miércoles, 23 de enero de 2019

(235) ACTUALIDAD DE NTRA. SEÑORA DEL BUEN SUCESO (ECUADOR)


Desde hace casi un año, al regresar del I Encuentro de Formación Católica de Ecuador celebrado en abril de 2018, traía pendiente un post sobre una aparición de Nuestra Señora en esa querida nación que nos ha conquistado para siempre el corazón.
Hoy, que con gran pesar debemos resignar por el momento nuestra esperanza a seguir organizando los Encuentros en Quito, volvemos la mirada nuevamente a Ella, y tratamos de saldar aquí nuestra deuda, compartiendo con nuestros lectores la maravillosa historia de Ntra. Señora del Buen Suceso.
Vista la impresionante actualidad de sus profecías y advertencias se comprende muy bien que se haya procurado silenciarla bajo un manto de olvido, tal como sucedió en La Salette o en Akita, “continuación de Fátima” según afirmara el entonces Card. Ratzinger.
Providencialmente, un día como hoy, 16 de enero pero de 1599, Nuestra Señora manifestaba que Ecuador sería una república libre, anticipando casi tres siglos el futuro gobierno católico del brillante estadista y verdadero mártir Gabriel García Moreno, que bien debería ser propuesto como patrono de la Doctrina Social de la Iglesia, activándose su  proceso de canonización.
Hoy, que la “maldita secta” (como llama la Sma. Virgen a la Masonería) se enseñorea insolente en las legislaciones de tantas naciones cristianas, urge tener muy presentes las advertencias de la Reina del universo para no bajar las banderas de Cristo Rey y seguir dando testimonio en todos los órdenes de nuestra vida donde es soslayado o directamente negado.
Destacamos la aparición del 2 de febrero de 1634, en la cual “…La luz del santuario se apagó. La Virgen explica a la madre Mariana de Jesús, que esto representa a la Iglesia del siglo XX, y explica los cinco significados de aquel acto simbólico: según Nuestra Señora, la luz que se apaga representa en primer lugar, la difusión de herejías en el siglo XIX y XX que apagarán la preciosa luz de la fe en las almas.
En segundo lugar, la gran catástrofe espiritual en el convento y, por extensión, de toda la Iglesia.
Tercero, la gran impureza que saturará la atmósfera. ‘Como un mar sucio, inundará las calles, las plazas y los puestos públicos con una sorprendente libertad -dijo-. Así, no habrá almas vírgenes en todo el mundo’.
En cuarto lugar, la corrupción de la inocencia de los niños y la crisis del clero.
Quinto, la pereza y la negligencia de los que serán testigos al observar su Iglesia oprimida y perseguida y el triunfo del demonio, sin emplear sus riquezas para atacar el mal y restaurar la fe.”
Mª Virginia Olivera

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