Sigue la catequesis sobre del
Decálogo
El Papa ha continuado hoy, 8
de agosto de 2018, con su catequesis sobre el primer mandamiento del Decálogo.
(Zenit) «La
idolatría nace de nuestra incapacidad de fiarnos de Dios, –ha anunciado
Francisco en la audiencia general– de reconocerlo como el Señor de nuestra
vida, él único que nos puede dar la verdadera libertad».
«Los ídolos nos prometen libertad pero, en
cambio, nos hacen sus esclavos»: ha expresado el Pontífice en la segunda catequesis del mes de agosto. «Jesucristo se hizo pobre por nosotros, abriendo la
puerta de nuestra salvación, que pasa por aceptar nuestra fragilidad y rechazar
los ídolos de nuestro corazón», ha enseñado el Santo Padre.
BECERRO DE ORO
Así, el Papa Francisco ha
narrado cómo surgió la idea de construir el becerro de oro:
«El Pueblo de
Israel estaba en el desierto, donde experimentaba una angustia vital, no tenía
agua, ni alimento y esperaba a Moisés que había subido al monte para encontrar
al Señor. El pueblo quería certezas y
se construyó un ídolo hecho a su medida y mudo, que no le exigiera salir de sus
propias seguridades. Veían en la imagen del becerro un signo de
fecundidad y de abundancia y a la vez de energía y fuerza, que se adaptaba
perfectamente a sus necesidades».
Además, lo fabricaron de oro,
como «símbolo
de riqueza, éxito y poder, que son las tentaciones de siempre»,
ha señalado el Obispo de Roma.
PALABRAS DEL PAPA EN
ESPAÑOL
Queridos hermanos:
Hoy continuamos la reflexión
sobre el primer mandamiento del Decálogo, profundizando en la idolatría con la
escena bíblica del becerro de oro, que representa el ídolo por excelencia.
El Pueblo de Israel estaba en
el desierto, donde experimentaba una angustia vital, no tenía agua, ni alimento
y esperaba a Moisés que había subido al monte para encontrar al Señor. El
pueblo quería certezas y se construyó un ídolo hecho a su medida y mudo, que no
le exigiera salir de sus propias seguridades.
Veían en la imagen del becerro
un signo de fecundidad y de abundancia y a la vez de energía y fuerza, que se
adaptaba perfectamente a sus necesidades. Además, lo fabricaron de oro, como
símbolo de riqueza, éxito y poder, que son las tentaciones de siempre.
Los ídolos nos prometen
libertad pero, en cambio, nos hacen sus esclavos. La idolatría nace de nuestra
incapacidad de fiarnos de Dios, de reconocerlo como el Señor de nuestra vida,
él único que nos puede dar la verdadera libertad. Jesucristo se hizo pobre por
nosotros, abriendo la puerta de nuestra salvación, que pasa por aceptar nuestra
fragilidad y rechazar los ídolos de nuestro corazón.
***
Saludo cordialmente a los
peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de
España y América Latina. Los animo a mirar a Cristo crucificado. Él nos revela
el verdadero rostro de Dios y nos enseña que la debilidad no es una maldición,
sino un lugar de encuentro con Dios Padre y su amor la fuente de nuestra fuerza
y alegría. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
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