ENTREVISTA AL PROFESOR GERARD
VAN DEN AARDWEG
Gerard J. M. van den Aardweg, holandés, Doctor en Psicología por la Universidad
de Amsterdam, es especialista en terapia de la homosexualidad y cuenta con una
amplia experiencia profesional en este campo. Actualmente ejerce la
psicoterapia en Aerdenhout (Holanda). Ha impartido cursos en la Universidad de
Brasil y publicado numerosas publicaciones científicas en Europa y Estados
Unidos.
UNO DE SUS LIBROS LLEVA
POR TÍTULO HOMOSEXUALIDAD Y ESPERANZA, ¿QUÉ QUIERE INDICAR CON EL SEGUNDO
TÉRMINO?
Dr.
Aardweg. Esperanza
hace referencia a la actitud interior de quien se enfrenta con sentimientos
homosexuales. Generalmente se sienten deprimidos, aunque lo oculten diciendo de
boca para afuera: «yo me acepto tal como soy». Felices,
de verdad, no lo son nunca.
Gay
significa originariamente alegre, animado, pero ha perdido este significado
desde que se usa para el estilo de vida homosexual. Ahora el valor de la
palabra ha pasado a ser alegría afectada, artificial; limita casi con
exhibicionismo. No hay más que mirar como ejemplo las Gay Parades, o los Juegos
Olímpicos de 1999 en Amsterdam para ellos. Mientras que para los medios de
comunicación son un acontecimiento lúdico, a los ojos del público son una
especie de exhibicionismo infantil que da pena. La alegría del gay es parecida
en parte a la del alcohólico.
SEXUALIDAD NEURÓTICA
El diseñador
de alta costura alemán Wolfgang Joop, homosexual, afirmaba en tono cínico en
una entrevista a la revista Der Spiegel: «Esto es
un estilo de vida que crea adicción y, a la vez, una especie de frigidez. Como
no estás satisfecho aumentas la dosis y, en consecuencia, se multiplican las
frustraciones».
Quien se
identifica con su presunta naturaleza homosexual puede sentir un cierto alivio,
pero de hecho se encadena a su sexualidad neurótica. Por eso, el camino
contrario, la búsqueda de la verdad sobre sí mismo sin dejarse arrastrar por un
derrotismo de «yo soy así», es un camino de esperanza.
La idea
resulta más clara si consideramos que los deseos homosexuales radican en
depresiones que vienen de la juventud: “sentimientos
de soledad, complejo de inferioridad acerca de la identidad sexual,
sentimientos de autodramatización. Todo lo contrario la esperanza”.
Hay que
disipar toda la nube de fatalismo que envuelve a la homosexualidad: de si está
en los genes o de si es una variante más de la sexualidad, o de si no puede
cambiarse. Son slogans de propaganda. El convencimiento de que no pesa sobre
alguien un determinismo hereditario ofrece perspectivas de esperanza.
Entonces, la homosexualidad no es hereditaria.
Dr.
Aardweg. No.
Incluso la idea de que haya factores hereditarios que simplemente predispongan
a la inclinación homosexual es puramente especulativa.
¿Hay situaciones
familiares o hábitos educativos que favorecen la tendencia homosexual?
Dr.
Aardweg. Por
supuesto. En lo chicos, la conocida relación con una madre superprotectora,
dominante; o con un padre psicológicamente distante, o demasiado crítico, o
poco viril, o que le desatiende en favor de su hermanos.
Para que
la hija o el hijo se identifiquen con su propio sexo también puede ser
contraproducente que el padre o la madre no se sientan a gusto en su condición
masculina o femenina. O bien que los padres traten a la hija como si fuera un
chico, o viceversa, de modo que sean o se sientan desaprobados o no deseados
como lo que en realidad son.
En
términos psicológicos, padre significa protección, apoyo, valoración, interés;
pero también fortaleza, dirección, atreverse a corregir, exigir. Los
homosexuales, tanto mujeres como hombres, necesitan una figura de padre, de la
que a menudo carecieron en su juventud. No un padre para seguir siendo niño
dependiente, sino un padre que les ayude a seguir su camino, a mantener la
lucha. Otro problema de esta gente es su soledad interior y social. Necesitan
una figura paterna para perseverar en una lucha nada fácil. Hay que animarles a
ser abiertos, a salir de su yo, a no buscar interés y atención sólo para si
mismos.
La
familia es importante, pero a menudo lo son todavía más los contactos con
compañeros del mismo sexo. La mayoría de los homosexuales dicen haberse sentido
excluidos en su niñez o juventud por sus compañeros, a la hora de jugar o de
realizar actividades. Al menos, así lo sienten: es un complejo de marginación,
de no haber sido aceptados.
TRASTORNO PSICOLÓGICO
La Asociación Americana
de Psiquiatría excluyó en 1973 la homofilia de la lista de trastornos y pasó a
llamarla condición. ¿Cuáles fueron las consecuencias de tal medida?
Dr.
Aardweg. Exactamente
las que pretendían quienes impusieron ese cambio en la APA. Eran un grupo de
homosexuales militantes. El cambio se produjo incluso en contra de la opinión
de los psiquiatras. Una votación que se realizó inmediatamente después demostró
que el 70% de los profesionales seguían considerando la homosexualidad como un
trastorno. Pero la campaña y las intimidaciones hicieron capitular al Consejo
de dirección. Fue una decisión antidemocrática y anticientífica. A partir de
entonces las universidades no se atreven a pensar de otro modo y las terapias
son un tabú. Lo que la psiquiatría americana pensaba era entonces norma en el
mundo, y en la actualidad casi lo mismo.
Desde
aquel momento la homosexualidad se ha politizado. Hoy día, los gobiernos
promueven su inclusión en las clases de instrucción sexual en los colegios. La
epidemia del Sida podría haberse paliado en gran parte en Occidente, si se
hubiese seguido considerando la promiscuidad entre homosexuales como algo
patológico.
FELICIDAD FALSEADA
¿Es cierto que la
felicidad de una pareja homosexual es igual que la de un hombre y una mujer?
Dr.
Aardweg. Un
mexicano me contó que en una telenovela de su país aparecen parejas
heterosexuales con problemas, infieles y separados. En medio de tal caos, hay
una especie de oasis: una pareja de homosexuales cariñosos, a quien todo el
mundo viene a pedir consejo. La realidad es exactamente la contraria. Las
parejas de homosexuales se rompen con mucha frecuencia. Una investigación
alemana señala que el 60% de esas relaciones duran un año, y sólo el 7% superan
los cinco años. Esto también lo reconocen los defensores de la emancipación de la
homosexualidad. La imagen de la pareja de homosexuales feliz, como espejo del
matrimonio, es una mentira con fines propagandísticos. Sus relaciones y
contactos son neuróticos. Entre ellos no son excepción la infidelidad, los
celos, la soledad y las depresiones.
Para
hacerse una idea mejor, más que extraerla de los medios, sirven las
autobiografías de homosexuales y las novelas escritas por ellos, donde se ve
que su vida es lo más lejano a una situación idílica.
INICIATIVAS DE AYUDA
Existen lobbys
homosexuales. ¿Hay acaso también grupos que se unan para ayudarse a vivir
honestamente o para superarla?
Dr.
Aardweg. Existen
pequeños grupos de homosexuales que se ayudan a no practicar su homosexualidad.
Sobre todo en América hay experiencias muy esperanzadoras.
La
asociación Courage, que no buscan la terapia, sino vivir la continencia. Vale
la pena seguir esta iniciativa, que tiene veinte años de experiencia. Como la
homosexualidad es un problema a la vez psíquico y moral, cualquier apoyo significa
mejora en la condición básica de toda homosexualidad.
VIVIR LA CASTIDAD
¿Cómo puede vivir la
castidad un homosexual?
Dr.
Aardweg. Para
empezar tiene que desearla, tiene que convencerse de que la castidad es un
ideal posible y ventajoso. Por desgracia, a nadie se le facilita este punto de
mira hoy en día. Se hace propaganda de la sexualidad más aberrante. En las
escuelas se entrena a todos para el desenfreno; apenas se plantea el ideal de
la castidad.
Los
homosexuales y lesbianas que quieren vivir la castidad, ¿Cómo lo logran?
Evitando los contactos, los lugares de encuentro. Luchando contra la
masturbación, no cediendo a las fantasías sexuales, venciendo la curiosidad en
internet o en las publicaciones pornográficas. Buscando ayuda y, en el tiempo libre,
fomentando actividades sanas y buenas compañías.
El adicto
al sexo -tanto homosexual como heterosexual- suele mimar el placer, aunque
quiera dejarlo, y la lamentación sobre su caso es mayor que el esfuerzo por
salir de la situación. Por eso, es muy necesario que reflexione sobre lo que se
espera de él y su situación. Hay que ayudarle a escuchar sus sentimientos más
puros y profundos, y que sean éstos la directriz para sus propias decisiones.
APRENDER A AMAR
¿Puede decirse entonces
que lo que verdaderamente necesitan es aprender a amar?
Dr.
Aardweg. Efectivamente.
Muchos neuróticos, tanto homo como heterosexuales son muy egocéntricos. En una
ocasión, un homosexual casado, con tendencias suicidas, llegó a la conclusión
de que no quería a nadie, ni siquiera a sus hijos. Empezó a interesarse por
pequeños asuntos cotidianos y a mostrarlo a su mujer y a sus hijos con detalles
concretos. Al cabo de unos meses comenzó a sentirse menos depresivo y a notar
que sus fantasías sexuales eran menos fuertes, aunque su esfuerzo no se dirigía
directamente a ello.
En este
aspecto se puede hacer mucho por los homosexuales, ayudándoles en el
crecimiento de las virtudes: amor e interés por los
demás; sinceridad frente al autoengaño, que suele ser muy fuerte en las
obsesiones sexuales; fortaleza y valentía para superar la flojera y la
cobardía. Es muy aconsejable hacerle también reflexionar sobre su propia
misión en la vida. Hay que lograr que el deseo de una vida limpia salga de lo
más profundo de la persona.
Entrevistadota: Carmen Montón
Fuente. Palabra ( IV-01 )
Fuente. Palabra ( IV-01 )
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