El papiro, de 4,5
centímetros de alto por 9 centímetros de largo, con una escritura que sería del
copto antiguo.
Por: Eduardo Berdejo | Fuente: Aciprensa.com
Por: Eduardo Berdejo | Fuente: Aciprensa.com
Karen King, la historiadora de la Universidad de
Harvard (Estados Unidos), que en 2012 causó revuelo al afirmar que existía un “Evangelio de la esposa de Jesús”, según un papiro
copto, admitió cuatro años después que era falso y que su fuente era Walter
Fritz, un individuo que ha incursionado en la egiptología, venta de autopartes
y en la producción de películas pornográficas.
King, que enseña Historia Eclesial, dijo que
llegó a esta conclusión luego de leer la investigación de The Atlantic sobre
el origen del mencionado papiro, diciendo que “inclina
la balanza hacia la falsificación”.
Fritz era la pieza perdida de un rompecabezas
que había confundido por cuatro años al mundo académico sobre la autenticidad
del papiro cuyo tamaño es de 4,5 centímetros de alto por 9 centímetros de
largo, con una escritura que sería del copto antiguo y que, según afirmaban,
iba a afectar al cristianismo.
Sin embargo, el mismo Fritz envió una carta al
periodista de The Atlantic para revelarle que era el dueño del papiro. “Yo, Walter Fritz, certifico que soy el único propietario
de un fragmento de papiro (...) que fue llamado ‘Evangelio de la esposa de
Jesús’”.
"Garantizo que ni yo,
ni ningún tercero ha inventado, alterado o manipulado el fragmento y/o su
inscripción de manera alguna desde que fue adquirido por mí. El dueño anterior
no dio indicaciones de que el fragmento fue manipulado”.
King obtuvo el papiro en 2011, acompañado de la
copia de un contrato de venta firmado, que a la vez mostraba que Fritz se lo
había comprado en noviembre de 1999 a un hombre llamado Hans Ulrich Laukamp, a
quien conoció en Alemania y con quien tenía negocios conjuntos.
Una nota manuscrita en el contrato dice que "el vendedor (Laukamp) entrega fotocopias de
correspondencia en alemán. Los papiros fueron adquiridos en 1963 por el
vendedor en Potsdam (Alemania del Este)”.
Según el artículo de The Atlantic, en 1995 Fritz
estableció una compañía llamada “Nefer Art” (“nefer” es una palabra egipcia para “belleza”). Además, estuvo afiliado al Instituto
de Egiptología de la Universidad Libre de Berlín, la cual también empleó a un
hombre de nombre Peter Munro.
El nombre de Munro también se menciona en el
paquete que estaba con el papiro entregado a King. Fue él quien analizó los
documentos de Laukamp. Munro murió en 2006 y durante su análisis del papiro en
1982 escribió que "el pequeño fragmento (...)
es el único ejemplo de un texto en el que Jesús usa un discurso directo con el
que refiere tener una esposa, y que podría ser la evidencia de un posible
matrimonio”.
Cuando se le preguntó sobre la carta de Munro,
Fritz dijo a The Atlantic: "No puedo hacer
comentarios sobre cualquier problema que tenga con esa carta (...) recibí una
fotocopia de alguien, y ese es el fin de la historia”.
Sin embargo, Rene Ernest, hijastro y abogado que
representó la herencia de Laukamp después de su muerte en 2002, advirtió que
este no estaba interesado en antigüedades y no los coleccionaba.
Además, señaló que en 1963 vivía en Berlín
Occidental y que en ese entonces los alemanes de occidente solo podían ir al
lado oriental en Navidad para visitar a sus familias. Cualquier violación de
esta norma podía significar cárcel o una posible ejecución si eran descubiertos
con documentos con aparente escritura encriptada.
Cuando se preguntó cómo la firma de Laukamp
llegó al contrato de venta, la esposa de Ernest dijo a The Atlantic que “puedo fácilmente imaginar a Walter Fritz diciendo
‘necesito tu firma para la compañía’, y que Laukamp “lo habría firmado sin leer
nada”.
A pesar de ello, Fritz siguió diciendo al
periodista que él no había falsificado nada.
EXPERTOS
ADVIRTIERON FALSEDAD EN 2015
Sin embargo, la falsedad del “Evangelio de la esposa de Jesús” ya había sido
advertida en marzo de 2015 por Joel Baden, profesor asociado del Antiguo
Testamento en la escuela Divinity de la Universidad de Yale; y Candida Moss,
profesora del Nuevo Testamento y de Cristiandad Temprana en la Universidad de
Notre Dame.
Ambos expertos señalaron en una entrevista a CNN
que “hubo dudas desde el principio”, tanto
por el fragmento en sí, como por el anuncio de King de que su fuente era
anónima.
“En el mundo de las
antigüedades, el anonimato (como fue el caso de Fritz) suele ser una mala señal
que profundiza la incertidumbre inherente a los textos que se compran y venden,
a diferencia de los que se descubren en un entorno arqueológico sólido”, explicaron.
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