Poder viajar nos
hace afrontar desafíos espirituales como el de poder mantener una vida de
constante oración, por ello estas recomendaciones.
Por: Benedict Hince | Fuente: Catholic-link.com
Viajar es
una excelente opción para rodearse de gente nueva y conocer otras culturas, y
también para encontrar inspiración en todo lo que nos rodea y más aún en las
personas que uno logra conocer. Cuando decidas viajar, hazlo con Dios, porque
desde el momento que le permitas actuar a través de ti y guiarte en tu viaje,
seguro vivirás una gran aventura.
En lo personal, poder viajar ha llenado mi
memoria de recuerdos inolvidables y permitido vivir encuentros inesperados,
pero también me ha llevado a afrontar desafíos tanto físicos como
espirituales. Uno de esos desafíos ha sido siempre poder mantener mi vida de constante oración
las veces que viajo, con la permanente diferencia horaria, los lugares
desconocidos y las personas que recién conozco. A continuación te doy
7 recomendaciones para que puedas orar durante tu viaje:
1.
NO ESPERES VIAJAR PARA COMENZAR A ORAR, ¡HAZLO YA!
Una vez, un sacerdote con el que me encontraba
conversando acerca de la vocación, me dijo que un hombre que no ora es un
seminarista que no ora, y un seminarista que no ora es un sacerdote que no ora.
Lo que quiso decir con esto fue que no podemos pensar que nuestra vida de
oración va a crecer de un momento para otro en el transcurso de nuestro viaje,
sino que tiene que estar presente desde mucho antes.
De igual manera, no podemos suponer que en
nuestro viaje vamos a encontrar ‘‘un momento para
orar’’ de improviso. Es importante considerar que la oración que hagas
cuando viajes estará fundada en la vida
de oración que hayas tenido en tu hogar.
Tal vez tengas muchos momentos para orar a solas
durante tu viaje, sin embargo, por lo general, si no oras en tu casa, entonces
no serás capaz de orar de un momento para otro cuando estés fuera de ella. Así
que, ¡comienza desde ya!
2.
LA MISA. ¿POR QUÉ ESTÁ TODO EL MUNDO DE PIE?
Cuando estás de viaje, participar de la
eucaristía puede suponer todo un desafío, pero jamás permitas que el idioma o las costumbres propias del lugar sean un
impedimento para participar fervorosamente de ella. La asamblea podría,
en algunos casos, ponerse de pie cuando generalmente tú te arrodillas o,
sentarse, cuando normalmente tú te pones de pie, pero ¡no te preocupes!, lo
importante es que estás ahí, participando de la misa.
Lo más práctico en esos casos es imitar a la
asamblea. La Conferencia Episcopal local deberá disponer de las normas
litúrgicas correspondientes para ser aplicadas por los feligreses, y
rápidamente notarás cómo te irás adecuando el ritmo de la celebración.
Hace poco conocí la Liturgia según el Rito
Bizantino, puesto que donde yo me encontraba no se celebraba la misa según el
Rito Latino y, sin duda, fue algo distinto pero hermoso a la vez, algo que no
había vivido nunca antes, y de lo cual estoy muy agradecido.
3.
HAZTE HÁBITOS (PERO PREPÁRATE PARA LOS CAMBIOS)
Cuando te vayas de viaje, piensa en cosas que vayas a ser capaz de
hacer e inclúyelas en tu rutina diaria. Puede ser una simple oración
cada mañana, o durante el trayecto que realizas a diario, o en cualquier otro.
La clave está en elegir cosas que seas capaz de hacer todos los días.
Una vez me encontraba acampando en un hermoso
lugar de la costa de Croacia y cada mañana me sentaba alrededor de 20 minutos
en la orilla de la playa a rezar el rosario, lo cual funcionó muy bien para mí.
No fue algo que haya planeado, sino que la oportunidad se presentó y yo la
tomé, y así se volvió un hábito.
Por suerte donde quiera que vayas habrá un lugar
magnífico que podrás visitar a diario como un estímulo para orar. Lo puedes
hacer en un momento del día que no tengas nada que hacer, o en ese lugar con
vista increíble que te deja sin palabras. Ambas pueden ser buenas
oportunidades.
4.
ORA JUNTO A UN AMIGO/A
Si estás acompañado de más personas (ya sea con
un compañero/a de viaje, alguien a quien te encuentras visitando, o incluso
alguien que conociste de camino) seguramente querrás saber si a ellos les
gustaría rezar contigo. Esto no solo permite que ellos sepan que necesitas
tener un momento para hacerlo, sino que también se vuelve una oportunidad para
que ellos lo hagan contigo. Orar junto a un amigo/a, o con un grupo de amigos,
es indescriptiblemente especial.
Una vez visité a un amigo en España, y una noche
mientras nos preparábamos para dormir, me preguntó si quería rezar con él y
rezamos juntos. Este se ha convertido en uno de mis recuerdos más
preciados. Cuando rezamos con un
amigo/a estamos invitando a Dios a esa amistad que es compartida.
5.
¡LLAMA A TU MADRE!
Cada vez que me voy de viaje, a mi mamá le gusta
que la mantenga al tanto sobre el lugar donde me encuentro y hacia dónde me
dirijo, pero ¡siempre olvido llamarla! (lo siento mamá). Sin embargo, soy muy
bueno para mantener al corriente a mi madre celestial.
La Virgen María es quien guía nuestro caminar,
así lo dice una famosa canción. Estar a su lado es lo que alegra el corazón del
viajero. Ella toma nuestras preocupaciones, proyectos (aunque no los haya),
tristezas y alegrías para ponerlas a los pies de su Hijo Jesús.
¿Cómo te pones en contacto con ella? Ya le había recomendado
a los viajeros rezar el rosario. Es fácil y muy efectivo.
6.
REZA LA ORACIÓN DE JESÚS
Esta oración es nueva para mí, un descubrimiento
reciente que no he podido profundizar todavía, pero del cual he escuchado
historias conmovedoras donde gracias a ella se ha podido encontrar alegría y
consuelo. Esta oración es simple pero sumamente poderosa, y se puede rezar
donde y cuando tú quieras (ideal para cuando viajes). Tiene su origen en la Iglesia
Oriental y fue considerada por los primeros padres de la Iglesia como la clave
para descifrar la oración incesante del más íntimo interior del corazón.
Tienes que decir: «Señor Jesús, ten piedad de mí que soy pecador», y decirlo varias veces en silencio, y en el
silencio profundo de tu corazón.
7.
CONTEMPLA
Mi último consejo para que puedas orar en tu
viajes es que lo disfrutes. No permitas que la ansiedad te aleje de las
maravillas que vas a apreciar y las experiencias que vas a vivir. El viaje puede ser nuestra oración mientras
tengamos a Dios ante nuestros ojos y Él nos revele sus misterios.
Hildebrand, al hablar de la contemplación, nos
dice: «Quién de nosotros no conoce el momento
supremo cuando una gran verdad, la belleza gloriosa de una pieza de arte o de
la naturaleza, o el alma de una persona amada se manifiesta por sí sola a la
nuestra como el esplendor de un relámpago, adornando nuestros ojos con una
visión de realidad alternativa e impulsándonos a exclamar, ‘‘¡Oh
Señor, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!»
De eso se trata viajar.
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