Decir esa frase es
algo que hay que alabar, siempre y cuando se haga bien.
Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com
Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com
En ciertos lugares, muchos fieles tienen la
costumbre de, al terminar de confesar sus pecados, añadir “y me acuso de todos los
pecados olvidados”. Esto es algo que
hay que alabar, siempre y cuando se haga bien. Sin embargo, hoy quiero
mencionarte dos riesgos de esta “práctica”.
1.
NO HACER BIEN EL EXAMEN DE CONCIENCIA
Uno de los 5 pasos para hacer una buena
confesión es haber hecho bien el examen de conciencia, esto es, examinar bien
en qué le hemos fallado a Dios. Por lo tanto, si has hecho bien el examen de
conciencia, pero al momento de confesar, algún pecado se te olvidó, está bien
añadir dicha frase. Ahora bien, si esa frase (“me
acuso de todos los pecados olvidados”) es sólo para justificar de no
haber preparado la confesión, sería un grave error. El primer riesgo entonces
es que nos lleve a una pereza
espiritual, de no preparar bien la confesión.
2.
VERGÜENZA DE LOS PECADOS
Otro riesgo de utilizar dicha frase sería el
hecho de tener algún pecado que me da pena que el sacerdote lo escuche, y por
lo tanto prefiero omitirlo con la frase “y me
acuso de todos los pecados olvidados”. Nunca
debemos olvidar que la confesión es “quedar mal” con el
sacerdote para quedar “bien” con Dios“, y no al revés. Entonces, si “para quedar bien” con el sacerdote decido omitir
voluntariamente un pecado, esa confesión sería inválida.
En síntesis, no hay problema en utilizar dicha
frase si te has examinado y esforzado en preparar la confesión, pero por
diversos motivos al momento de confesarte se te olvida algún pecado. Sin
embargo, sería un grave error que por no preparar la confesión o por pena al
sacerdote que me confiesa decida emplear “y me
acuso de todos los pecados olvidados”.
Dios te bendiga.
Artículo originalmente
publicado en PadreSam.com
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