Lourdes 1928. Se cuenta de este niño paralítico de 10 años que sus padres
llevaron a Lourdes con la esperanza que fuera curado. Su mamá lo anima
contándole los milagros que se dan en Lourdes y el amor inmenso que nos tiene
la Santísima Virgen María y cómo intercede por nosotros ante su hijo Jesús.
Por la tarde iban a bendecir a
los enfermos con el Santísimo Sacramento que lleva el sacerdote. Llegan a
tiempo y se colocan en su sitio para recibirla. El sacerdote imparte la
bendición al niño enfermo. Y éste le dice a Jesús: “Si no me curas se lo diré a tu madre”.
El sacerdote continúa su
camino. Al regresar se detiene de nuevo delante de este pequeño y le imparte
nuevamente la bendición con el Santísimo Sacramento. Esta vez el niño, en voz
alta, exclama: “Jesús,
si no me curas se lo diré a tu madre”. Al instante quedó curado.
Hace muchos años leí esta bella historia y aun hoy cuando necesito un favor especial de nuestro Señor para
alguna persona, acudo primero a su madre y le cuento lo que iré a pedirle a su
hijo. Luego voy al oratorio donde está Jesús en el sagrario. Después de
acompañarlo un rato y rezar, le hago mi petición.
Nunca he quedado defraudado.
María es una madre bondadosa,
como todas las madres, pero ella, la
llena de gracia, nos brinda bendiciones de su hijo Jesús.
Recuerdo de niño que cuando
necesitaba algo de mi papá, acudía a mi mamá. Ella, por la noche le decía y al
día siguiente obtenía lo que esperaba. Con María es igual. Su hijo nada le va a negar. Es
como en la boda de Caná en que ambos asistieron. Me encanta esta historia por el increíble
desenlace. A pesar de lo
que su hijo le dice, ella intercede y ¡de qué manera!
¿No crees que hará lo mismo por ti?
“Tres
días más tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús
estaba allí. También fue invitado Jesús a la boda con sus discípulos. Sucedió
que se terminó el vino preparado para la boda, y se quedaron sin vino. Entonces
la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos?
Aún no ha llegado mi hora.» Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.»”
(Jn 2, 1- 5)
(Jn 2, 1- 5)
Al final, ¿qué es lo
importante? Como suele decirnos mi mamá: “Saber que no estamos solos. Tenemos una Madre en el
cielo”.
Y, ¿qué nos dice nuestra madre
del cielo? “Hagan lo que
mi hijo les diga”.
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