Al cometer este
pecado Dios no perdona, no porque Él no quiera, sino porque la persona no le
deja.
Por: Lisseth Cruz Bonilla | Fuente: PadreSam.com
Por: Lisseth Cruz Bonilla | Fuente: PadreSam.com
Es Mateo (12,31-32) quien menciona un pecado “que no será perdonado”, y aclara que es “la blasfemia contra el Espíritu Santo”. Mucho se
ha especulado sobre esto, es por eso que vamos a analizar de qué se trata.
- ¿EN
QUÉ CONSISTE ESTE PECADO?
El texto bíblico dice que es “blasfemar contra el Espíritu Santo”, ahora bien, la blasfemia no es solamente con
palabras, sino también y sobre todo con hechos. ¿Quién blasfema? Quien no se siente necesitado de Dios, quien no
se siente pecador o se cree sin pecado, quien se cierra al llamado de Dios a la
conversión, quien endurece el corazón a tal punto que a la persona no le
interesa Dios.
Es pecado el endurecer el corazón y decirle,
p.e., a Dios: ‘No me interesas; estoy bien sin
ti; no te necesito’. Es pecado considerar que Dios no puede
perdonar, o negar el perdón de Dios en la confesión. En conclusión, es el pecado por el que el hombre se
niega libre y conscientemente al perdón y la misericordia de Dios.
¿Por qué es tan grave este pecado? Sencillo,
porque ante esta circunstancia, ¿qué puede hacer Dios? NADA; tan solo dejar que
la persona muera en su pecado. Allí Dios no puede actuar, Dios no tiene nada
qué hacer, no tiene nada qué perdonar, no perdona nada, no porque Él no quiera,
sino porque la persona no le deja. Como dirá Proverbios: “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los
confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia”(Proverbios 28,
13)”.
- ¿CÓMO
SE COMETE ESTE PECADO?
Existen dos maneras
principales en las que se comete este pecado:
- Conciencia
Escrupulosa: La conciencia escrupulosa es la que exagera
la proporción del pecado y su efecto en su alma, la persona que posee este
tipo de conciencia se considera incapaz e indigno de recibir la
Misericordia de Dios. Se cierra a la gracia y no se arrepiente, pues
considera que todo está perdido, que será en vano todo esfuerzo por
mejorar, pues ya está condenado, mira su pecado como superior a la
Misericordia de Dios.
Es necesario distinguir entre remordimiento y
arrepentimiento: el remordimiento es el sentimiento y acusación que pone el
enemigo en el corazón, haciendo creer que el pecado es imperdonable y que Dios
no lo olvidará nunca. Esto es una calumnia al amor de Dios y una soberbia
enorme, considerar a Dios un ser despiadado y vengativo.
La persona que tiene este tipo de conciencia
deja de confesarse, deja de orar, y se obstina en el pecado. Vive con tristeza
y desesperanza. Si reuniéramos todos los pecados del pasado, del presente y del
futuro son una gota en comparación del mar de la Misericordia de Dios.
Solución: Reconoce la Misericordia de Dios en tu vida, el
Señor te ama y perdona tus pecados si tú te arrepientes de corazón. No hay
pecado que Dios no perdone. Isaías 43, 25: “Soy yo
quien tenía que borrar tus faltas y no acordarme más de tus pecados” y
Romanos 5, 20.
- Conciencia Laxa: Es
el otro extremo, es considerar que la Misericordia de Dios es tan grande,
que no necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados ni de la conversión,
pues Dios es un alcahuete que perdonará sin arrepentimiento.
“La persona laxa tiene como
lema errar es humano; vive convencida de que es demasiado débil para
resistirse al pecado, y tiende a quitarle toda importancia”. Es
necesario recordar que Dios es Amor, pero también es justicia y es imposible que su Misericordia nos abrace si no la
buscamos. En la persona con conciencia Laxa no existe dolor por
haber ofendido a Dios, y se aprovecha del argumento de que Dios sabe y conoce
la debilidad humana.
El Laxo de conciencia no busca la confesión, se
obstina en su pecado y vive un Cristianismo mediocre. En este grupo de personas
están los que creen que son buenos porque no se meten con nadie, que tienen
pocos pecados o que se confiesan únicamente con Dios sin necesidad de un
Sacerdote. El Espíritu Santo se ve rechazado y anulado por esta autosuficiencia
y abuso de la Misericordia de Dios. O también está el que juega con el
Sacramento, diciendo peco sin problema porque mañana me confieso.
Solución:
Reconocer y arrepentirse de corazón por los pecados, hacer un
buen examen de conciencia, confesarse Sacramentalmente, tener propósito de
enmienda y de no volver a caer en el pecado. Y hacerlo cada vez que pequemos.
Permitiendo que el Espíritu Santo entre y obre en el corazón.
3.
CONCLUSIÓN
Es necesario que comprendamos que el pecado
contra el Espíritu Santo no puede ser perdonado porque el Pecador no se
arrepiente, no porque Dios no lo quiera perdonar. Por eso ábrete a la acción de
la gracia del Espíritu Santo, lucha por tu conversión y confía en su
Misericordia que es infinita y eterna.
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