miércoles, 25 de octubre de 2017

CONVERSACIONES TEOLÓGICAS EN UN RINCÓN DE INTERNET


Jorge Alberto escribió este comentario a mi post acerca de los teólogos amateurs: ¡Ay, qué paciencia hay que tener con el Fortea espontáneo!

No, querido Jorge, no. Mis libros te pueden gustar o no, tienes todo el derecho a ello. Pero lo que he dicho, en lo que es el campo de mi especialidad, no es espontáneo. Me dedico a mis libros sobre los ángeles, demonios, posesión, exorcismo, el infierno como trabajo. Algunos se han dedicado a los enfermos, otros a los pobres. Yo he actuado en conciencia respecto a lo que sentía que debía hacer con mi vida. De ahí que, al respecto, no albergue remordimiento alguno.

Podría haber escrito un gran tratado monumental con todas las referencias posibles de los santos padres, de los grandes teólogos, acerca de este tema. Pero si he escrito Historia del mundo angélico o Las corrientes que riegan los cielos ha sido precisamente porque en mi trabajo he querido superar lo que hubiera sido una mera labor de recopilación. No se trataba de recopilar, sino de reflexionar e ir más allá.

Así que Jorge, a estas alturas de mi vida, te puedo asegurar que mi teología puede ser cualquier cosa, pero no espontánea.

Te quejabas de que afirmara que hay teólogos amateurs. Mira, yo puedo estar de acuerdo con unos autores o no estarlo. Pero he admirado mucho a grandes pensadores con los que no he estado de acuerdo. Y es que se nota a la legua, en cuanto uno lee un libro o un artículo o escucha una conferencia, quién se dedica a esto de modo profesional y quién lo hace fruto de una impulsion transitoire.

Después añadías: Con Balthasar evoluciona la teología porque la corrompe siendo hereje. Más confuso no puede ser. Los libracos de los herejes son legión.

Me imagino que desconocer que san Juan Pablo II lo elevó a la dignidad cardenalicia, siendo presbítero. Según se dijo poco después de su muerte, el teólogo había declinado tan gran honor (el más alto), no considerándose digno, y fue el Papa polaco el que le tuvo que insistir, diciéndole que lo quería a él en el Sacro Colegio.

Por si fuera poco, los elogios del siguiente Papa, fueron todavía más abiertos. Como se puede comprobar, como botón de muestra en este link:


Pero quiero acabar con un apunte extremadamente positivo. Ayer un comentarista, Alfonso, puso un comentario tan precioso que no me resisto a copiarlo:

A veces es muy ilustrador la forma de denominar que usan otras culturas, muy lejanas y distintas a la nuestra. 

Por ejemplo, siguiendo con el tema del post de hoy, sacerdote católico en chino es:

天主教牧
(Tiānzhǔjiào mùshi)
‘Maestro-que-apacienta-en-la-doctrina-del-Señor-del-Cielo’

Alfonso, sencillamente: ¡bravo!


P. FORTEA

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