Según trescientos o cuatrocientos
vídeos de Youtube, ya ha quedado probado que hay un plan illuminati para poner a un jesuita en la Casa
Blanca como primer monarca de esa república. Será un jesuita comme il faut,
con sotana, birreta y cara de leyenda negra española. Un Torquemada no tan
diestro en el arte del potro, como del uso de la CIA.
Toda la aparente apertura del
Vaticano, en realidad, es una añagaza para coger desprevenidos a los pobres
evangélicos de Estados Unidos. Como el que abre un tarro de cristal con miel y
lo cierra de golpe y a traición después. A ellos será a los primeros a los que
les pondremos el chip.
El papa Francisco no sonrió a
Trump para que no se descubriera el pastel. Todo pactado. Bien sabemos que
cuando a alguien le sonríe menos es que le ama más. Pero no se privó de hacerle
cuatro o cinco gestos secretos al apretarle la mano. Incluso cuando se rascó la
nariz era un gesto illuminati. Especialmente
ese gesto era el más illuminati de todos.
P. FORTEA
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