Confiaba tanto en
su ángel de la guarda que lo predicaba constantemente a todos.
UNA CARTA ESCRITA POR EL PADRE PÍO CON CONSEJOS
A Ana Rodote (1890-1972) le
escribía el 15 de julio de 1915, y le da, y nos da, una
serie de invalorables consejos sobre cómo actuar con respecto al
ángel de la guarda, a las locuciones y a la oración.
Querida hija
de Jesús,
Que tu corazón siempre sea el
templo de la Santísima Trinidad, que Jesús aumente en tu alma el ardor de su amor y que él siempre te
sonría como a todas las almas que él ama. Que María Santísima te sonría
durante todos los acontecimientos de tu vida, y abundantemente sustituya a la
madre terrenal que te falta.
Que tu buen ángel de la guarda
vele siempre sobre ti, que pueda ser tu guía en el camino escabroso de la
vida. Que siempre te mantenga en la gracia de Jesús y te sostenga con sus
manos para que no puedas tropezar en una piedra. Que te proteja bajo sus
alas de todas las trampas del mundo, del demonio y la carne.
Tienes gran devoción, Annita,
a este ángel bueno; ¡Qué consolador es saber que cerca de nosotros hay un
espíritu que, desde la cuna hasta la tumba, no nos deja ni por un instante, ni
siquiera cuando nos atrevemos a pecar. Y este espíritu celestial nos guía
y protege como un amigo, un hermano.
Pero es muy consolador saber
que éste ángel ora sin cesar por nosotros,
ofrece a Dios todas nuestras buenas acciones, nuestros pensamientos, nuestros
deseos, si son puros.
Por el amor de Dios, no te
olvides de este compañero invisible, siempre presente, siempre dispuesto a
escucharnos y listo para consolarnos. ¡Oh deliciosa intimidad!, ¡Oh deliciosa
compañía! ¡Si tan sólo pudiéramos comprenderlo!
Mantenlo
siempre presente en el ojo de tu mente. A menudo recuerda la presencia de
este ángel, dale las gracias, órale a él, siempre
mantén la buena compañía.
Ábrete tú misma a él y
confíale tu sufrimiento a él. Ten un miedo constante de ofender la pureza
de su mirada. Sabe esto
y mantenlo bien impreso en tu mente. Él es
muy delicado, muy sensible.
Dirígete a él en momentos de suprema angustia y experimentarás su ayuda
benéfica.
Nunca digas que estás sola en
la batalla contra tus enemigos. Nunca digas que no tienes a nadie a quien puedas abrirte y
confiar. Harías para este mensajero celestial una grave equivocación.
Por lo que respecta a las
locuciones interiores, no te preocupes, pero ten calma. Lo que se debe evitar es que tu
corazón se una a estas locuciones. No les des demasiada importancia a
ellas, demuestra que eres indiferente. Ni desprecies tu amor, ni el tiempo
para esas cosas. Siempre da respuesta a estas voces: “Jesús, si eres tú el que está
hablándome, déjame ver los hechos y las consecuencias de tus palabras, es
decir, la virtud santa en mí”.
Humíllate delante del Señor y
confía en él, gasta tus
energías por la gracia divina, en la práctica de las virtudes, y luego deja que
la gracia obre en ti como Dios quiera. Es la virtud la que santifica el
alma y no los fenómenos sobrenaturales.
Y no te confundas a ti misma
tratando de entender qué locuciones vienen de Dios. Si Dios es su autor,
uno de los signos principales es que en cuanto escuchas esas voces, llenan tu
alma con miedo y confusión, pero después, te dejan una paz divina. Por el
contrario, cuando el autor de las locuciones interiores es el diablo, comienzan
con una falsa seguridad, seguido de agitación y un malestar indescriptible.
No dudo en
absoluto de que Dios es el autor de las locuciones, pero hay que ser muy cauteloso porque muchas
veces, el enemigo mezcla una gran cantidad de su propio trabajo a través de
ellas. Pero esto no te debe asustar, éste es el juicio al que
fueron sometidos, incluso los más grandes santos y las almas más ilustradas, y
que fueron aceptables al Señor.
Debes sencillamente tener
cuidado de no creer en estas locuciones con demasiada facilidad, sobre todo cuando ellas se
relacionen en cómo debes comportarte y lo que debes hacer. Debes
recibirlas y enviarlas a juicio de quien te dirige. A continuación, debes
resignarte a su decisión.
Por lo tanto lo mejor es recibir las locuciones con mucha cautela e
indiferencia constante. Compórtate de esta manera y todo va a aumentar tu mérito ante el
Señor. No te preocupes de tu vida espiritual; Jesús te ama mucho, y trata
de corresponder a su amor, siempre avanzando en santidad delante de Dios y de
los hombres.
Ora vocalmente también, que aún no ha llegado el
momento de dejar estas oraciones, y con paciencia y humildad soporta las
dificultades que experimentas en hacer esto. Que estés pronta también a
someterte a las distracciones y la aridez, y no debes, de ninguna manera,
abandonar la oración y la meditación. Es el Señor que quiere tratarte de
esta manera para tu provecho espiritual.
Perdóname si
termino aquí. Sólo Dios sabe lo mucho que me cuesta escribir esta
carta. Estoy muy enfermo, reza
mucho para que el Señor pueda desear librarme de este cuerpo pronto.
Te bendigo
junto con la excelente Francesca. Que puedas vivir y morir en los brazos
de Jesús.
OTRA CARTA DEL PADRE PÍO CON RECOMENDACIONES SOBRE EL ÁNGEL
Dice
una de las hijas espirituales del padre Pío:
Una de las devociones que más
nos inculcaba era la del ángel custodio, porque, como él decía, es nuestro
compañero invisible que está siempre junto a nosotros desde el nacimiento hasta
la muerte, por lo que nuestra soledad es sólo aparente.
Nuestro
ángel está siempre a nuestro lado desde la mañana, apenas te despiertas, y
durante toda la jornada hasta la noche, siempre, siempre, siempre. ¡Cuántos
servicios nos hace nuestro ángel sin saberlo ni advertirlo.
A Raffaelina Cerase
(1868-1916) le escribía el 20 de abril de 1915:
¡Cuántas veces he
hecho llorar a este buen ángel! ¡Cuántas veces he vivido sin temor de ofender
la pureza de su mirada! ¡Es tan delicado y tan sensible!
¡Oh Dios
mío, cuántas veces he correspondido a los cuidados, más que maternales, de este
ángel sin ninguna señal de respeto, de afecto o reconocimiento! Y este
pensamiento al presente, me llena de confusión y es tal mi ceguera que no tengo
ningún sentimiento de dolor y, lo que es peor todavía, trato a este querido angelito, no digo
como amigo, sino como un familiar. Y este angelito no se ofende con tales
tratos. ¡Qué bueno es!…
Oh Raffaelina, cuánto consuela el saber que siempre estamos bajo la
custodia de un espíritu celestial, que no nos abandona ni siquiera aunque demos
un disgusto a Dios. ¡Qué dulce es para el creyente esta gran verdad!
¿De qué puede temer un alma
que trata de amar a Jesús, teniendo siempre consigo tan insigne guerrero? ¿Acaso no fue él uno de
aquellos que junto a san Miguel defendieron el honor de Dios contra Satanás y
contra los espíritus rebeldes, a quienes arrojaron al infierno?
Ten en cuenta que él es
todavía poderoso contra satanás y sus satélites. Su amor no ha disminuido ni
jamás disminuirá para defendernos.
Toma la costumbre de pensar
siempre en él. ¡Oh,
si los hombres supieran comprender y apreciar este grandísimo don! ¡Dios, en un
exceso de amor nos ha asignado un espíritu celeste!
Invoquen
frecuentemente a este ángel custodio y repitan muchas veces la bella oración: “Ángel de Dios, que eres mi custodio,
ilumíname, custódiame, guíame ahora y siempre”.
¡Qué gran consuelo, cuando en
el momento de la muerte el alma vea a este ángel tan bueno, que nos acompañó a
lo largo de la vida con tantos cuidados maternales!
Fuentes:
Publicado por Unción Católica y Profética en 9:15 a. m.
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