Solo existe una
tristeza, la de no ser santo.
Por: Mons. Samuel J. Aquila | Fuente: Denver Catholic
Por: Mons. Samuel J. Aquila | Fuente: Denver Catholic
“La santidad es el rostro más bello de la Iglesia”, dice el papa Francisco en su nueva exhortación apostólica, Gaudete et Exsultate
¡Qué cierto es! Piensa por ejemplo cómo la madre Teresa atrajo a su
ministerio gente de todo el mundo por su santo amor por los enfermos y
moribundos.
El documento del Santo Padre significa “hacer resonar una vez más el llamado a la santidad,
procurando encarnarlo en el contexto actual”. El mundo necesita santos y
esta exhortación apostólica alienta a cada persona a responder a esa necesidad.
Comienza por insistir que ser santo “no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o
religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está
reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las
ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así”.
El papa Francisco describe la santidad sencilla
y posible. “Todos estamos llamados a ser santos
viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada
día, allí donde cada uno se encuentra”, explica.
La llamada del Santo Padre debería sonar
familiar para nosotros en la Arquidiócesis de Denver, ya que nos recuerda el
reto que San Juan Pablo II dio a los jóvenes en Denver -y en reuniones
subsecuentes- durante la Jornada Mundial de la Juventud hace 25 años.
Su mensaje a la juventud el Papa ejemplificaba
este reto. “Queridos jóvenes, la Iglesia necesita
auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida
haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de
comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos. Todos
estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad”.
En Gaudete et
Exsultate, el Papa Francisco también trae a casa el impacto único y
divinamente planeado de los santos. “Cada
santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un
momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”. escribió.
La santidad también es sencilla, explica el
Papa. “El designio del Padre es Cristo, y nosotros
en él. En último término, es Cristo amando en nosotros, porque «la santidad no
es sino la caridad plenamente vivida»”.
Y cuando nuestros corazones están llenos de
caridad, vemos al mundo y a los demás con diferentes ojos. Somos capaces de ver
la santidad alcanzable para los grandes pecadores, para los débiles y
vulnerables; no está reservada para “los justos” solamente,
como creían los Fariseos en tiempos de Jesús.
El Papa Francisco también enfatiza con razón que
nuestra caridad no se puede aplicar de manera selectiva. Por ejemplo, insta a
los creyentes a defender consistentemente la vida humana, señalando que la
dignidad humana de un no nacido y un refugiado es la misma.
Mi compañero obispo y amigo, el obispo de
Lincoln monseñor James Conley, hace una excelente observación en su columna
publicada el pasado 13 de abril que puedo también afirmar de mis décadas de
actividad provida.
El escribió. “Raramente,
o nunca, me he encontrado con católicos que solo toman en serio las vidas de
los no nacidos. Cuando me encuentro con gente provida en este país, me doy
cuenta de que también son las personas que dirigen las despensas de alimentos
de la parroquia, ofreciendo sándwiches a los indigentes incluso mientras oran
en clínicas de aborto, adoptan niños y cuidan de sus vecinos. En mi experiencia,
el compromiso de proteger la dignidad de los no nacidos se extiende al resto de
nuestras vidas…” Esta es exactamente la clase de consistencia a la que
el papa Francisco alienta en Gaudete et
Exsultate.
La exhortación del papa Francisco también contiene
otras facetas, como el hecho de examinarnos a la luz de las Bienaventuranzas
como el camino a la santidad, y una sección sobre la oración como el
combustible indispensable que llena nuestros corazones con amor por Cristo y
por los demás.
Hay mucho de qué decir de la Gaudete et Exsultate, que es una carta escrita
a la Iglesia con amor y destinada a ayudarnos a crecer en santidad. Rezo para
que cada católico tome de corazón el desafío de llegar a ser santo, confiando
en la gracia de Dios para alcanzar lo que de otra manera es imposible.
Concluyo citado a uno de los teólogos favoritos
del papa Fráncico, León Bloy: “Solo existe una
tristeza, la de no ser santo”.
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