jueves, 1 de junio de 2017

LA DIFERENCIA ENTRE EL LLAMADO MISTICISMO ORIENTAL Y LA MÍSTICA CRISTIANA

En la oración cristiana: sea vocal, de meditación o de contemplación, el orante busca a Dios para rogarle o para adorarle, para conocer Su Voluntad
Por: Catholic.net | Fuente: www.buenanueva.net
Se ha tratado de equiparar muchas veces la “Oración de Contemplación” cristiana con la práctica de la llamada “meditación” del Hinduísmo y del Budismo, y también con la “meditación” de la mal llamada "metafísica" muy difundida en Venezuela y en otras partes de América. Y al hacer esta equivalencia, no se distinguen ni los medios que se emplean, ni los fines que se persiguen en cada una, los cuales -si se observan bien- son totalmente opuestos.

Veamos cómo se diferencian estas dos modalidades.

1. MISTICA CRISTIANA

La Mística Cristiana se refiere principalmente a dos formas de oración mental, es decir, no vocal, las cuales son:
a. Meditación Cristiana: en este tipo de oración se contempla mentalmente un pasaje de la Escritura o una verdad de nuestra fe, para tratar de ver qué me dice Dios a través de ese pasaje o de esa verdad, y para tratar de descubrir Su Voluntad para mí.

b. Oración Contemplativa: en este tipo de oración el alma no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en silencio. Se entra en una comunión de amor con el Dios Uno y Trino, la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Y es una comunión que no puede lograrse a base de técnicas, ni puede lograrse con esfuerzo ni a voluntad, pues la Contemplación es un don de Dios y, como todo don de Dios, es dado por El a quién quiere, cómo quiere y cuándo quiere. Eso sí: hay que desearla y buscarla, sabiendo que el recibirla depende sólo de Dios.

El objetivo de la Oración de Contemplación cristiana es, en esencia, la unión del alma con Dios, es decir, con Aquél que es objeto de su amor. Es una unión mística, en la cual hay una clara distinción entre el Creador y Su creatura, y que puede llevar a estados sublimes de unión con Dios, descritos como arrobamientos, éxtasis, etc., los cuales no son ni esenciales, ni condición necesaria para llegar a esa unión. Y esta unión procede sólo de Dios y no proviene de logros personales ni de técnicas aplicadas a ese fin.

En la oración cristiana: sea vocal, de meditación o de contemplación, el orante busca a Dios para rogarle o para adorarle, para conocer Su Voluntad o para dejar que Él vaya moldeándolo de acuerdo a Su Voluntad, para manifestarle su amor y para dejarse amar por Él ...

Como vemos, en la oración cristiana el orante busca a Dios y lo deja actuar en su alma, la cual es transformada por Dios mismo a través de Su Gracia (Gracia Divina).

2. MISTICISMO ORIENTAL

Las prácticas venidas del Misticismo Pagano Oriental o de la “metafísica” son experiencias “místicas” provocadas, que engañosamente se consideran estados de unión con Dios.

Las formas de meditación no-cristiana son prácticas de concentración profunda y no de oración. En la meditación no-cristiana la persona busca en las profundidades del propio yo llegar a un vacío interior y a sentirse “divinizado”.

En esa llamada “meditación” oriental o “metafísica”, el meditante se busca a sí mismo, para lograr por sus propios medios una supuesta fusión en el dios del que se cree parte.

Así, la “meditación” pagana (oriental o de la metafísica) nada tiene que ver con la Meditación Cristiana. En aquélla la persona que “medita” busca llegar mediante técnicas especiales que causan alteración en el estado de conciencia, al desarrollo de poderes mentales y a ciertas experiencias que erróneamente se consideran estados de unión con Dios.

Estas experiencias pseudo-espirituales provocadas, en que la persona se siente “divinizada” o “poderosa”, son muy distintas a las experiencias de oración cristiana, sea en la forma de Meditación o de Contemplación.

Objetivo importante de la llamada “meditación” oriental o metafísica es el logro de paz, alegría y felicidad.

Pero es necesario hacer notar que en esos trances inducidos en los que se busca alterar el estado de conciencia al usar técnicas y métodos especiales, se logra, por ejemplo, un aquietamiento o adormecimiento del cuerpo, de la mente y de los sentidos, al que llaman paz, pero que no debe confundirse con la Verdadera Paz.

La paz se produce como una consecuencia de aceptar la Voluntad de Dios. Es claro que la Paz Verdadera no puede “provocarse”, no puede venir de técnicas, sino de dentro de nosotros mismos. La paz es fruto del amor y de la confianza en la Voluntad de Dios para nuestra vida, de abandonarnos a El y en El, que es nuestro Creador, nuestro Dueño, nuestro Padre.

A veces se logra una euforia, a través de ciertas ejercitaciones, que se confunde con la alegría.

Tampoco la histeria, producida de igual manera puede considerarse felicidad. Estas manifestaciones de euforia e histeria son generalmente una reacción del organismo por la intoxicación que producen algunas técnicas, como la hiperventilación.

Pero, la verdadera felicidad sólo se encuentra en Dios, que es el único Ser que puede colmar nuestros anhelos, y se manifiesta en el gozo de quien ama a Dios; es decir quien se entrega a Él y a Sus designios.

CONCLUSION DE ESTA COMPARACION

La diferencia parece ser muy sutil, pero es muy profunda.

Ese estado de conciencia en el que quien medita trata de llegar a la divinización de sí mismo, es muy distinto al abandono de sí que hace el cristiano en la oración contemplativa, en la cual el alma se abre y se entrega a Dios que habita en el interior del hombre -somos "templos vivos del Espíritu Santo" (1a.Cor.3, 16) -si nos encontramos en estado de gracia. También es diferente de la llamada meditación cristiana que ya hemos descrito.

Las experiencias místicas provocadas a través de la meditación pagana oriental o de la “metafísica” nada tienen que ver con el estado de unión con el Dios Uno y Trino: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo de la Contemplación Cristiana, en la cual el Dios Vivo y Verdadero va haciendo en el alma del orante su trabajo de alfarero para ir moldeándola según Su Voluntad (cfr. Jer.18, 1-6).

Realmente ¿a qué nos llevan los métodos de “meditación” pagana. A centrarlo todo en el “yo”. 

¿Qué nos dice la mal llamada “metafísica”? Tu mente es “dios”, tú puedes lograr todo lo que quieras, basta que lo desees, con tu mente lo puedes todo.

¿Por qué pueden hacer daño estas formas de meditación? Porque la persona se concentra en su “yo”, en sí mismo y se vuelve muy egocéntrica (centrada en sí misma).

¿Qué diferencia hay entre las formas de oración cristianas y las formas de meditación paganas?
En que la pagana me centra en mi yo y el éxito depende de la técnica y de cómo la aplico. En cambio la oración cristiana me abre a un “Tú”, me descentra de mi “yo” y me centra en Dios nuestro Señor, y a la vez me abre al Amor para poder yo amar con ese Amor, que es el Amor de Dios. ¿Nota cómo son totalmente opuestas las dos cosas?

En la llamada “meditación” oriental o “metafísica”, el meditante se busca a sí mismo, para lograr por sus propios medios la fusión en el dios del que se cree parte. Es decir: el resultado depende de aplicar bien los métodos y las actividades que se proponen.


En la oración cristiana el orante busca a Dios y lo deja actuar en su alma, la cual es transformada por la Gracia Divina. Es decir: Dios es quien hace; la persona se deja hacer. Pero no hay irresponsabilidad aquí, sino una gran dosis de entrega y abandono en Dios, sabiendo que Dios es el que hace en nosotros.

La transformación total en Dios de que habla San Juan de la Cruz no se da por "fusión” con la divinidad, sino por "posesión”: el alma se entrega totalmente a Dios que la posee, tomando la dirección de toda su vida e inspirándola en cada uno de sus actos, y la criatura posee a su Dios, que mora en ella y que la vivifica, la mueve y la gobierna.


Por eso San Pablo describe esta etapa así: "Ya no soy yo quien vivo, sino es Cristo quien vive en mí" (Gal. 2, 20).

No hay comentarios:

Publicar un comentario