Se nos van haciendo normales las discrepancias entre obispos.
En principio, nada que objetar, siempre han existido. Son muchos los temas que
admiten libre discusión y es normal el debate. Lo malo es cuando la discusión puede afectar a cosas que uno entiende
pertenecen al depósito de la fe o de la moral, en cuyo caso las
discusiones deberían sobrar.
Esta última semana nos ha
llegado lo que espero sea un simple globo sonda, que no lo será, según el cual el cardenal Marx propone algún tipo de
bendición para parejas del mismo sexo. No solo propone, sino que parece
ser, estamos siempre en el parece, que ya hay una comisión, un adelanto, un
empezar a hacer.
A esto ha respondido el
arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, en su carta semanal, en la que,
entre otras cosas, afirma: “cualquier «rito de bendición» implicaría colaborar en un
acto moralmente prohibido, no importa
lo sinceras que sean las personas que desean esta bendición. Un rito así
socavaría el testimonio de la Iglesia sobre la naturaleza del matrimonio y la
familia, confundiría y engañaría a los fieles y dañaría la unidad de nuestra
Iglesia, porque este hecho no podría ser ignorado o aceptado en silencio”.
La clave de todo esto es
facilita. A ver, ¿las relaciones
íntimas entre personas del mismo sexo son un pecado grave o no? Según
toda la tradición bíblica y la tradición de la Iglesia, la sodomía es un
gravísimo pecado.
Levítico 18:22, “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”.
Levítico 20:13, “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer,
abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”.
Deuteronomio 23:17, “No haya ramera entre las hijas de Israel, ni haya
sodomita de entre los hijos de Israel”.
Reyes 14:24, “Hubo también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme
a todas las abominaciones de las naciones que el Señor había echado delante de
los hijos de Israel”.
Romanos 1:26-27, “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues
aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de
igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se
encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos
hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su
extravío.”
1 Corintios 6:9, “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de
Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones”.
El Catecismo de la Iglesia católica. Nº 2357: “Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como
depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la
Tradición ha declarado siempre que “los
actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona
humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de
la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”.
Pues va todo un señor cardenal y dice que la Iglesia debe dar su
bendición a la convivencia íntima de dos señores o dos señoras, y que habrá que ver cada
caso.
Perdón por la caricatura. Pero
claro, te viene una pareja de dos
señores o dos señoras que viven como pareja en todo y a ver qué haces. ¿Los
bendices como dice el cardenal Marx, o sacas la Escritura y el Catecismo
y dices que están viviendo en un
gravísimo pecado, como afirma el arzobispo Chaput? ¿Qué es más
misericordioso?
¿Son pecado las relaciones
íntimas entre personas del mismo sexo? ¿Sí? Pues no puede haber nada que lo
justifique o aliente, como por ejemplo una bendición. ¿No? Pues acabamos de
cargarnos la Escritura y toda la tradición de la Iglesia. ¿Que depende? ¿De
qué? ¿Del subjetivismo del cura de turno?
Rematadamente
locos.
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