Es un hecho histórico que la
filosofía cristiana hizo grandes aportaciones a la filosofía griega de tal
forma que la historia de la filosofía cristiana posee un objeto propio. Sin
embargo, no faltan quienes afirman que Platón y Aristóteles fueron monoteístas,
que identificaron la noción de Dios con la noción de Ser y enseñaron la
creación de la materia. Otros dicen que los motores inmóviles de Aristóteles,
aunque increados, eternos y necesarios, no son sino los Ángeles tomistas
creados en el tiempo y contingentes. Hay otros que sostienen que la relación
entre la mente y la voluntad del hombre con Dios en los griegos es la de la
criatura al creador, o del ser al Ser. Por si fuera poco, no faltan los que
promueven que los “avances” de las “metafísicas” modernas se deben a su
desvinculación de la religión.
A todo esto, hay que responder
reconociendo el hecho de que los textos de los filósofos cristianos medievales están
llenos de textos griegos citados y glosados, pero añadiendo que los filósofos
cristianos obtuvieron conclusiones nuevas de los principios descubiertos, por
ejemplo, por Aristóteles y por Platón. Tal es el caso de la distinción
necesaria entre esencia y esse que
alcanzó Santo Tomás. En la Filosofía aristotélica todo lo que no tiene materia
es un dios, mientras que para un filósofo cristiano hay seres materiales que no
son actos puros porque están en potencia respecto a su propio acto de ser.
Santo Tomás, amplía la noción de potencia y la disocia de la materialidad.
Siendo objetivos y justos, hay que reconocer que los griegos tienen el gran
mérito de que se plantearon el problema del principio del ser. Pero los
cristianos profundizaron en ese problema hasta llevarlo a su sentido más pleno.
Y respecto a la filosofía moderna hay que decir que la terminología de la
filosofía moderna no es otra que la de la filosofía medieval griega y cristiana
de la que se ha nutrido, con lo que se ve claro que no puede desvincularse sin
más de la filosofía medieval cristiana.
Si queremos ser objetivos,
debemos superar la injusta difamación que la reforma luterana y la ilustración
ha hecho respectivamente a la filosofía cristiana y que consiste, ya sea en
acusarla de traicionar al cristianismo para reducirlo a una filosofía o de
traicionar la esencia de la filosofía en aras de la religión. Sin la filosofía
el Evangelio queda visto por el hombre como un moralismo que suprime lo
religioso con la intención de salvarlo. Lutero consideró que la ética
aristotélica es el peor enemigo de la gracia. Para él, el cristianismo no es
una filosofía, ni hay filosofía compatible con el Evangelio. Pero, el filósofo
cristiano sabe que, aunque el cristianismo trasciende radicalmente toda filosofía,
no es posible prohibirle tener una visión filosófica del universo. Decir que la
filosofía cristiana no es realmente cristiana por especular sobre la
naturaleza, la materia prima, la unidad y la pluralidad de las formas, etc.,
porque en esos temas no hay un interés esencial en la salvación del hombre, es
no entender lo que es el cristianismo ni lo que es la filosofía.[1]
Los filósofos cristianos
medievales continuaron con la especulación griega llevándola a otro nivel de
profundidad. Es muy injusto decir que en la historia de la filosofía no
existen principios auténticamente cristianos que se deban a la Sagrada
Escritura. Porque si bien, la filosofía cristiana trasciende todos los sistemas
filosóficos, es una continuación de la filosofía griega pero que la trasciende
a la vez que la hace continuar. Los filósofos conversos vuelven a la filosofía
con un espíritu nuevo. Hubo filosofía cristiana porque algunos filósofos se
hicieron cristianos y siguieron haciendo filosofía inevitablemente. Mientras
haya cristianos que piensen habrá filosofía cristiana. Y lo que hay que decir a
Lutero es que la filosofía cristiana no surge de la gracia, que es lo esencial
del cristianismo, sino de la naturaleza que perfecciona el cristianismo y que
es el objeto propio de la filosofía. El filósofo cristiano reflexiona sobre el
sujeto de la gracia.
La gran aportación de la
filosofía cristiana es la afirmación de una realidad intrínsecamente buena de
la naturaleza que los griegos intuyeron, pero no conocieron por no conocer su
origen y su fin. Por eso la reforma protestante es tan destructiva, porque los
filósofos que se convirtieron durante los primeros años del cristianismo y la Edad
Media nunca pensaron que la predicación del Evangelio implicara la negación de
la naturaleza, aun de la naturaleza caída o la negación del libre albedrío. Es
el luteranismo el que ha introducido la idea de una gracia que salva al hombre
sin producir un cambio en él, y una justicia que rescata la naturaleza
corrompida sin restaurarla. Por eso el luteranismo es incompatible con el
cristianismo, porque promueve un Cristo que perdona al pecador sus heridas,
pero no las cura y eso es contrario al Evangelio. El cristianismo de los
reformadores es la negación del cristianismo. En el luteranismo no hay lucha
contra los vicios ni conquista de virtudes y por eso no hay lugar para una
auténtica teología moral. La visión luterana y, en general, reformadora es
pesimista en cuanto considera que el mundo natural está corrompido. Por eso en
esa perspectiva no tiene caso estudiar la Física aristotélica, o la Metafísica
y mucho menos la Lógica tomista que Lutero considera basura.[2] Si los primeros cristianos hubieran pensado como
Lutero, no hubiese habido filosofía cristiana porque hubieran prohibido su
obra. Todo luteranismo es alérgico a la filosofía. Pero los cristianos pensaban
de manera totalmente opuesta a la de Lutero y por eso para Lutero todos los
filósofos y los teólogos medievales son paganos ingenuos que sostienen que el
pecado original no destruyó la naturaleza y que ésta fue restablecida por la
gracia de modo que le es posible obrar, progresar y merecer. Lutero desprecia
la naturaleza creada por Dios por la que Cristo murió para salvarla. A la
filosofía medieval y auténticamente cristiana era menester mantener una
filosofía de la naturaleza integrándola a una teología sobrenatural de modo
coherente. Mostrando así que la gracia perfecciona la naturaleza.
Gracias a Platón y a
Aristóteles el cristianismo ha podido tener una filosofía. Y por eso es muy
grande la aportación del helenismo a la filosofía cristiana. Pero la deuda del
helenismo con el cristianismo también es muy grande porque el helenismo
aprendió mucho del cristianismo en cuanto le hizo avanzar en profundidad, y le
hizo perdurar. Santo Tomás nos enseña que aun cuando Aristóteles no tuvo
conciencia de la creación sus principios la contienen. La filosofía cristiana
hace decir a Platón y a Aristóteles la totalidad de la verdad que desde sus
principios se puede alcanzar. Los cristianos les hicieron decir lo que no
habían dicho pero que podía decirse desde sus principios. Los cristianos se
dejaron enseñar de los filósofos griegos y luego trabajaron en el progreso de
la filosofía griega descubriendo lo cristiano que podía estar implícito en
ella. Por eso entre el helenismo y el cristianismo hay continuidad y colaboración
mutua; enriquecimiento y salvación, mientras en el luteranismo hay ruptura y
destrucción.
[1] Cfr. Gilson, Étienne. El espíritu de la Filosofía Medieval. Rialp, Madrid, 2009, p. 380.
Manuel Ocampo
Ponce
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