nieguen a obedecer a los generales. ¿Cómo
puede haber un solo hombre recto que obedezca a este neocomandante de un
Auschwitz extenso como una nación?
Dictadorzuelo cuando veas, como
Macbeth, al gran bosque de Birnam venir directamente hacia ti, ya no habrá nada
que negociar. Macduff, en la obra de Shakespeare, le gritó al sanguinario rey:
—¡Entonces ríndete, cobarde! y vive para ser la mofa y el baldón de los tiempos! Te tenemos ya, y te pondremos, como esos monstruos pintados en un cartelón, con un letrero debajo: "Aquí podéis ver al tirano".
—¡Entonces ríndete, cobarde! y vive para ser la mofa y el baldón de los tiempos! Te tenemos ya, y te pondremos, como esos monstruos pintados en un cartelón, con un letrero debajo: "Aquí podéis ver al tirano".
Pero no, Maduro, no tendrás un final épico de obra de teatro. Una hiena como tú, no. Tarde lo que tarde en alcanzarte el castigo divino, tendrás un final como tu vida: un final miserable.
Pero, venezolanos, recordar que no importa lo débil que sea un monstruo: sin Dios no os podréis librar de él. Volveos a Dios, implorad, rogad la misericordia divina.
No os pido que hagáis nada contra la Ley de Dios. No os pido que matéis ni hagáis nada de lo que os avergoncéis. Usad las armas espirituales y Dios se encargará de todo. Si Dios determina la hora y dice "¡ya!", su misma guardia pretoriana lo encarcelará, sus hombres de confianza serán sus traidores, sus generales se tornarán sus enemigos.
Venezolanos, hoy pedid a Dios y echaos a la calle y gritad. Gritad tan alto que los cimientos de Macbeth se derrumben antes de que acabe el día.
P. FORTEA
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