Acepto mi
imperfección y la de mi familia y veo en esa imperfección un hermoso regalo que
nos da Dios mismo para caminar hacia Él, que es perfecto, y así tratar de ser
cada día mejores.
Por: Ana Virginia Berrido de Perez | Fuente: http://vidafamiliayalgomas.com
Por: Ana Virginia Berrido de Perez | Fuente: http://vidafamiliayalgomas.com
En el periódico HOY sale publicado un artículo
en la columna ‘Encuentros’ bajo la firma de
Mu-Kien Adriana Sang, que me acaba de llegar via email y que se titula: La
Familia (im)Perfecta. Este artículo me llega justo en un momento en que estaba
escribiendo un email a una amiga, donde lamentablemente estaba resaltando más
que nada los aspectos que me gustaría mejorasen en mi familia. De este modo… me
llamó poderosamente la atención el título y me dispuse a leer inmediatamente
estas reflexiones que me dan la paz de reconocer que la mayor perfección de la
familia está en la capacidad que tiene de asumirse y aceptarse como
imperfecta…cual conjunto de personas igualmente imperfectas
EL ARTÍCULO DICE ASÍ:
Dentro de unos días, las empresas del país, buscando reactivar el comercio, empezarán a anunciar las ofertas y las rebajas con motivo del día de Las Madres. Ofrecerán a buenos precios juegos de comedor, juegos de sala, juegos de cocina, artículos para el hogar. Todo para mamá… Las revistas especializadas, la parte rosa de la prensa dominicana tomarán las tradicionales fotos con sus sonrientes miembros. Las entrevistas y opiniones, serán repetitivas: todos aconsejando y diciendo lo perfecta que es su familia y el ejemplo que son para sus descendientes. El padre y la madre sentados en sillones altos, los hijos a los lados sonrientes y bien vestidos, son inmortalizados por el lente de un periodista gráfico.
Cada año, cuando veo el despliegue que ofrecen los medios, reflexiono y me hago muchas preguntas. En esta oportunidad, me atreví a escribir y comunicar mis viejas reflexiones para compartirlas con mis lectores. Muchas inquietudes me atormentan ¿Cuál es la familia perfecta? ¿Existen familias perfectas? ¿Qué es la perfección? ¿Para qué la perfección? Y después de buscar respuestas, llegué a la hermosa conclusión que la familia más perfecta es aquella que asume la imperfección como su maravilloso designio. No puede existir una familia perfecta, sencillamente, porque no existe un ser humano que sea perfecto.
Lo he dicho otras veces y no me cansaré de repetirlo: la familia es el soporte básico de una sociedad. Es el lugar donde se forjan los valores y se desarrolla y enredan las raíces que cuando creces, alzas vuelo y buscas construir tu propia vida, siempre te llevan al mismo lugar: la infancia, matizada por las enseñanzas y los recuerdos de tus padres y los juegos de niños con tus hermanos y hermanas.
Tuve los mejores padres que una persona puede soñar tener. Pero eran los mejores en su maravillosa imperfección. Papá era un hombre del pueblo, nacido en China continental, que decidió romper con su círculo de pobreza, zarpando a la gran aventura marina. Llegó al país sin saber hacia dónde llegaría. Añoraba, como muchos despavoridos de la vida, llegar a los Estados Unidos, y allí, en la tierra prometida, construir su sueño americano. Por azar y por recomendación de un tío, llegó al Caribe y, aquí, en esta media isla, inició su trayectoria personal. Construyó su familia, y de la mejor manera posible, de la forma más responsable, legó a sus hijos una fortuna inmensa de recuerdos y gratos momentos. Hoy, adulta, sus palabras y su figura acuden a mi memoria cada día. Mi madre, la madre que supo acunar en su vientre a 9 hijos, era una mujer trabajadora, dura, disciplinada y amorosa. Era la que imponía el orden. Juntos se complementaban maravillosamente. Hoy, sus hijos y nietos hemos construido nuestro presente, futuro entonces, con nuestros dramas, amores, desamores, duelos y lazos fraternos; pero, y es lo más importante, hemos sabido mantenernos unidos a pesar de los pesares.
Entonces me pregunto. ¿Qué puede ser más perfecto que la madre que acuna a su hijo por las noches, y presurosa lo prepara para dejarlo con la tía o la madre, para salir a buscarle el pan de cada día? ¿Qué puede ser más perfecto que la devoción de un padre y una madre por un hijo con problemas de limitaciones físicas? ¿Qué mayor perfección existe en la familia uniparental por necesidad o circunstancia, donde los hijos, a pesar de las carencias, se sienten amados? No, no son necesarias las fotos lindas posadas. Ellas no reflejan el drama, los temores y las ansiedades de las familias inmortalizadas en el lento del fotógrafo.
Creo que la perfección solo se logra con el amor y el perdón. No puede existir mayor perfección que el perdón cuando un hijo es acogido con amor por sus padres porque después de haber sucumbido a la tentación del alcohol y las drogas, regresa al camino del hogar en búsqueda de ayuda. Es una verdadera perfección imperfecta, cuando un padre irresponsable decide llegar al seno familiar suplicando volver a ser recibido.
La familia perfecta es aquella que sostiene su verdadero valor en el amor profundo e incondicional. La familia perfecta es aquella que se reconoce limitada por sus propios sueños inconclusos, pero que se sostiene en los lazos de confianza y amor de todos sus miembros. La familia perfecta acepta los problemas de sus hijos como un desafío, como una oportunidad para demostrar el amor y el apoyo.
La familia perfecta es la que reconoce que sus hijos son hijos de la vida. Los padres perfectos son los que acompañan y permiten que tomen sus propias decisiones, aun a sabiendas de que puedan ser equivocadas. La familia perfecta es la que está presente cuando el hijo vuelve a su seno para sufrir juntos las consecuencias de sus opciones. La familia perfecta es la que está cuando debe estar, sin aspavientos ni estridencias. Concluyo entonces, que la familia imperfecta es la que en aparenta ser perfecta.
Deseo terminar estas reflexiones con unas sabias palabras de la Madre Teresa de Calcuta.
"Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
Sin embargo...
en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado."
Madre Teresa De Calcuta.
Kien Adriana Sang
Siendo que trabajamos desde hace tantos años justamente en ministerios relacionados con la familia, poco a poco y sin previa planificación, va uno sintiéndose en el mayúsculo compromiso de pretender que la propia familia sea perfecta…por el librito. Y ciertamente, en el día a día existen en todas las familias los dramas propios de personas imperfectas con vidas propias y el entretejer de posturas, disposiciones, egoísmos muchas veces, comportamientos, etc, ligados a los sueños y anhelos particulares, a los reclamos y faltas de cada cual, a los gustos y aspiraciones y a las necesidades y quereres de cada miembro. Todo ello transforma el lienzo familiar en una experiencia única, muy seguramente plagada de bendiciones, donde lamentablemente tendemos a resaltar simplemente aquello que no es como lo habíamos planeado…aquello que no se ajusta a nuestro propio plan y nuestro propio esquema….a nuestro ‘librito’.
Menciona la Sra. Sang que en estos días venideros, cuando en el fin de semana último de mayo celebramos en nuestro país el Día de las Madres, veremos cómo la prensa rosa, la prensa de sociedad, publicará como lo ha hecho tradicionalmente, fotografías de familias de nuestro medio, donde aparecen sus miembros vestidos impecablemente, con una sonrisa en sus labios y reseñando la felicidad que se vive en el seno familiar: padres felices, realizados, con hijos perfectos igualmente felices. O bien una madre, cabeza de un hogar uniparental, rodeada de sus retoños, que han encontrado en su progenitora el amparo y apoyo de ambas figuras paternas…reseñándose también un cuadro perfecto de felicidad.
Estoy de acuerdo con la Sra. Sang: estas fotos no reflejan el drama diario que viven las familias que allí se retratan. Las negociaciones que seguramente deben hacer entre los quereres particulares de cada quien, los sinsabores, los deseos de más atención, la falta de amor, el desamor, o el exceso de amor con que a veces lastimamos a nuestros hijos. Esas fotos no reflejan las vicisitudes de las familias uniparentales y las dificultades propias de esa situación. Esas fotos no reflejan el dolor de no poder acompañar a un hijo en un momento de triunfo o de fracaso, de enfermedad o de dolor, simplemente porque se debe cumplir con un horario de trabajo necesario para poner en la mesa el pan de cada día y solventar la vida del hogar. Esas fotos no reflejan que muchas veces esa pareja se encuentra en el mismo lugar que tú y que yo, que no teniendo un librito bajado del cielo para llevar adelante nuestro matrimonio y nuestros hijos, muchas veces nos encontramos en las dudas propias y en el no saber cómo será la forma ideal de manejar una situación determinada. Esas fotos no reflejan que alguna vez ella se sintió sola, desdichada. Ni reflejan que él se sintió no valorado o un simple productor de dinero en su hogar.
Esas fotos no reflejan la realidad: que esa familia es tan imperfecta como la mía y la tuya y que la gran belleza de la travesía familiar es lograr que cada hilo, que somos cada uno de nosotros, se entrelace en un lienzo fuerte, unido, que pueda sostenerse ante las tempestades y reconocer que cada uno es diferente, que cada uno es especial, que cada uno es irreemplazable. Que cada uno de nosotros somos únicos y eternamente amados por nuestro Dios. Y que esas imperfecciones nuestras, ese deseo de ser cada día mejores, eso que nos hace ser la familia que somos, con las situaciones que tenemos, con las alegrías y las penas, con las pruebas, éxitos y fracasos …es lo que nos hace ser nosotros mismos. Y aceptando nuestras limitaciones, siempre sostenidos de la mano de Dios y Su infinita misericordia, convertimos nuestra familia en una totalmente perfecta. Una donde cada miembro se sienta realizado y aceptado tal cual es, donde los padres han dejado un legado de ejemplo de vida a seguir que ellos abracen con orgullo. Donde los hijos sepan que, al salir al mundo a experimentar la propia vida, tienen un hogar donde regresar a renovar las fuerzas, a buscar calor, a encontrar comprensión, a sentirse amados. Donde sepan que, a pesar de sus caídas, siempre se les recibirá con los brazos abiertos y donde no hay más deseos que verles convertirse en adultos realizados, felices, emocionalmente maduros.
Yo acepto las mil y una bendiciones que recibo a diario, así como los retos y pruebas que deba enfrentar…acepto mi imperfección y la de mi familia y veo en esa imperfección un hermoso regalo que nos da Dios mismo para caminar hacia Él, que es perfecto, y así tratar de ser cada día mejores. Y en esa aceptación, empiezo a ver una familia perfecta
Comentarios al autor: a.berrido@codetel.net.do
EL ARTÍCULO DICE ASÍ:
Dentro de unos días, las empresas del país, buscando reactivar el comercio, empezarán a anunciar las ofertas y las rebajas con motivo del día de Las Madres. Ofrecerán a buenos precios juegos de comedor, juegos de sala, juegos de cocina, artículos para el hogar. Todo para mamá… Las revistas especializadas, la parte rosa de la prensa dominicana tomarán las tradicionales fotos con sus sonrientes miembros. Las entrevistas y opiniones, serán repetitivas: todos aconsejando y diciendo lo perfecta que es su familia y el ejemplo que son para sus descendientes. El padre y la madre sentados en sillones altos, los hijos a los lados sonrientes y bien vestidos, son inmortalizados por el lente de un periodista gráfico.
Cada año, cuando veo el despliegue que ofrecen los medios, reflexiono y me hago muchas preguntas. En esta oportunidad, me atreví a escribir y comunicar mis viejas reflexiones para compartirlas con mis lectores. Muchas inquietudes me atormentan ¿Cuál es la familia perfecta? ¿Existen familias perfectas? ¿Qué es la perfección? ¿Para qué la perfección? Y después de buscar respuestas, llegué a la hermosa conclusión que la familia más perfecta es aquella que asume la imperfección como su maravilloso designio. No puede existir una familia perfecta, sencillamente, porque no existe un ser humano que sea perfecto.
Lo he dicho otras veces y no me cansaré de repetirlo: la familia es el soporte básico de una sociedad. Es el lugar donde se forjan los valores y se desarrolla y enredan las raíces que cuando creces, alzas vuelo y buscas construir tu propia vida, siempre te llevan al mismo lugar: la infancia, matizada por las enseñanzas y los recuerdos de tus padres y los juegos de niños con tus hermanos y hermanas.
Tuve los mejores padres que una persona puede soñar tener. Pero eran los mejores en su maravillosa imperfección. Papá era un hombre del pueblo, nacido en China continental, que decidió romper con su círculo de pobreza, zarpando a la gran aventura marina. Llegó al país sin saber hacia dónde llegaría. Añoraba, como muchos despavoridos de la vida, llegar a los Estados Unidos, y allí, en la tierra prometida, construir su sueño americano. Por azar y por recomendación de un tío, llegó al Caribe y, aquí, en esta media isla, inició su trayectoria personal. Construyó su familia, y de la mejor manera posible, de la forma más responsable, legó a sus hijos una fortuna inmensa de recuerdos y gratos momentos. Hoy, adulta, sus palabras y su figura acuden a mi memoria cada día. Mi madre, la madre que supo acunar en su vientre a 9 hijos, era una mujer trabajadora, dura, disciplinada y amorosa. Era la que imponía el orden. Juntos se complementaban maravillosamente. Hoy, sus hijos y nietos hemos construido nuestro presente, futuro entonces, con nuestros dramas, amores, desamores, duelos y lazos fraternos; pero, y es lo más importante, hemos sabido mantenernos unidos a pesar de los pesares.
Entonces me pregunto. ¿Qué puede ser más perfecto que la madre que acuna a su hijo por las noches, y presurosa lo prepara para dejarlo con la tía o la madre, para salir a buscarle el pan de cada día? ¿Qué puede ser más perfecto que la devoción de un padre y una madre por un hijo con problemas de limitaciones físicas? ¿Qué mayor perfección existe en la familia uniparental por necesidad o circunstancia, donde los hijos, a pesar de las carencias, se sienten amados? No, no son necesarias las fotos lindas posadas. Ellas no reflejan el drama, los temores y las ansiedades de las familias inmortalizadas en el lento del fotógrafo.
Creo que la perfección solo se logra con el amor y el perdón. No puede existir mayor perfección que el perdón cuando un hijo es acogido con amor por sus padres porque después de haber sucumbido a la tentación del alcohol y las drogas, regresa al camino del hogar en búsqueda de ayuda. Es una verdadera perfección imperfecta, cuando un padre irresponsable decide llegar al seno familiar suplicando volver a ser recibido.
La familia perfecta es aquella que sostiene su verdadero valor en el amor profundo e incondicional. La familia perfecta es aquella que se reconoce limitada por sus propios sueños inconclusos, pero que se sostiene en los lazos de confianza y amor de todos sus miembros. La familia perfecta acepta los problemas de sus hijos como un desafío, como una oportunidad para demostrar el amor y el apoyo.
La familia perfecta es la que reconoce que sus hijos son hijos de la vida. Los padres perfectos son los que acompañan y permiten que tomen sus propias decisiones, aun a sabiendas de que puedan ser equivocadas. La familia perfecta es la que está presente cuando el hijo vuelve a su seno para sufrir juntos las consecuencias de sus opciones. La familia perfecta es la que está cuando debe estar, sin aspavientos ni estridencias. Concluyo entonces, que la familia imperfecta es la que en aparenta ser perfecta.
Deseo terminar estas reflexiones con unas sabias palabras de la Madre Teresa de Calcuta.
"Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
Sin embargo...
en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado."
Madre Teresa De Calcuta.
Kien Adriana Sang
Siendo que trabajamos desde hace tantos años justamente en ministerios relacionados con la familia, poco a poco y sin previa planificación, va uno sintiéndose en el mayúsculo compromiso de pretender que la propia familia sea perfecta…por el librito. Y ciertamente, en el día a día existen en todas las familias los dramas propios de personas imperfectas con vidas propias y el entretejer de posturas, disposiciones, egoísmos muchas veces, comportamientos, etc, ligados a los sueños y anhelos particulares, a los reclamos y faltas de cada cual, a los gustos y aspiraciones y a las necesidades y quereres de cada miembro. Todo ello transforma el lienzo familiar en una experiencia única, muy seguramente plagada de bendiciones, donde lamentablemente tendemos a resaltar simplemente aquello que no es como lo habíamos planeado…aquello que no se ajusta a nuestro propio plan y nuestro propio esquema….a nuestro ‘librito’.
Menciona la Sra. Sang que en estos días venideros, cuando en el fin de semana último de mayo celebramos en nuestro país el Día de las Madres, veremos cómo la prensa rosa, la prensa de sociedad, publicará como lo ha hecho tradicionalmente, fotografías de familias de nuestro medio, donde aparecen sus miembros vestidos impecablemente, con una sonrisa en sus labios y reseñando la felicidad que se vive en el seno familiar: padres felices, realizados, con hijos perfectos igualmente felices. O bien una madre, cabeza de un hogar uniparental, rodeada de sus retoños, que han encontrado en su progenitora el amparo y apoyo de ambas figuras paternas…reseñándose también un cuadro perfecto de felicidad.
Estoy de acuerdo con la Sra. Sang: estas fotos no reflejan el drama diario que viven las familias que allí se retratan. Las negociaciones que seguramente deben hacer entre los quereres particulares de cada quien, los sinsabores, los deseos de más atención, la falta de amor, el desamor, o el exceso de amor con que a veces lastimamos a nuestros hijos. Esas fotos no reflejan las vicisitudes de las familias uniparentales y las dificultades propias de esa situación. Esas fotos no reflejan el dolor de no poder acompañar a un hijo en un momento de triunfo o de fracaso, de enfermedad o de dolor, simplemente porque se debe cumplir con un horario de trabajo necesario para poner en la mesa el pan de cada día y solventar la vida del hogar. Esas fotos no reflejan que muchas veces esa pareja se encuentra en el mismo lugar que tú y que yo, que no teniendo un librito bajado del cielo para llevar adelante nuestro matrimonio y nuestros hijos, muchas veces nos encontramos en las dudas propias y en el no saber cómo será la forma ideal de manejar una situación determinada. Esas fotos no reflejan que alguna vez ella se sintió sola, desdichada. Ni reflejan que él se sintió no valorado o un simple productor de dinero en su hogar.
Esas fotos no reflejan la realidad: que esa familia es tan imperfecta como la mía y la tuya y que la gran belleza de la travesía familiar es lograr que cada hilo, que somos cada uno de nosotros, se entrelace en un lienzo fuerte, unido, que pueda sostenerse ante las tempestades y reconocer que cada uno es diferente, que cada uno es especial, que cada uno es irreemplazable. Que cada uno de nosotros somos únicos y eternamente amados por nuestro Dios. Y que esas imperfecciones nuestras, ese deseo de ser cada día mejores, eso que nos hace ser la familia que somos, con las situaciones que tenemos, con las alegrías y las penas, con las pruebas, éxitos y fracasos …es lo que nos hace ser nosotros mismos. Y aceptando nuestras limitaciones, siempre sostenidos de la mano de Dios y Su infinita misericordia, convertimos nuestra familia en una totalmente perfecta. Una donde cada miembro se sienta realizado y aceptado tal cual es, donde los padres han dejado un legado de ejemplo de vida a seguir que ellos abracen con orgullo. Donde los hijos sepan que, al salir al mundo a experimentar la propia vida, tienen un hogar donde regresar a renovar las fuerzas, a buscar calor, a encontrar comprensión, a sentirse amados. Donde sepan que, a pesar de sus caídas, siempre se les recibirá con los brazos abiertos y donde no hay más deseos que verles convertirse en adultos realizados, felices, emocionalmente maduros.
Yo acepto las mil y una bendiciones que recibo a diario, así como los retos y pruebas que deba enfrentar…acepto mi imperfección y la de mi familia y veo en esa imperfección un hermoso regalo que nos da Dios mismo para caminar hacia Él, que es perfecto, y así tratar de ser cada día mejores. Y en esa aceptación, empiezo a ver una familia perfecta
Comentarios al autor: a.berrido@codetel.net.do
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