El próximo 7 de marzo, la vida
de miles de mujeres africanas puede cambiar para siempre. En una región en la
que al 82% de las mujeres se les ha arrancado el clítoris en su infancia, se
alza al fin el primer centro hospitalario dedicado íntegramente a reparar la
mutilación genital femenina, mediante una técnica quirúrgica que pretende devolver la dignidad y sobre todo el
placer sexual a algunas de las 125 millones de niñas y mujeres que han
sido víctimas de esta salvaje tradición. La semana que viene, en Burkina Faso,
comenzará a funcionar el que llaman el Hospital
del Placer, en palabras de Javier
Salas, redactor del medio digital Materia.
No obstante, esta inauguración
tiene un aspecto controvertido:
el centro, que cuenta con algunos de los más renombrados cirujanos en la
materia, no ha sido financiado por la Organización Mundial de la Salud, un
gobierno o una ONG sanitaria cualquiera. La organización que después de varios
años ha logrado recaudar los 400.000 dólares (290.000 euros) necesarios para
levantar el centro es Clitoraid, una
ONG dedicada a combatir la ablación que fue fundada por el líder de la secta de
los raelianos.
Ubicado en Bobo-Dioulasso, la
segunda ciudad más grande de este país de África occidental, el Hospital del
Placer evitará que las mujeres mutiladas tengan que exponerse a operaciones
arriesgadas con cirujanos inexpertos o a gastarse el salario de dos años para
viajar hasta centros médicos de Europa o EE.UU. Las primeras pacientes que ya
tienen concertada cita vienen tanto de Burkina Faso como de otros países de la
región como Malí o Guinea “e incluso de países
más lejanos como Kenia”, explica
una portavoz de Clitoraid.
El centro pretende avanzar en
una nueva dirección en la lucha contra la ablación clitoriana: más allá de las
imprescindibles campañas de prevención y educación, aspira a mejorar la vida de
las mujeres mutiladas en todo el mundo, esencialmente 29 países de África y
Oriente Medio. No en vano, este centro ofrecerá las operaciones de manera
gratuita para las víctimas.
Sin embargo, esta obra que adelantaba la prestigiosa revista The Lancet en
su último número tuvo su peculiar origen en la mente de Claude Vorilhon, el líder de este movimiento que fundó en 1974,
que es considerado una secta peligrosa
en Francia y una simple religión en EE.UU. Conocido como Raël, tuvo la visión de construir este
hospital en cuanto supo de la existencia de una nueva técnica quirúrgica capaz
de devolver el placer sexual a las mujeres víctimas de la mutilación genital.
UNA SECTA PECULIAR
UNA SECTA PECULIAR
Los raelianos, que creen que la vida en la Tierra fue creada por
extraterrestres y que la inmortalidad es posible a través de la clonación,
consideran el placer sexual uno de los
pilares de su movimiento y siempre han apoyado el reconocimiento y los
derechos de las “minorías sexuales". Y
es algo que llevan a gala frente a otras religiones: según explica a Materia
la directora de comunicación de Clitoraid, Nadine Gary, el principal problema para obtener fondos para el
hospital ha sido la moral religiosa y “el tabú
de la sexualidad que el cristianismo y otras religiones han perpetrado durante
siglos”.
“Hasta
el momento”,
asegura Gary, “la mutilación genital femenina sólo se ha combatido con
campañas de prevención, pero hasta ahora ninguna otra ONG se ha ofrecido nunca
para ayudar a los millones de mujeres que ya están mutiladas genitalmente y que
buscan desesperadamente recuperar su identidad, su dignidad y el placer sexual”.
Desde su
perspectiva, el mensaje de que la ablación es reversible podría desalentar a
los partidarios de esta cruel práctica.
En Clitoraid no entienden que
su origen raeliano deba destacarse en esta noticia, ya que consideran que el
objetivo del hospital, que cuenta con una lista de espera de cientos de
mujeres, es trascendental y ajeno a las actividades del movimiento. “Para ser claros”, defiende la portavoz de
Clitoraid, “los raelianos han sido los
principales actores para la recaudación de fondos pero contamos con muchas más
personas involucradas que no son raelianas. Nuestra cirujana jefe no es
raeliana. Este hospital es un lugar para sanar y el proselitismo se queda fuera
de las instalaciones”.
Eso sí, Gary considera la
existencia misma de este hospital como una importante declaración de
intenciones. Del mismo modo que los misioneros cristianos reparten víveres
junto a la iglesia, es fácil suponer que este hospital pueda funcionar como reclamo. No obstante, como
explicaba una experta en el movimiento raeliano en Wired, sería una
forma excesivamente cara de atraer adeptos en comparación con otras religiones.
La jefa del equipo médico de
la que habla la portavoz es Marci
Bowers, una cirujana experta en cirugía reconstructiva, pélvica y
ginecológica, una de las más reconocidas especialistas en operaciones de
reasignación de sexo (ella es transexual): según advierten por e-mail al
contactarla, la lista de espera para acudir a su clínica de EE.UU. supera el
año. Según explica Bowers a esta redacción, ella será la cirujana jefe y
también quien realizará el 2 de marzo la cirugía inaugural del Hospital del Placer, donde permanecerá dos
semanas operando y posteriormente adiestrando a otros especialistas en esta
técnica de reconstrucción del clítoris mutilado.
CIRUGÍA Y PROSELITISMO
CIRUGÍA Y PROSELITISMO
“La
sexualidad debe ser considerada como uno de los sentidos humanos básicos”, asegura Bowers. Y añade: “La ablación es como llevar a nuestros hijos a que les
arranquen los ojos o su sentido del oído. Es una barbaridad y todos debemos
reaccionar indignados ante la mutilación genital femenina: lo importante es
hacer lo que podamos para devolver ese sentido”.
Su trabajo de cirugía se basa
en un método ideado por el cirujano francés Pierre Foldès: el clítoris como órgano es un iceberg, y a pesar de
mutilarlo en la vulva queda buena parte del tejido nervioso, que se aprovecha
para reconstruir esta función y las sensaciones placenteras. Foldès, que
también asesorará al equipo médico del hospital, publicó los resultados de su
técnica el año pasado en The Lancet con números espectaculares: de las casi 3.000
mujeres operadas (la mayoría de África occidental), el 81 % aseguró haber
experimentado una mejora de su vida sexual y el 51 % había experimentado el
orgasmo. Otros colegas británicos consideran
exageradas sus cifras.
“Es
una cirugía delicada pero, con todas sus limitaciones, funciona”, defiende Bowers. “La ablación no acaba con todo el clítoris,
contrariamente a lo que se cree, lo cual es un reflejo del desprecio histórico
por la sexualidad femenina y la falta de conocimiento del tamaño y extensión de
las zonas erógenas femeninas”, explica.
En cuanto al origen raeliano
de Clitoraid, Bowers lo tiene claro: para ella lo único que importa es mejorar
la vida de las mujeres y está segura de que no se le daría la misma importancia
a los impulsores si pertenecieran a otro credo. “El
respaldo raeliano a la iniciativa es noble por la causa que representa. El
hecho de que el raelianismo sea una religión extraña o inusual influye tanto en
la cirugía como si hubiera sido apoyada por judíos o por el Sacro Imperio
Romano”, zanja.
Secretaría RIES
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