Septiembre es el mes tradicional de los siete
dolores de María.
Del mismo modo que el Viernes de Dolores,
previo al Domingo de Ramos.
Lo de Semana Santa
se explica porque se celebra la Pasión del Señor, el mayor dolor de su Madre.
¿Pero por qué en septiembre?
La respuesta tradicional y la más obvia es que la Fiesta de los
Siete Dolores se encuentra en la mitad del mes, el 15 de septiembre.
Y está apropiadamente allí porque la fiesta de la Exaltación de
la Cruz es el día antes.
Y aún dos días antes tenemos la
Fiesta del Dulce Nombre
de María.
Pero también podría haber una razón más profunda.
Octubre
está dedicado al rosario, tal vez la más tradicional y duradera de las
devociones marianas.
Y una que es aún más amplia en su alcance, ya que abarca 20 misterios de
los evangelios.
¿Qué mejor manera de prepararnos para esta oración, que introducirnos en
los Siete Dolores de María, que sirven
como una especie de curso acelerado de catequesis en la devoción a María en
general?
Para aquellos no tan familiarizados con esta devoción de a los 7 dolores, son estos:
La profecía de Simeón
La huida a Egipto
La pérdida de Jesús en el templo
El Encuentro de Jesús y María en el Camino de la Cruz
La Crucifixión
La bajada del cuerpo de Jesús de la Cruz
Jesús es colocado en la tumba
La huida a Egipto
La pérdida de Jesús en el templo
El Encuentro de Jesús y María en el Camino de la Cruz
La Crucifixión
La bajada del cuerpo de Jesús de la Cruz
Jesús es colocado en la tumba
Lo que es más
notable de esta lista es que recorremos
casi todo el curso de los evangelios desde la profecía de Simeón a su
cumplimiento.
En cierto sentido, esta devoción se compone de una mini-Navidad y una mini-Cuaresma embalado en una sola.
En la profecía de Simeón se nos presenta a la función
tradicional de María como corredentora.
La pérdida y posterior
hallazgo de Jesús en el templo parece tener la implicación de María trayéndonos a Jesús, su
identificación con el templo, la plenitud de su humanidad y divinidad que se
insinúa en diferentes e interesantes maneras.
Baste decir, que hay mucho a esta devoción. Estas son sólo dos de los
siete dolores.
Pero hay tres temas clave que
parecen destacarse:
ENCONTRAR A CRISTO EN MARÍA
Esto parece repetirse a lo largo de estos misterios. Cristo está “perdido”
de Israel huyendo a Egipto, pero vuelve.
María ‘pierde’
a Cristo en el templo sin embargo, a continuación, lo encuentra allí.
Cristo muere en la cruz, pero vuelve
en la resurrección.
Parece que siempre nos
encontramos con Él en María.
No hay tiempo perdido en la
búsqueda de Él, si vamos a María, porque Él está siempre allí, siempre en casa.
MARÍA NOS CONDUCE A CRISTO
Esto no es exactamente lo
mismo que lo
anterior.
No sólo nos encontramos a Cristo dentro de María, sino que ella nos lleva a lo largo de nuestra búsqueda.
Esto se ve reforzado por el
tema de los viajes que impregna esta devoción, como el viaje a Egipto, el viaje desde y
hacia el templo, así como el extraordinario viaje espiritual desde el
nacimiento de Jesús a su entierro.
EL MARTIRIO
El martirio parece ser la
clave, tanto para la búsqueda y el hallazgo de Jesús.
Y cada uno de estos siete
dolores arroja nueva luz sobre el martirio de María.
El martirio que experimenta María es particularmente instructivo para los que vivimos en Occidente hoy.
Aunque María no experimenta el
martirio físico, sin
embargo, experimenta un martirio
espiritual interno a través de su estrecha unión con su hijo.
Y, a su vez, nadie es más
adecuado para mostrarnos cómo ser mártires de Cristo hoy que María.
Las tres coronillas de los 7 Dolores de María más tradicionales son
la Revelada a Santa Brígida –
que relatamos abajo -, la
Coronilla Servita de los 7 Dolores, que puede leerse
aquí, y la Corona de Lágrimas de Nuestra Señora de las Lágrimas, que
puede leerse
aquí.
LA CORONILLA DE LOS DOLORES REVELADA A SANTA
BRÍGIDA
A Santa Brígida le fue revelada la promesa de la Santísima Virgen de
conceder siete Gracias a las almas que la honren y acompañen diariamente,
rezando siete Avemarías, meditando en sus lágrimas y dolores.
Santa Brígida, patrona de
Suecia, nació en
1307 y murió el 23 de julio de 1373, siendo canonizada en 1401 y designada
Patrona de Europa en el 2000.
Se destacó principalmente por
una intensa vida de caridad que compartió con su marido Ulf, por ser una de las místicas más
importantes de la Edad Media y por haber recibido, durante su fructífera vida,
numerosas revelaciones privadas de Jesús y María…
En una de estas numerosas revelaciones, la número XIV del tomo segundo,
de su obra de ocho tomos “Revelaciones”, la Santísima Virgen le comunicó, con respecto
a sus dolores, lo siguiente:
“Miro ahora a todos los que viven en el mundo por ver si hay
quien se compadezca de mí y medite en mi dolor; mas hallo poquísimos que
piensen en mi tribulación y padecimientos.
.
Y así tú, hija, no me olvides, aunque soy olvidada y menospreciada por muchos, mira mi dolor e imítame en lo que pudieres.
.
Considera mis angustias y lágrimas, y duélete de que sean pocos los amigos de Dios”.
.
Y así tú, hija, no me olvides, aunque soy olvidada y menospreciada por muchos, mira mi dolor e imítame en lo que pudieres.
.
Considera mis angustias y lágrimas, y duélete de que sean pocos los amigos de Dios”.
LAS
PROMESAS
La
Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía estas siete
gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y
rezando siete Avemarías:
• Pondré paz en sus familias.
.
• Serán iluminados en los Divinos Misterios.
.
• Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
.
• Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
.
• Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
.
• Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
.
• He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente.
Pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.
.
• Serán iluminados en los Divinos Misterios.
.
• Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
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• Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
.
• Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
.
• Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
.
• He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente.
Pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.
También según San Alfonso María de Ligorio, Nuestro Señor reveló a Santa Isabel de
Hungría que Él concedería cuatro gracias especiales a los devotos
de los dolores de Su Madre Santísima, que son complementarias a las de Santa
Brígida:
• Aquellos que antes de su
muerte invoquen a la Santísima Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una
contrición perfecta de todos sus pecados.
.
• Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su muerte.
.
• Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo.
.
• Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.
.
• Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su muerte.
.
• Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo.
.
• Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.
CÓMO
SE REZA
Esta devoción se hace rezando todos los días
siete veces el Ave María mientras meditamos los siete dolores de María (un Ave
María en cada dolor).
También, en orden de hacer una meditación más
profunda, se suelen rezar un
Padrenuestro, siete Avemarías y Gloria en cada dolor.
Virgen María: por el dolor que sentiste
cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los
sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en
nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en
este dolor. . .
Y, por los méritos del mismo, haz que seamos
dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…
Dios te salve, María,…
LA HUIDA A EGIPTO CON
JESÚS Y JOSÉ
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando
tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre
todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte
el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este
dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos
huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…
Dios te salve, María,…
LA PÉRDIDA DE JESÚS
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada;
pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de
tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que los
jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…
Dios te salve, María,…
CAMINO DEL CALVARIO
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con
nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte;
Él, que era creador de la vida, aceptó por
nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y
precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un
malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas;
Ni la mejor corona del mundo hubiera sido
suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor
del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran
dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una
humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para
levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que seamos
dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…
Dios te salve, María,…
Y LA AGONÍA DE JESÚS
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y
pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz;
Para darnos vida a nosotros, llevó su pasión
hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión;
Tú misma también te sentirías morir de dolor en
aquel momento; te acompañamos en este dolor.
Y, por los méritos del mismo, no permitas que
jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la
redención.
Dios te salve, María,…
Dios te salve, María,…
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y
el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo;
Sentirías como si la hubieran dado en tu propio
corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no
solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida;
Y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu
Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la
maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos
en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos
amar a Jesús como Él nos amó.
Dios te salve, María,…
Dios te salve, María,…
Virgen María: por las lágrimas que
derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo;
El, que era creador, dueño y señor de todo el
universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último
momento;
Y aunque Tú supieras que al tercer día
resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte
más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos;
Siendo la suprema inocencia y la bondad
infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó
nuestro rescate por nuestros pecados;
Y Tú, Madre nuestra adoptiva y
corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste
sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada
uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, Maria,…
Dios te salve, Maria,…
Gloria al Padre.
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