Debemos batallar y
combatir las múltiples distracciones y descubrir qué es lo que nos está
ayudando a mantenernos concentrados.
Por: Philip Kosloski | Fuente: PhilipKosloski.com // PildorasdeFe.net
Por: Philip Kosloski | Fuente: PhilipKosloski.com // PildorasdeFe.net
Un día mientras viajaba con un pobre granjero,
San Bernardo mantenía sus ojos hacia abajo y rezaba en silencio. El granjero
estaba confundido y le preguntó al Abad porque hacía eso. San Bernardo le
contestó que lo hacía para mantenerse concentrado y evitar distraerse durante
la oración. El granjero le dijo muy seguro de sí mismo: “yo nunca me he distraído durante la oración”. El santo objetó:
"Me cuesta creerlo". Hagamos un
trato. “Si usted puede decir el padre nuestro sin
distraerse ni una sola vez, Le daré esta mula en la que voy montado. Pero si no
lo consigues, deberá venir conmigo y convertirte en un monje". El
campesino estuvo de acuerdo y comenzó a rezar: "Padre
Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea…", luego de
detenerse un momento le preguntó al Abad: "...y
eso incluye la montura y la riendas?".
Sí, debemos
ser honestos con nosotros mismos, sabemos lo difícil que es mantenerse
enfocado durante la oración. La buena noticia es que no estamos solos, hasta
los santos han luchado con estas distracciones.
Pero, ¿porque
es tan difícil mantenerse concentrado durante la oración? ¿Si no podemos
eliminar las distracciones, podemos al menos reducir enormemente que tan a
menudo sucede?
Para responder esta pregunta, deberíamos volver
a ver algunas formas en las que nuestra cultura ha contribuido a arruinar
nuestra atención y luego debemos examinar algunas sugerencias de los santos,
mientras vemos algunas formas prácticas en las que podemos volver a enfocarnos.
Primero aquí algunas estadísticas acerca de nuestro
limitado foco de atención:
- Promedio foco de atención
en 2015: 8.25 segundos
- Promedio foco de atención en 2000: 12 segundos
- El promedio foco de atención de un pez dorado: 9 segundos
- Duración promedio de visualización de un video en internet: 2.7 minutos
- Promedio foco de atención en 2000: 12 segundos
- El promedio foco de atención de un pez dorado: 9 segundos
- Duración promedio de visualización de un video en internet: 2.7 minutos
No se necesita un experto para comprender que
las causas detrás de nuestro decrecimiento en la capacidad de mantenernos
concentrados. La velocidad del Internet y el aumento de uso de los teléfonos
inteligentes nos han acostumbrado a mantener comunicación y entretenimiento
instantánea.
No debemos esperar para que alguien nos responda
o pasar nuestras tardes hojeando las páginas de un libro dentro de una
biblioteca. Incluso los paquetes son entregados a nosotros instantáneamente. Lo
que solía tomar días, o meses, está todo hoy al alcance de presionar un botón.
Desafortunadamente, esto nos ha llevado a querer tener la misma experiencia cuando oramos.
Queremos que Dios actúe ahora y
que las respuestas a nuestras oraciones simplemente “sucedan”.
Lo que pasa en realidad es que la oración no sucede fácilmente y que
estamos luchando para mantenernos concentrados en Dios.
¿ENTONCES
QUÉ DEBE HACER UNA PERSONA? ¿DEBEMOS RENDIRNOS?
No. Debemos luchar y mantenernos luchando en
contra de las distracciones.
San Ammonas el Ermita dijo una vez.
"Es en realidad
esencial para un hombre tener luchas en contra de sus pensamientos si los velos
tejidos de sus pensamientos y que cubren hasta su intelecto se van a extraer
para permitirle a su vez dirigir su mirada sin dificultad hacia Dios y para
evitar seguir la voluntad de sus pensamientos errantes". (Soluciones
Santas).
Antes de entrar a una iglesia San Francisco de
Asís solía decir:
"Mundanos y frívolos
pensamientos, quédense aquí en esta puerta hasta que regrese..." (Soluciones
Santas).
Tal como San Bernardo y San Francisco lo sabían
lo que debemos hacer es combatir las distracciones, debemos tomar medidas apropiadas para reducir las distracciones
innecesarias y prevenir que nos alejen de nuestra conversación con Dios.
A continuación algunos consejos prácticos de la iglesia, los santos y la naturaleza
humana que nos pueden ayudar a combatir las distracciones:
1.-
EXAMINE Y DETERMINE SUS PRIORIDADES
Una de las razones por las que somos distraídos
por algunas tareas que tenemos pendientes durante la oración, es porque no
tenemos establecido nuestras prioridades y todo está en nuestra mente al mismo
tiempo en un mismo nivel de importancia. Eso quiere decir que “Dios” y “la oración” reciben
el mismo monto de atención como los proyectos del trabajo o las tareas del
hogar.
“cic 2729: La dificultad
habitual de la oración es la distracción. En la oración vocal, la
distracción puede referirse a las palabras y al sentido de estas. La distracción,
de un modo más profundo, puede referirse a Aquél al que oramos, tanto en la
oración vocal (litúrgica o personal), como en la meditación y en la oración
contemplativa. Dedicarse a perseguir las distracciones es caer en sus redes;
basta con volver a nuestro corazón: la distracción descubre al que ora aquello
a lo que su corazón está apegado. Esta humilde toma de conciencia debe empujar
al orante a ofrecerse al Señor para ser purificado. El combate se decide cuando
se elige a quién se desea servir (cf Mt 6,21.24).”
Éste párrafo tan profundo del Catecismo nos
recuerda de dos verdades importantes. La primera es resistir la tentación de combatir las distracciones durante la oración
para eliminarlas. Como resultado pasamos nuestra oración enfocados en las
distracciones y no en Dios.
La segunda es establecer nuestras prioridades.
Si colocamos la oración por delante de todas nuestras otras tareas que tenemos,
nuestra mente sabrá cuál es lo más importante y se enfocará en eso.
2.-
REDUZCA EL HÁBITO DE SER “MULTI-TASKING”.
Si nos encontramos a nosotros mismos tratando de
hacer múltiples actividades mientras oramos, es probable que sea un hábito
nuestro de todo el tiempo. El problema con volvernos multi-tasking, es que terminamos haciendo un montón de actividades
de manera pobre en lugar de hacer una de ellas de manera perfecta.
Nuestra atención se diluye y nuestra mente se satura. No debería ser sorpresa
que cuando nos sentamos para orar, no podemos evitar hacer más de una cosa y
pensar en un millón de diferentes cosas al mismo tiempo.
En lugar de esto, deberíamos de trabajar así
reducir nuestro hábito de ser multi-tasking y solo enfocarnos en una actividad
al mismo tiempo.
3.-
AYUNO DE TECNOLOGÍA.
Una gran forma de re-enfocar nuestra atención es
hacer un ayuno de tecnología durante un día completo, o al menos medio día.
Aleja el teléfono, la computadora y la
televisión y mira que sucede. Si te encuentras a ti mismo sin saber qué hacer,
da una caminata afuera y disfruta de la naturaleza. Es sorprendente como el
mundo y la naturaleza pueden resetear nuestra atención y nos ayudan a sentirnos
mucho más enfocados.
Una práctica a considerar es ayunar de la
tecnología una hora antes de la oración. Nuestra mente necesita algún descanso
de toda estimulación y ayunar de la tecnología nos puede ayudar para aquietar
nuestra mente para la oración.
4.-
ORA DESPACIO Y CON MUCHO CUIDADO.
Otra práctica que nos ayuda a mantenernos
concentrados durante la oración es orar despacio y con cuidado. Muchas
congregaciones religiosas instruyen a su comunidad para que oren la Liturgia de
las Horas de esta forma. Es muy tentador orar el Padre Nuestro en 30 segundos o
menos pero, ¿realmente es eso orar? Si nos enfocamos en las palabras que
decimos y de manera deliberada, nuestra atención se pone en estas palabras
nuestra mente estará en capacidad de mantener su atención en esta tarea de
manera sostenida.
5.-
INVOCA LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO
Finalmente, pero no menos importante, pidamos la
guía del Espíritu Santo. Dios debe ser la primera persona a la que pidamos
ayuda, para evitar las distracciones. El espíritu Santo es nuestro intercesor y
es El que nos enseña a orar. Justo como los apóstoles le dijeron a Jesús, “Señor enséñanos a orar”, también debemos pedir al
Espíritu Santo por su ayuda.
Resumiendo…
Para concluir, vivimos en un mundo donde el
promedio de foco de atención es menos del de un pez dorado y eso impacta
gravemente nuestra capacidad de oración.
Debemos batallar y combatir las múltiples
distracciones y descubrir qué es lo que nos está ayudando a mantenernos
concentrados. Por encima de todo, debemos de llevar nuestra debilidad a Dios y
pedirle su ayuda.
Artículo publicado
originalmente en PhilipKosloski.com
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