El Papa Francisco explicó que la fiesta de la
Santísima Trinidad que la Iglesia celebra hoy, recuerda que Dios es una
comunión de amor, que no es indiferente ni lejano y que siempre vela por cada
uno de sus hijos.
Ante unas 25 mil personas reunidas para el rezo del Ángelus este
mediodía en la Plaza de San Pedro, el Pontífice explicó que “las lecturas bíblicas de hoy nos hacen comprender cómo
Dios no quiere tanto revelarnos que Él existe, sino más bien que es el ‘Dios con nosotros’, cercano a nosotros, que
nos ama, que camina con nosotros, que está interesado en nuestra
historia personal y cuida a cada uno, comenzando con los más pequeños y
necesitados”.
El Obispo de Roma resaltó que la fiesta de la Santísima Trinidad permite
a los fieles “contemplar y alabar el misterio del
Dios de Jesucristo, que es Uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Para celebrar con estupor siempre nuevo a Dios-Amor,
que nos ofrece gratuitamente su vida y nos pide difundirla en el mundo”.
“Él es ‘Dios allá en los cielos’, pero también
‘aquí en la tierra’. Por lo tanto, no
creemos en un ente lejano, ¡no!, en un ente indiferente, ¡no! Al contrario,
creemos en el Amor que ha creado el universo y ha generado un pueblo, se
ha hecho carne, ha muerto y resucitado por nosotros, y como Espíritu Santo todo
lo transforma y lo lleva a su plenitud”.
El Pontífice recordó luego que “San Pablo,
que en primera persona ha experimentado esta transformación obrada por Dios-Amor,
nos comunica su deseo de ser llamado Padre, más bien ‘Papá’ –Dios es nuestro
Papá– con la total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien
le ha dado la vida”.
“El Espíritu Santo –recuerda
también el Apóstol– actuando en nosotros hace que
Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, no, sino que lo sintamos
cercano, nuestro contemporáneo y experimentemos la alegría de ser hijos amados
de Dios”.
El Santo Padre dijo también que “en el
Evangelio el Señor resucitado promete quedarse con nosotros para siempre. Es
gracias a esta presencia suya y a la fuerza de su Espíritu que podemos realizar
con serenidad la misión que Él nos confía. ¿Cuál es esa misión? Anunciar y
testimoniar a todos su Evangelio y así ampliar la comunión con Él y la alegría
que de ella deriva. Dios, caminando con nosotros, nos llena de alegría y la
alegría es un poco el primer idioma del cristiano”.
Entonces, continuó, “la fiesta de la
Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio de Dios que incesantemente
crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor, y a cada criatura que lo
acoge le permite reflejar un rayo de su belleza, bondad y verdad”.
“Desde siempre, Él ha optado por caminar con la
humanidad y forma un pueblo que es una bendición para todas las naciones y para
cada persona, nadie está excluido. El cristiano no es una persona aislada sino
que pertenece a un pueblo: este pueblo que Dios forma. No se puede ser
cristiano sin tal pertenencia y comunión. Somos un pueblo: el pueblo de Dios”.
Para concluir, el Papa pidió “que la Virgen
María nos ayude a cumplir con alegría la misión de testimoniar al mundo,
sediento de amor, que el sentido de la vida es llegar al amor infinito, el amor
concreto del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
POR WALTER SÁNCHEZ
SILVA | ACI Prensa
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