VATICANO, 01 Jun. 17 / 06:37 am (ACI).- El Papa Francisco animó a
los sacerdotes jóvenes a “abrirse a las sorpresas
de Dios”, a servirse de su creatividad para la evangelización y les
recordó que su trabajo no es un trabajo burocrático, sino que “ser sacerdote es jugarse la vida por el Señor”.
El Santo Padre realizó esta enseñanza en la audiencia que concedió en el
Palacio Apostólico Vaticano a los participantes en la Plenaria de la
Congregación para el Clero.
En su discurso, el Pontífice reflexionó sobre la nueva Ratio
Fundamentalis, documento aprobado por la Congregación para el Clero en
diciembre de 2016 en el que se determinan una serie de normativas sobre la
formación de los sacerdotes católicos.
Francisco recordó que “este documento habla
de una formación integral capaz de incluir todos los aspectos de la vida,
indicando de ese modo el camino para formar al discípulo misionero”.
En este sentido, destacó dos aspectos: “la
fascinación por la llamada y la exigencia desafiante que ello comporta”.
En concreto, trasladó sus pensamientos a los sacerdotes jóvenes, que "viven entre el entusiasmo de los primeros proyectos
y el ansia por la labor apostólica, en la cual se sumergen con un cierto temor
que es signo de sabiduría”.
Los sacerdotes jóvenes, dijo, “sienten una
profunda alegría y la fuerza de la unión recibida, pero su espalda comienza a
cargarse gradualmente por el peso de la responsabilidad, de los numerosos
compromisos pastorales y de las expectativas del Pueblo de Dios”.
“¿Cómo vive todo esto un joven sacerdote?”, se preguntó el Santo Padre. “¿Qué es lo que
lleva en el corazón? ¿De qué tiene necesidad para que sus pies, que acuden a
llevar el feliz anuncio del Evangelio, no se paralicen ante el miedo o ante las
primeras dificultades?”.
El Obispo de Roma quiso responder a estas preguntas con una frase: “¡Vosotros habéis sido elegidos, sois queridos por el
Señor!”. “Dios os mira con ternura de Padre y, tras haber hecho que vuestros
corazones se enamoraran, no dejará que vuestros pasos vacilen. A sus ojos sois
importantes y tiene fe en que estaréis a la altura de la misión a la que os ha
llamado”.
“Siempre me alegro cuando me reúno con sacerdotes
jóvenes porque en ellos veo la juventud de la Iglesia”, insistió.
“Pensando en la nueva Ratio, que habla del
sacerdote como de un discípulo joven, quiero subrayar, principalmente para los
jóvenes sacerdotes, algunas actitudes importantes: rezar sin cansarse, caminar
siempre y compartir con el corazón”.
1. REZAR SIN CANSARSE
“Para poder ser ‘pescadores de hombres’ tenemos que
reconocer, primero, que hemos sido ‘pescados’ por la ternura del Señor”,
explicó. “Nuestra vocación comenzó cuando, habiendo abandonado nuestro
individualismo y nuestros proyectos personales en tierra, iniciamos el ‘santo
viaje’, entregándonos a aquel Amor que nos ha buscado en la noche y a aquella
voz que hizo vibrar nuestro corazón”.
“Si no permanecemos estrechamente conectados a Él,
nuestra pesca no podrá tener éxito. ¡Rezad siempre, os lo recomiendo!”.
En este sentido, detalló la importancia que la oración tiene para todo
sacerdote: “La oración, la relación con Dios, el
cuidado de la vida espiritual dan alma al ministerio, y el ministerio da cuerpo
a la vida espiritual, porque el sacerdote se santifica a sí mismo, y a los
otros, en el ejercicio concreto del ministerio, especialmente predicando y
celebrando los sacramentos”.
2. CAMINAR SIEMPRE
El sacerdote siempre está en camino, subrayó el Papa. “Nunca podrá sentirse satisfecho ni podrá apagar la
inquietud saludable que le hace extender las manos hacia el Señor para dejarse
formar y llenar”.
Por lo tanto, el sacerdote debe estar “siempre
actualizado y permanecer abierto a las sorpresas de Dios”. En esa
apertura hacia lo nuevo, “los sacerdotes jóvenes
pueden ser creativos en la evangelización, frecuentando con discernimiento los
nuevos lugares de la comunicación”.
3. COMPARTIR CON EL
CORAZÓN
“La vida presbiteral no es un trabajo burocrático
ni un conjunto de prácticas religiosas o una liturgia a la que asistir. Ser
sacerdote es jugarse la vida por el Señor y por los hermanos, llevando en carne
propia la alegría y las angustias del Pueblo, invirtiendo el tiempo en escuchar
para sanar las heridas de los demás, ofreciendo a todos la ternura del Padre”, concluyó el Papa.
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