Similitudes y
diferencias de estos días de purificación del cristianismo y el islam.
No, el Ramadán no es la
Cuaresma de los musulmanes. Aunque podemos encontrar rasgos comunes entre
ambas, lo cierto es que hay también importantes diferencias. La principal
radica en el sentido profundo de estas festividades. La Cuaresma conmemora la
pasión, muerte y resurrección de Cristo, en tanto que Hijo Encarnado de Dios.
El Ramadán, la revelación del Corán al profeta Muhammad, palabra increada de
Dios y descendida a los hombres.
Partiendo de este hecho, el
paralelismo entre Ramadán y Cuaresma no es casual. En la tradición árabe antes
del islam, Ramadán, noveno mes del calendario musulmán, ya era considerado como
un mes sagrado. A la llegada del islam, se incorporó como mes del ayuno. Marcaba así una ruptura
con el mundo judío al suprimir la obligación de ayunar el día décimo del primer
mes de año. En su lugar, estableció el mes de Ramadán como mes del ayuno, a
semejanza de la Cuaresma cristiana.
De modo general, podemos decir
que las dos son conmemoraciones que marcan una cesura importante dentro del
calendario litúrgico. En el caso de la Cuaresma, los cuarenta días de Jesús en
el desierto después de su salida de Egipto, donde fue tentado por el diablo.
Para los musulmanes, Ramadán fue el mes en que fue revelado el Corán a Muhammad
(Qur. 2, 185).
En el mismo sentido, están
estrechamente relacionadas con un carácter
purificador. No sólo de las imposiciones de la vida cotidiana, sino de
un hombre cuyo espíritu se vuelve a Dios, origen cierto de todo lo creado.
Cuaresma y Ramadán exigen una
renuncia a los placeres del mundo. Una
introspección, favorecida por una oración que se intensifica, acompañándose de
ayuno y abstinencia. En el caso de los cristianos, ligado al desierto
como momento de dificultad, de búsqueda, pero vivido con un horizonte de
esperanza: la Pascua de Resurrección. Para el islam, también es un mes de
espera: la revelación del mensaje de Dios a los hombres.
Los musulmanes tienen
prescrito en el Corán el ayuno y la
abstinencia de todo alimento sólido o líquido durante las horas de luz
(Qur. 2, 183-187). Por tanto, es una obligación de la que sólo quedan exentos
los enfermos, ancianos, niños, mujeres embarazadas y personas en itinerancia.
En el caso de la Cuaresma,
este ayuno ha ido perdiendo rigor y desprendiéndose de un carácter social, para
primar su aspecto más personal. Así, el papa Pablo VI fijó el ayuno y la
abstinencia para el miércoles de Ceniza y el viernes Santo (Constitución
Apostólica Poenitemini, 1966).
A pesar de la diferencia de calendarios
(solar para los cristianos y lunar para los musulmanes), ambos periodos están
marcados por el calendario lunar.
En el caso de la Cuaresma, coincidiendo con la primera luna llena después del
equinoccio de primavera. En consecuencia, son festividades movibles, y varían
año a año. Para un musulmán, avanza aproximadamente 15 días cada año. En el
caso de los cristianos, se sitúa entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ambos
inclusive.
Cada una, celebra su final con
un momento crucial en la vida de fe. Los cristianos, la Resurrección de
Jesucristo. Los musulmanes, la fiesta del Cordero (Id al-Fitr). Ambas, motivo
de alegría y celebración con familiares y amigos.
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