En diciembre de 2014, el cardenal
arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin,
visitaba Erbil, en el Kurdistán iraquí, para acompañar a los cristianos que
habían tenido que abandonar sus ciudades, como Qaraqosh o Mosul, a causa de la
presencia del Daesh. Entonces, les prometió que volvería cuando Mosul fuese
liberada y llevaría una imagen de la Virgen
de Fourvière, la patrona de Lyon. Este martes, el purpurado francés
cumplió su promesa. A hombros de varios jóvenes, escaló el muro de la antigua
catedral de la ciudad y colocó la imagen de la Virgen en un hueco habilitado
para ello.
Durante la estancia en el país,
que se extiende desde el domingo hasta este mismo miércoles, el cardenal
francés visitó Erbil, Qaraqosh y Mosul, justo tres años después de su
primera visita y de que naciese el hermanamiento entre Lyon y las ciudades y
pueblos de la zona. Le acompañaron algunos sacerdotes y obispos, que fueron
recibidos por el patriarca caldeo, Louis-Raphael Sako, y por el obispo de Mosul
y Qaraqosh, Petros Mouché.
Además de la colocación de la
Virgen en Mosul, también se vivieron momentos especialmente emotivos en otros
lugares. Es el caso de Qaraqosh.
Allí, en la iglesia de Nuestra Señora
de la Inmaculada Concepción, la comitiva francesa, junto con la local,
celebró una Eucaristía entre muros ennegrecidos, impactos de bala y escombro,
sin apenas símbolos cristianos, destruidos por los terroristas. De nuevo, se
produjo otra imagen para el recuerdo: los obispos, antes de entrar al templo,
pusieron rodilla en tierra y besaron el suelo. Los cristianos aplaudían y
gritaban de júbilo. El cardenal Barbarin invitó a los presentes a sembrar el
mensaje de esperanza del Evangelio entre los vestigios de la guerra.
En la comitiva participó el padre
Pascal Gollnisch, director
general de la asociación católica
francesa L’Oeuvre d’Orien, que durante la semana pasada recorrió los
pueblos y ciudades de la Llanura de Nínive para la colocación de alrededor de
15 imágenes de la Virgen de Lourdes. La idea surgió de un viaje de un viaje de
Gollnisch a la zona, en la que encontró un gran número de cruces y estatuas de
María y Jesús profanadas y destruidas por los terroristas.
Las estatuas fueron transportadas
en camión desde Lourdes hasta Irak y la ceremonia de colocación de las estatuas
en las parroquias, santuarios y zonas comunes de las ciudades contaron con la
participación de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, muchos de los cuales
acaban de regresar a sus ciudades natales después de pasar tres años como
desplazados y refugiados.
Alfa y Omega
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