–“La Misa es tediosa y aburrida”.
–“No obtengo nada de la Misa: ¿Por qué debo ir?”
–“El padre dice homilías de 45 minutos y nos cansa a todos…”
–¿Por qué no puedo rezar sólo en mi casa? Acaso ¿Dios no está en todas partes y me ve y oye?
–“El padre dice homilías de 45 minutos y nos cansa a todos…”
–¿Por qué no puedo rezar sólo en mi casa? Acaso ¿Dios no está en todas partes y me ve y oye?
Estas y
otras son preguntas comunes, especialmente entre los niños y los jóvenes, pero
también entre algunos adultos.
No es
fácil responder a estos cuestionamientos y a otros muchos más en ese tenor.
Es
posible, en cambio, señalar unas ideas que contribuyan a que los papás y sus
hijos no sólo participen de la Misa –como una obligación– sino que valoren este
encuentro único con Dios que tiene lugar en la iglesia.
- “CADA SEMANA ES EXACTAMENTE LO MISMO….” “ES
COMO UNA PELÍCULA QUE YA LA VI…. ¿POR QUÉ DEBO VER LA MISMA PELÍCULA CADA
DOMINGO?”
La Misa
no es un entretenimiento, como algo que se ve para luego juzgar si fue
agradable, divertido o distinto cada vez. Es el culto que damos a Dios que nos
creó y nos salvó. Es una oportunidad única para alabarle a Dios y agradecerle
por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por nosotros. Si realmente supieras
quién es Dios, quién eres tú y cuánto agradecimiento le debes, asistirías a la
Misa. La Misa se convertirá en la fuente y el centro de tu vida cristiana, la
raíz de tu fortaleza.
- ESO DE IR A MISA ES UN INVENTO DE LA IGLESIA
CATÓLICA. JESÚS NUNCA DIJO QUE FUÉRAMOS A MISA…
“Cuando llegó la hora, Él (Jesús) tomó su lugar en la mesa con
los apóstoles… Luego tomó el pan, lo bendijo, y se los dio diciendo: Este es mi
cuerpo, que será entregado por vosotros, hagan esto en memoria mía”.
Esto lo
dijo Jesús pocas horas antes de morir; nos entregó el inmenso don de la
Eucaristía (su Cuerpo y su Sangre). Cuando celebramos la Misa, repetimos lo que
Jesús nos mandó hacer. Al hacer esto, recordamos y recreamos su gran acto de
amor infinito por nosotros en la Cruz: toma
nuestros pecados sobre sí para que nosotros, si seguimos sus mandamientos,
podamos vivir con Él para siempre en el cielo. La Iglesia enseña que
tenemos que cumplir el mandato de Jesús (“Hagan
esto en memoria mía”), participando en la Misa del domingo. (cfr.
Catecismo de la Iglesia Católica nn 2180 y 2181).
El
domingo, en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica ha
de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto. El domingo
y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en
la Misa. Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella,
dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como
el día anterior por la tarde. (cfr. Código Derecho Canónico, 1246-1248).
Antes que
nada, la Misa es un sacrificio: el sacrificio
perfecto de Jesús. A través del sacerdote ofrecemos a Jesús, en cuerpo y
sangre, al Padre, así como Jesús se ofreció a sí mismo al Padre en la Cruz. De
forma incruenta (es decir, sin dolor) repetimos –se hace presente– la muerte de
Cristo y la Resurrección. A través de este memorial de Jesús, ofrecemos
a Dios nuestra alabanza, nuestro dolor por los pecados y nuestro profundo
agradecimiento.
- QUÉ FLOJERA Y QUE PEREZA ESTAR EN LA IGLESIA UNA HORA….
Los que
se aman dedican tiempo para estar juntos. Y ese tiempo es diario, al menos. Los
amigos y los novios se dedican muchas horas a la semana para verse y hablar de
todo. Que Dios nos pida que, al menos, dediquemos una hora a la semana para
estar con Él, oír su Palabra y enriquecernos con el inmenso don de la
Eucaristía… ¿te parece mucho?, ¿Cuántas horas tiene
una semana? Son 168. Oye… ¿te parece demasiado
dedicarle UNA a Dios? Es lo único que nos manda Dios. Es el mínimo, para
que no nos olvidemos de Él. Pero sobre todo, para que nos dé lo que sólo
asistiendo a la Santa Misa nos puede dar. ¿Cuesta? Sí
cuesta asistir, pero no hay que exagerar. Si en vez de solo asistir de cuerpo
presente, participas, te costará menos. La verdad es que ¡cuántas veces hacemos cosas mucho más difíciles por el
beneficio que nos reporta!
- BUENO, PERO, ¿POR QUÉ HAY QUE IR FÍSICAMENTE A
LA IGLESIA? YO PUEDO HABLAR CON DIOS MEJOR ENCERRADO EN MI CASA…. O
INCLUSO PUEDO VER LA MISA ¡POR INTERNET DESDE MI CELULAR, ACOSTADO EN MI
CAMA!
De
acuerdo, hazlo…. Pero a la Misa no vamos sólo a hablar con Dios. Eso lo podemos
hacer a toda hora y en todas partes. Tampoco vamos a asistir a una celebración más
o menos interesante. Vamos a participar en lo más trascendental que puede darse
en esta tierra.
Fíjate
bien. En la Consagración, el pan y el vino, por medio del poder del Espíritu
Santo, se convierte en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que murió en la Cruz.
Es verdad
que tú puedes ver una Misa en tu celular o en tu tablet, y puedes bajar las
lecturas de cada domingo para leerlas. Pero hay una sola cosa que no puedes
bajar de internet… La Comunión. Te la tienen que dar físicamente. No es un mero
símbolo. Es la comunión. Es decir la unión más profunda con Dios que puedes
tener en este mundo; y con ella alimentarte de la verdadera carne y la
verdadera sangre de Jesús bajo la apariencia de pan y vino. Cuando recibimos la
Santa Comunión, recibimos al mismo Jesús. Él es la verdadera comida para
nuestra alma. Nos lo dijo Jesús: “Quien come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día.”
(Juan 6, 54.
¿Cuáles
son los beneficios de la Santa Comunión? Fortalece
nuestra unión con Jesús. Él vive en nosotros de manera especial y nos limpia de
los pecados veniales (los pecadores mortales requieren el perdón en la
confesión). Nos da la gracia para evitar el pecado en el futuro y aumenta
nuestro amor por Dios y por el prójimo.
- MIS PAPÁS DAN LA SEÑAL DE QUE HAY COSAS MAS
IMPORTANTES QUE LA MISA.
Con
frecuencia los hijos no quieren ir a Misa y se dejan llevar por la flojera… ¿Saben por qué?
Frecuentemente
los papás son los primeros que dejan la Misa en domingo por el fútbol, por ir
de compras, porque hay una comida… Y esa es una señal que dan a los hijos de
que, entonces, la Misa no “es tan importante”. Otras
veces van a Misa, pero antes de ir se tardan en salir, lo hacen a última hora,
van de poco humor y de alguna forma se están quejando de que “hay que ir a Misa”, Ni modo. Y eso los hijos lo
captan inmediatamente.
Pregunta:
Después de haber asistido a la
Misa dominical, ¿tus hijos notan en ti una paz y
alegría interior? Si lo que ven en ti es disgusto, mal humor, respuestas
secas, regaños, y oyen tus gritos…. entonces se harán al menos interiormente
esta pregunta tan difícil de responder: ¿para que
fuimos a Misa hoy?
Pero si
el ambiente de hogar en domingo es todo lo contrario, entonces la reacción de
todos podría ser algo como esto: Ya entendí hoy un poco más por qué la Misa… Ya
no sólo no dejo de ir. Es que… en verdad ¡ya no me
la pierdo!
Si le
damos a Dios la oportunidad, nos ayudará a experimentar los enormes beneficios
de la Misa y de la Eucaristía. “Si realmente
supieras quién eres, quién es Dios y cuánto agradecimiento le debes a Él,
querrías ir a Misa. La Misa será la fuente y el centro de tu vida espiritual”.
Sé paciente. Anda a Misa en actitud de oración y agradecimiento, y podrás
obtener grandes dones espirituales: consuelo, confianza, paz, felicidad
profunda y la fuerza espiritual para afrontar los desafíos de la vida.
(James Stenson).
Pbro. Dr. Rafael Arce Gargollo
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