Lo explica Leonard Sax,
médico de familia, psicólogo y autor de «El colapso de la autoridad»
Los niños y adolescentes se vuelcan en el móvil y la tablet si no se les
educa en un tipo de ocio distinto que fomente la creatividad y el esfuerzo.
A los
problemas educativos específicos que plantea la vida moderna (escaso tiempo de
convivencia padres-hijos, fractura familiar, pérdida del sentido de autoridad
en la escuela) se han unido en los últimos años los derivados de la
implantación de las redes sociales y
las nuevas tecnologías como ámbito habitual de ocio para niños y
adolescentes.
Reflexionando sobre todo ello, el experto Leonard Sax, médico de familia y psicólogo y fundador de la National Association for Single Sex Public Education [Asociación Nacional para la Educación Pública Diferenciada], ha escrito en First Things un revelador artículo sobre la importancia de educar los deseos de los hijos para que maduren, en vez de abandonar a los hijos a sus inmaduros deseos:
En 2009, Leonard Sax intervino en Madrid en una conferencia en el Foro de la Nueva Sociedad, en defensa de la escuela diferenciada por sexos.
El Science Talent Search [Búsqueda de Talento Científico] es la principal competición para estudiantes de bachillerato en Estados Unidos. Suele denominársela “el Premio Nobel junior”. Según un reciente estudio, el 83% de los 40 finalistas de 2016 eran hijos de inmigrantes. Catorce tenían padres de la India; 11 tenían padres de China. Así que 25 de los 40 finalistas, un 62%, tenían padre indios o chinos. (Para contextualizar el dato: solo en torno al 2% de los niños en Estados Unidos tienen padres de la India o de China.) Otros finalistas venían de Chipre, Irán, Japón, Singapur, Corea del Sur, Taiwán y Nigeria.
La cobertura de los grandes medios sobre este informe se ha centrado en la necesidad de fomentar la inmigración a Estados Unidos desde países como India, China y Corea del Sur. No he visto que ninguna cobertura haya planteado, ni menos aún respondido, la cuestión de por qué los niños de origen estadounidense están ahora infrarrepresentados en las filas de la innovación. Este patrón no se limita a ganadores de concursos científicos. Ha habido un auténtico colapso de creatividad entre los niños de origen estadounidense. Los niños norteamericanos son ahora menos creativos y menos innovadores que los de hace solo veinte años.
He sido médico en Estados Unidos desde hace más de treinta años. Hoy le oigo decir a menudo a los padres norteamericanos: “Yo solo quiero que mi hijo sea feliz”. Por desgracia, cuando dejas que los niños norteamericanos actuales hagan lo que les hace felices, lo más probable es que el resultado sea chicas adolescentes que dedican todo su tiempo a Instagram o Snapchat, y chicos adolescentes cuyos pasatiempos favoritos son los videojuegos y la pornografía.
Como médico de familia, he visto de primera mano las consecuencias a largo plazo. Ese chico de 15 años parecía muy contento gastando su tiempo libre en lo que le apetecía. Pero 18 años más tarde, a la edad de 33, tiene una sensación creciente de que la vida debería ser algo más que videojuegos y masturbación. Vive en casa con sus padres trabajando a tiempo parcial en un empleo sin futuro. Y estalla de rabia, a menudo rabia contra sus propios padres, por razones que intenta expresar con palabras, palabras que podrían ser: ¿por qué no me educasteis para ser algo más que esto?
No sirve de nada dejar que los niños hagan lo que deseen a no ser que antes hayas educado sus deseos. La primera tarea del padre es educar los deseos de su hijo: inculcarles el deseo de algo más elevado y mejor que los videojuegos o la pornografía o las redes sociales, ya lo encontremos en la ciencia, en la música, en el arte, en la naturaleza o en la religión. El trabajo ganador en el Science Talent Search de este año fue: MicroARN-124a exosomático: Innovadora reparación translacional de astrocitos en la astrogliosis reactiva in vitro, presentado por Indrani Das, cuyos padres llegaron a Estados Unidos como inmigrantes desde Calcuta (India). Dudo de que la señorita Das disfrutase estudiando reparación por astrocitos cuando era pequeña. Sospecho que sus padres educaron sus deseos.
Como padre, lucho diariamente contra la cultura del “Yo solo quiero que ella sea feliz”. Cada noche, le leo a mi hija de diez años de libros escritos por personas que murieron hace tiempo, intentando inculcar en ella el deseo de algo más sustancial y más duradero que Snapchat e Instagram. Me anima el ejemplo de otros padres que han tenido éxito en esta tarea.
En El colapso de la autoridad, Leonard Sax retrata algunos problemas de la educación de niños y adolescentes hoy y aporta soluciones basadas en cientos de entrevistas con padres, hijos y educadores en todo el mundo.
¡Apaga las pantallas! No dejes que a tu hija o hijo le preocupe haberse perdido el último tuit o snap. Al contrario, coge a tu hijo y sal a dar un paseo al bosque, o id juntos a un concierto, o visita un museo. No persigas la felicidad como un fin en sí misma. Persigue el arte, la música, el conocimiento, o la visión de ese precioso jilguero de cuerpo amarillo que anida cerca de casa. Y enseña a tu hijo a actuar así. Verás que la felicidad llega, espontánea e inesperada. Y ¿quién sabe? Tu hijo podría incluso ganar un premio de ciencias.
Traducción de Carmelo López-Arias.
Reflexionando sobre todo ello, el experto Leonard Sax, médico de familia y psicólogo y fundador de la National Association for Single Sex Public Education [Asociación Nacional para la Educación Pública Diferenciada], ha escrito en First Things un revelador artículo sobre la importancia de educar los deseos de los hijos para que maduren, en vez de abandonar a los hijos a sus inmaduros deseos:
En 2009, Leonard Sax intervino en Madrid en una conferencia en el Foro de la Nueva Sociedad, en defensa de la escuela diferenciada por sexos.
El Science Talent Search [Búsqueda de Talento Científico] es la principal competición para estudiantes de bachillerato en Estados Unidos. Suele denominársela “el Premio Nobel junior”. Según un reciente estudio, el 83% de los 40 finalistas de 2016 eran hijos de inmigrantes. Catorce tenían padres de la India; 11 tenían padres de China. Así que 25 de los 40 finalistas, un 62%, tenían padre indios o chinos. (Para contextualizar el dato: solo en torno al 2% de los niños en Estados Unidos tienen padres de la India o de China.) Otros finalistas venían de Chipre, Irán, Japón, Singapur, Corea del Sur, Taiwán y Nigeria.
La cobertura de los grandes medios sobre este informe se ha centrado en la necesidad de fomentar la inmigración a Estados Unidos desde países como India, China y Corea del Sur. No he visto que ninguna cobertura haya planteado, ni menos aún respondido, la cuestión de por qué los niños de origen estadounidense están ahora infrarrepresentados en las filas de la innovación. Este patrón no se limita a ganadores de concursos científicos. Ha habido un auténtico colapso de creatividad entre los niños de origen estadounidense. Los niños norteamericanos son ahora menos creativos y menos innovadores que los de hace solo veinte años.
He sido médico en Estados Unidos desde hace más de treinta años. Hoy le oigo decir a menudo a los padres norteamericanos: “Yo solo quiero que mi hijo sea feliz”. Por desgracia, cuando dejas que los niños norteamericanos actuales hagan lo que les hace felices, lo más probable es que el resultado sea chicas adolescentes que dedican todo su tiempo a Instagram o Snapchat, y chicos adolescentes cuyos pasatiempos favoritos son los videojuegos y la pornografía.
Como médico de familia, he visto de primera mano las consecuencias a largo plazo. Ese chico de 15 años parecía muy contento gastando su tiempo libre en lo que le apetecía. Pero 18 años más tarde, a la edad de 33, tiene una sensación creciente de que la vida debería ser algo más que videojuegos y masturbación. Vive en casa con sus padres trabajando a tiempo parcial en un empleo sin futuro. Y estalla de rabia, a menudo rabia contra sus propios padres, por razones que intenta expresar con palabras, palabras que podrían ser: ¿por qué no me educasteis para ser algo más que esto?
No sirve de nada dejar que los niños hagan lo que deseen a no ser que antes hayas educado sus deseos. La primera tarea del padre es educar los deseos de su hijo: inculcarles el deseo de algo más elevado y mejor que los videojuegos o la pornografía o las redes sociales, ya lo encontremos en la ciencia, en la música, en el arte, en la naturaleza o en la religión. El trabajo ganador en el Science Talent Search de este año fue: MicroARN-124a exosomático: Innovadora reparación translacional de astrocitos en la astrogliosis reactiva in vitro, presentado por Indrani Das, cuyos padres llegaron a Estados Unidos como inmigrantes desde Calcuta (India). Dudo de que la señorita Das disfrutase estudiando reparación por astrocitos cuando era pequeña. Sospecho que sus padres educaron sus deseos.
Como padre, lucho diariamente contra la cultura del “Yo solo quiero que ella sea feliz”. Cada noche, le leo a mi hija de diez años de libros escritos por personas que murieron hace tiempo, intentando inculcar en ella el deseo de algo más sustancial y más duradero que Snapchat e Instagram. Me anima el ejemplo de otros padres que han tenido éxito en esta tarea.
En El colapso de la autoridad, Leonard Sax retrata algunos problemas de la educación de niños y adolescentes hoy y aporta soluciones basadas en cientos de entrevistas con padres, hijos y educadores en todo el mundo.
¡Apaga las pantallas! No dejes que a tu hija o hijo le preocupe haberse perdido el último tuit o snap. Al contrario, coge a tu hijo y sal a dar un paseo al bosque, o id juntos a un concierto, o visita un museo. No persigas la felicidad como un fin en sí misma. Persigue el arte, la música, el conocimiento, o la visión de ese precioso jilguero de cuerpo amarillo que anida cerca de casa. Y enseña a tu hijo a actuar así. Verás que la felicidad llega, espontánea e inesperada. Y ¿quién sabe? Tu hijo podría incluso ganar un premio de ciencias.
Traducción de Carmelo López-Arias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario