En su blog de siempre, Creative Minority Report, Patrick Archbold, el colaborador de 1P5 y
de Remnant,
ha escrito un artículo dividido en cinco partes sobre
“promover” el cisma en la Iglesia. Algunos
de ustedes van a querer leerlas todas, pero me gustaría ofrecerles una versión
resumida a modo de introducción.
En la primera entrega,
Archbold comienza con una cita atribuida al Papa Francisco en 2016 –sobre la
que informamos aquí— en la
que supuestamente dijo, “No hay que excluir
que pueda entrar en la historia como el Papa que dividió a la Iglesia
Católica.”
“Esta cita”, escribe
Archbold, “es de Der Spiegel. Pero es
el corresponsal del Spiegel en
Italia, Walter Mayr, quien presenta esa declaración como autocrítica. Basándome
en todas las pruebas hasta la fecha y en lo que creo pudiera venir, sospecho
que se trata de una mala interpretación de la declaración. El Papa no estaba
siendo autocrítico, estaba contándonos su plan”.
ESTABA CONTÁNDONOS SU PLAN.
Durante
años, parece que algo de lo que muchos comentaristas católicos no han sido
conscientes al tratar de entender el papado actual es que las meteduras de
pata, los errores bien intencionados, las irregularidades e incluso la absoluta
incompetencia no explican el fenómeno Francisco.
LA
INTENCIONALIDAD LO EXPLICA.
No puedo
leer los corazones y las mentes, y ciertamente no puedo leer las almas. Pero
puedo decir dónde apunta la evidencia. Y todos los indicios que he observado
muestran que Jorge Mario Bergoglio, el hombre que llegó a ser el Papa
Francisco, examina a la Iglesia Católica tal como se encuentra ahora con las
ideas de destrucción y reconfiguración en el primer plano de su pensamiento.
Archbold
utiliza como punto de partida las manipulaciones evidentes en los dos Sínodos
de la Familia, además del hecho consumado, meridianamente claro, que fue
el Sínodo de la Juventud del pasado octubre. Archbold escribe: No sólo eliminaron todas las reglas de antemano y llenaron el
Sínodo de gente maleable, sino que en realidad publicaron un documento sinodal
que trataba sustancialmente de un tema del que ni siquiera se trató en el
Sínodo, la sinodalidad en sí misma. Debemos concedérselo: son los herejes
pasotas. Simplemente no les importa.
Archbold
argumenta que la intensificación de maniobras en el Sínodo se produjo en
respuesta directa a los “católicos fieles” que
han hablado “muy claramente y les han causado más
problemas de los que están dispuestos a soportar”. Sí, está hablando de
usted y de mí, entre otros. Su tesis es que la Iglesia “ha
estado de facto en un estado de cisma durante algún tiempo”, pero si
bien los que rechazan la enseñanza de la Iglesia se negaban a irse, ahora “están a cargo”.
“Ellos no querían hacer su propia Iglesia”, escribe Archbold. ´´Querían la nuestra.
Ahora tienen el poder y lo usan”.
La
pregunta que engloba todo es la siguiente: ¿cómo se
deshacen de los católicos que se les oponen? O, más concretamente, ¿cómo
convertir un cisma de facto en uno real?
En la segunda parte,
Archbold argumenta que los que tienen ahora el poder en la Iglesia “han estado
implementando mecanismos que no darán cuartel a los católicos fieles”. Y por
‘no dar cuartel’, se entiende que:… están
dando una serie de pasos destinados a colocar a los católicos fieles,
especialmente a los católicos tradicionalistas, en el rincón donde ellos
quieren exactamente que estemos. En resumen, están ejecutando una serie de
jugadas de su libro de estrategias para poner a los católicos tradicionalistas
en una posición en la que deban capitular o ser desobedientes en algún grado.
Buscan la desobediencia.
Su teoría
es que este mecanismo –la desobediencia forzada– se empleará para “separar a los católicos tradicionalistas de la Iglesia”.
Él da ejemplos: los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, una visita
oficial sudamericana empleada para sacar a un obispo parcial a la Tradición que
había criticado a otros obispos de su región, la eliminación—nunca explicada
oficialmente– del obispo Martin Holley de Memphis (Holley parece creer que
fue un castigo por un desaire previo, del cardenal Wuerl, caído en
desgracia pero aún fuerte), la “visita y
destrucción” de los Petites Sœurs de Marie Mère du Rédempteur, quienes,
dice Archbold, “cometieron el doble delito de ser
un poco ‘demasiado conservadoras’ y poseer algunos bienes que el Obispo local
codiciaba”, así como la Orden soberana y militar de Malta.
PROBABLEMENTE
HAY MÁS QUE PODRÍAN AGREGARSE A LA LISTA.
“Ya sea una orden de inclinación tradicional”, escribe Archbold, “los moderadamente
conservadores, o incluso un obispo que no acepta el programa, el mensaje y el
método son claros: cuando quieren que te vayas, pueden hacer que te vayas”.
Recientemente,
directrices adicionales de Roma han hecho que sea aún más difícil para esas
personas recurrir cuando son tratadas injustamente. Incluso los obispos, tan a
menudo indicados por Francisco como aquellos que deben decidir en sus regiones,
ahora necesitan un permiso de Roma antes de erigir institutos de vida
consagrada en sus diócesis, algo que los obispos siempre han tenido la potestad
de hacer.
La tercera parte de
la serie de Archbold se centra en lo que se está haciendo con la vida
religiosa. Dice, citando a Hilary White,
que algunos de los cambios en las reglas introducidos por el Vaticano
recientemente señalan “el final de la vida
monástica contemplativa”. Cita a Hilary además
en referencia a la naturaleza vital de los religiosos enclaustrados, y vale la
pena repetirlo aquí: Una vez que se enclaustran, el
mundo se olvida de ellos. Pero la vida religiosa contemplativa es como las
mitocondrias de la Iglesia, la fuente de energía de la célula que hace que
todos los otros sistemas funcionen. Las mitocondrias son las más discretas y
ocultas de los orgánulos del cuerpo, y durante mucho tiempo su función no se
entendió completamente. Pero ahora sabemos que nuestras vidas dependen de la
salud de esta pequeña cosa secreta y oculta. Y la enfermedad mitocondrial
–cuando las mitocondrias no funcionan–es devastadora.
No iré al
nivel de detalle de Archbold, pero él destaca una serie de indicadores de que “al Papa Francisco claramente no le gustan las órdenes
contemplativas” y ha actuado en consecuencia. “La
vida monástica católica tradicional”, concluye, “está
acabada. No puede y no sobrevivirá a este ataque, si no cambia algo”.
Y no se
trata sólo de acabar con las cosas. Se trata de exterminar las que comienzan.
Piensen sobre esto: Poco a poco, han estado
destruyendo las vías para que los religiosos practiquen el catolicismo
tradicional. Simplemente no les están dejando a los católicos tradicionales con
vocación ningún lugar al que ir, excepto a donde ellos quieren que vayas. Están
cortando diligente y sistemáticamente todas las vías de escape. Esto es
fundamental para entender mi tesis sobre cómo pueden en un futuro causar la
división en la Iglesia, por la que el Papa Francisco ha
languidecido abiertamente.
La cuarta parte de
la serie trata sobre la “sinodalidad”, el
extraño y mal definido concepto que fue el principal punto del Sínodo de la
Juventud; un tema del que, como argumenta Archbold, ni siquiera se trataba en
el Sínodo. En lugar de intentar resumir, citaré aquí con más detalle: Los medios católicos
aprobados por el politburó le dirán que la sinodalidad tiene
que ver con descentralizar el gobierno de la Iglesia, para que sea más cercano
a la gente en forma de Conferencia episcopal. Esto, obviamente, no podría estar
más lejos de la verdad. En una increíble validación de la mentira, antes de que
se secara la tinta del documento del Sínodo sobre la sinodalidad, el Papa
intervino personalmente para castrar públicamente a la USCCB (Conferencia de
Obispos Católicos de los Estados Unidos) antes de que siquiera pensaran en
discutir inútilmente sobre el escándalo de abuso sexual. Fue todo un
espectáculo, incluso para observadores veteranos de la Iglesia. Para comprender
de qué se trata la presión hacia la sinodalidad, se debe observar el patrón descrito
anteriormente. En cada paso, han restringido el derecho de los obispos y otros
grupos a actuar por su cuenta y bajo su propia autoridad de forma que colisione
con el super-dogma del ‘Vaticano Segundismo’. La sinodalidad no tiene que ver
con dar más autoridad a las Conferencias episcopales, como se demuestra
innegablemente en Baltimore. Se trata de restringir la capacidad de cualquier
obispo individual para actuar por su cuenta. Se trata de asegurarse de que
ningún obispo ortodoxo extraviado pueda ser un bastión de la Tradición y un
espacio seguro para el catolicismo tradicional. No puede permitir que nuevos
grupos de religiosos se formen en su diócesis, no puede invitar a las monjas
tradicionales a que se instalen en su diócesis, y si hace algo demasiado
tradicional, recibirá una visita apostólica por el crimen de no llevarse bien
con su conferencia episcopal. Todo esto ha sido para cortar todas las vías de
escape a los católicos tradicionalistas.
Archbold
reconoce que esta última línea no es “totalmente
cierta”. Éste es el punto crítico: Algunas
vías de escape las dejarán abiertas. Abrí este ensayo con una cita de Sun Tzu,
“A un enemigo rodeado, debes dejarle una vía de escape”. Corta todas las vías
de escape menos una. Coloca a tus enemigos en un solo lugar haciéndoles creer
que no tienen otro lugar al que ir.
Archbold luego cita una historia que tratamos aquí hace
un par de semanas, en la que un obispo en la reunión de la Conferencia
Episcopal Italiana (CEI) en noviembre atacó al Summorum
Pontificum y su afirmación
de que la misa latina tradicional nunca fue abrogada y, por lo tanto, permitida
en todas partes.
Tal como
especula Archbold, este permiso universal para celebrar la Antigua Misa sin un
permiso del ordinario local o de Roma “es lo que se
debe eliminar. Esta es una escotilla de escape que simplemente no pueden
tolerar”. Continúa: ¿Cómo convertir un cisma de
facto en uno real? ¿Cómo consigues que los católicos fieles, vistos desde
fuera, aparenten estar en cisma? Para rodear al enemigo, debes cortar todas las
otras vías de escape. Debes conseguir que los católicos tradicionalistas y los
conservadores auténticos se encuentren todos en un lugar donde se sientan más
seguros, antes de asestar el golpe… Creo que tienen la intención de acabar con
Summorum Pontificum y el derecho individual de los sacerdotes a decir la Misa y
obligar a todos los católicos tradicionalistas a una o unas pocas fuentes
aprobadas, tal vez la FSSP y la ICRSS o alguna preparada comisión Ecclesia Dei,
si no pueden cerrar el acuerdo sobre la FSSPX.
Archbold
llama a esto “la olla de miel, el lugar para reunir
a todos los recalcitrantes bajo un mismo techo, donde esperen el golpe de
gracia”. En su quinta y última parte de
la serie titulada “La Caída del Martillo”, Archbold
describe cómo ve que esto suceda. Él cree que Roma “nos
regresará a la era del indulto y nos
consolidará en algunos grupos”.
Continúa:
Afirmarán, y sus hermanos aduladores en los principales medios de
comunicación católicos lo repetirán, que esto no es un movimiento
anti-tradicional: “El Papa no ha eliminado una sola Misa tradicional, solo se
trata de gobernar”. Y cuando todo se calme es cuando el Papa asestará el golpe.
No, no prohibirá la Misa tradicional en latín completamente; no lo creo.
Tendría demasiadas repercusiones y hay una manera mucho más fácil de lograr sus
objetivos. El Papa hará algo mucho peor que prohibirlo. Lo va a cambiar. Va a
cambiar el misal de 1962. El Papa ejercerá su legítima autoridad para hacer un
aggiornomento al misal de 1962. Tal vez reemplazará el leccionario con el
actual modificado hace tres años, cambiará algunas oraciones, permitirá la
comunión en la mano o algún otro cambio que conmocione la conciencia de los
católicos tradicionalistas. Será el Vaticano II de la Misa tradicional en
latín. Es lo que dicen ahora: “El Papa no prohibió la Misa en latín,
simplemente utilizó su autoridad legítima sobre la liturgia para hacerla más
inteligible”.
EN
SU VISIÓN PREDICHA DE LA IGLESIA, ARCHBOLD DICE QUE LA CONSECUENCIA DE TAL ACTO
ES CLARA:
Cualquier grupo aprobado que se resista
a los cambios o se queje demasiado recibirá la Visita apostólica y será
aplastado por negarse a someterse ante el Pontífice. Cualquier comunidad
diocesana con indulto que se resista será aplastada. ¿Y cualquier católico que
piense que puede pasar a la clandestinidad y simplemente tener Misa en la casa
de alguien? No. Los sacerdotes individuales ya no tendrán derecho a celebrar la
Misa. Hazlo y te has negado a someterte a la autoridad del Papa. Serás un
cismático. Así también con cualquier obispo. O aceptas la bota del Vaticano II
en tu cuello o serás un cismático. Cualquier intento de vivir una auténtica
vida católica tradicional, ya sea como religioso, o simplemente asistiendo a la
Misa de todos los tiempos, lo convertirá en un cismático por defecto. Si va a
la FSSPX, cismático. Si va a una misa clandestina, cismático. Si forma un grupo
de fieles bajo una regla tradicional sin permiso de Roma, cismático.
Convertirán cualquier intento de vivir una vida católica tradicional en un acto
de desobediencia.
Es una
lóbrega visión de lo que puede venir, pero no ha dejado de llover durante meses
en las trincheras, los bombardeos se producen día y noche, y cuando parece que
ya hemos perdido la capacidad de creer en un nuevo horror, conjuran otro. Subrayo
aquí que la opinión de Archbold sobre esto es sólo una teoría, y es bastante
dura. Así que pregunto a los lectores: ¿Ustedes qué
piensan?
Steve Skojec
(Traducido por
Rodrigo García García. Artículo original)
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