Lo de dar de comer al hambriento, posada al peregrino y acogida al
inmigrante está más visto que lo del 23-F y Tejero. Por eso no voy a hablar más
de ello ni falta que hace. Ilustres teólogos, próceres insignes y famosos de
todo tipo ya se encargan de hacerlo y exhibirlo.
El problema es que las obras de misericordia, que son la forma
concreta de ejercitar el amor al prójimo, son nada más y nada menos que
catorce, y mira por dónde resulta que de esas, hay siete, las espirituales, de las que, con la cosa del maldito
respeto, no habla nadie, y mira que me parecen las más esenciales. Más
aún, si me dejan, hasta diré que cumpliendo las siete espirituales, las
corporales es que ni siquiera serían necesarias.
Para empezar, ¿las
recordamos? Tomen nota:
Enseñar al que
no sabe.
Corregir al que
se equivoca.
Dar buen consejo
al que lo necesita.
Perdonar las
injurias.
Consolar al
triste.
Sufrir con
paciencia los defectos del prójimo.
Rogar a Dios por
los vivos y difuntos.
PIENSEN LO QUE DIGO. OMITIDAS, OLVIDADAS Y, SI ME
APURAN, DESPRECIADAS. Vamos una a una:
¿Enseñar al que no
sabe? A lo mejor
el que no sabe soy yo, quién soy yo para ir dando lecciones…
¿Corregir dicen? Eso es superioridad, orgullo y
pensar que yo soy superior al otro. ¿Quién soy yo para
corregir a nadie…
¿Dar buen consejo?
Ya estamos
dando lecciones, ni que nosotros fuéramos mejores, a lo mejor más nos valía
callar…
¿Perdonar las
injurias? Si hombre,
encima se pensarán que somos tontos…
¿Consolar al triste?
Eso sí, está
bien…
¿Sufrir con
paciencia…? De eso nada.
Ir por la vida de sufridores es un error. No estamos para sufrir, sino para ser
felices y vivir alegres.
¿Rogar a Dios por
los vivos y difuntos? No merece la pena. Dios sabe lo que necesitan los vivos y los difuntos
están todos en el cielo.
Pues eso, abolidas las obras
de misericordia espirituales y lo que se pueda parecer a ellas. Dar de comer al hambriento, un favor si se
puede y punto en boca. Ni evangelizar, ni enseñar, ni hablar de Dios, ni hacer
la más mínima corrección o el más elemental consejo. Nosotros dar de
comer al hambriento y cama al sin techo, pero nada más, ni un consejo, ni una
recomendación, ni un proyecto para que vivan de otra manera en lo material ni
con una esperanza última en lo espiritual.
A lo mejor estoy exagerando… o
a lo mejor no.
Jorge
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