¿Se imagina conocer o haber conocido a algún santo
de la Iglesia? Estas 5 personas fueron sus
amigos cercanos y decidieron describir brevemente la relación que mantuvieron,
algunas anécdotas y cuánto marcaron sus vidas.
Entre los santos que conocieron estas personas y presenta el National
Catholic Register se encuentran San
Josemaría Escrivá, Santa Teresa de Calcuta, el Papa San Juan Pablo II, San
Maximiliano Kolbe y San Pío de Pietrelcina.
1. JOHN COVERDALE Y SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ
John Coverdale es profesor de derecho en la Facultad de Leyes de la
Universidad de Seton Hall en Nueva Jersey (Estados Unidos) y ha sido miembro
del Opus Dei por más de 50 años. Trabajó con ellos en Roma entre 1960 y
1968; y mantuvo contacto regular con San Josemaría Escrivá, fundador del Opus
Dei.
“Encontré que era un hombre de gran fe, que amaba a
Dios, amaba a Nuestra Señora y a los que le rodeaban. Tenía una gran
preocupación personal por cada uno de aquellos con los que interactuaba, lo que
me sorprendió al considerar que éramos una gran organización internacional”, indicó John.
“También era muy gracioso. No era tanto que
contara chistes, sino que daba esos giros particulares a las frases o
levantaba los hombros y las cejas de una forma que hacía reír a todos. Si
observas viejas películas de él hablando con grupos, notarás que la gente se
ríe mucho”, añadió.
2. P. GEORGE
VANIYEPURACKAL Y SANTA TERESA DE CALCUTA
El P. George Vaniyepurackal es párroco St. Paul en
Jacksonville, en Florida (Estados Unidos). Es originario de Kerala, India,
y tuvo la oportunidad de ver a Santa Teresa de Calcuta en el trabajo.
“Ella hizo todas las cosas que Jesús nos llamó a
hacer en Mateo 25 (‘Tuve hambre, me diste a comer...’). Ella lo creyó y lo
vivió. Ella me inspira a creer y vivir el Evangelio también. Cuando voy a
visitar a una persona enferma acostada en una cama de hospital, creo que estoy
visitando a Jesús”, sostuvo
El P. Vaniyepurackal recordó que primero visitó a la Madre
Teresa como seminarista, y volvió a visitarla después de su ordenación
sacerdotal. Celebraba Misa para ella y su comunidad: “Recuerdo haberla visto doblarse en oración en su pequeña
capilla. Se concentraba mucho en la Eucaristía, lo que me pareció más
impresionante”.
3. RENE HENRY GRACIDA Y
EL PAPA SAN JUAN PABLO II
Rene Henry Gracida, Obispo Emérito de Corpus Christi, en Texas (Estados
Unidos), conoció varios Papas, entre ellos a San Juan Pablo II. Lo visitó
en Cracovia en 1978, poco antes de su elección como Siucesor de Pedro.
Mons. Gracida, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, recordó: “Me fascinó que fuera aviador durante la Segunda Guerra
Mundial. Me hizo cientos de preguntas. Nos hicimos amigos. Tengo
un lugar preciado para él en mi corazón”.
4. P. LUCJAN
KROLIKOWSKI Y SAN MAXIMILIANO KOLBE
El fraile franciscano P. Lucjan Krolikowski, vivió en comunidad con San
Maximiliano Kolbe en Niepokalanow, en Polonia, que en los años 30 era el
monasterio más grande del mundo.
“El P. Maximiliano Kolbe dirigió el apostolado y
fue el corazón y el alma de la comunidad. He conocido a unos pocos santos en mi
vida, pero el P. Maximiliano Kolbe fue el más santo en mi opinión. Tenía mucho
impacto en la gente y suscitaba el deseo de imitarlo”, sostuvo.
La comunidad fue devastada por el arresto de San Maximiliano por parte
de los nazis. El P. Lucjan recordó que “los
hermanos querían tanto a Maximiliano Kolbe que querían renunciar a sus propias
vidas por su liberación”.
“Pero la Gestapo dijo a nuestros frailes y padres
que incluso si enviábamos a 20 o 30 hombres para que ocuparan su lugar, no
liberarían a Maximiliano Kolbe. Era demasiado valioso. Además, estaban enojados
con él porque nuestras publicaciones llevaban caricaturas de Hitler”, añadió.
5. GUGLIELMO “GUILLERMO”
LAURIOLA Y SAN PÍO DE PIETRELCINA
El P. Guglielmo “Guillermo” Lauriola es
el párroco jubilado de la iglesia de la Inmaculada Concepción en San
Francisco. Creció en Monte Sant'Angelo, una localidad ubicada a unos 20
kilómetros al este de San Giovanni Rotondo, donde vivió San Pío de Pietrelcina.
El sacerdote visitó al famoso santo cuando era niño: “Yo estaba un poco asustado por sus estigmas. Me
dijo que no lo mirara. Me preocupaba que le causara mucho
dolor. Podías ver el sufrimiento en su rostro; era casi
visible. Parecía sufrir particularmente los viernes. Le pregunto,
'¿Por qué tienes que sufrir tanto?' Me dijo: 'Estas heridas son para
compensar mis pecados y los pecados de los demás'. Le dije que mi tío era
médico, y le pedí a este que le ayudara algún medicamento. El Padre Pío
dijo: ‘No, la medicina no servirá de nada’”.
“Recuerdo haber ido al funeral del Padre Pío en
1968. Me arrodillé ante su cuerpo y recé. Vi sus manos y pies, y los
estigmas se habían ido. Estaban limpios, como si los estigmas nunca
hubieran estado allí”, agregó.
El P. Lauriola fue ordenado sacerdote en 1953 y regresaba
regularmente para ver al Padre Pío: "Le dije
que iba a ser misionero en Corea y me dijo: ‘Recuerda, hay solo un
Dios’. No entendí lo que quería decir en ese momento. Sin embargo,
llegué a entender".
"Nosotros los misioneros vamos al extranjero y
hacemos un buen trabajo ayudando a la gente y podemos ser tentados a sentirnos
orgullosos, creyendo que somos santos. El Padre Pío me estaba recordando
darle la gloria a Dios”, concluyó.
Redacción ACI
Prensa
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