Jesús dio autoridad a los apóstoles, discípulos y creyentes según vemos
en el Nuevo Testamento. Esta autoridad fue recibida primero por los Apóstoles y
discípulos directamente de Cristo. Después del descenso del Espíritu Santo
sobre los Apóstoles en forma de lenguas de fuego, la autoridad fue pasada a los
nuevos creyentes a través de la palabra y de la imposición de manos por
aquellos que tenían el Espíritu Santo.
Apóstoles. Mateo 10:8 Jesús envió a los
doce apóstoles a predicar la Buena Nueva que el Reino de los cielos está muy
cerca, les comisionó para que sanaran a los enfermos, curaran leprosos,
resucitaran muertos y expulsaran espíritus malignos.
Discípulos. Lucas 10:17 Los setenta y dos discípulos regresaran al Señor comentándole como habían expulsado malos espíritus en su Nombre.
Creyentes. Marcos 16:17 Estos signos acompañarán a los creyentes, en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas extrañas, podrán recoger serpientes y si beben su veneno no les hará daño, impondrán sus manos sobre los enfermos quienes se recuperarán.
Discípulos. Lucas 10:17 Los setenta y dos discípulos regresaran al Señor comentándole como habían expulsado malos espíritus en su Nombre.
Creyentes. Marcos 16:17 Estos signos acompañarán a los creyentes, en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas extrañas, podrán recoger serpientes y si beben su veneno no les hará daño, impondrán sus manos sobre los enfermos quienes se recuperarán.
Los creyentes mencionados en Marcos 16:17, quienes abarcan las
categorías de fieles, discípulos y apóstoles de Cristo, compartían algo en
común en la Iglesia primitiva, el fuego del Espíritu Santo estaba en ellos y
los signos que les acompañaban eran la profecía, la sanación de los enfermos,
el hablar en lenguas extrañas, el discernimiento, la fe en el Nombre de Jesús,
el don de arrojar fuera espíritus malignos, el don de predicar la palabra de
Dios, etc.
Estos signos aún continúan en nuestro propio tiempo, su manifestación es
notable en el movimiento carismático. Sin embargo, la Iglesia ha prohibido el
uso de exorcismos o de dar órdenes al enemigo en el nombre de Dios.
Debido a esta restricción impuesta por la jerarquía de la Iglesia a los
creyentes que desean liberarse o hacer oraciones en contra de Satanás, la única
solución que nos permite actuar, permaneciendo fieles a la fe Católica, es la
oración de liberación que podemos hacer todos los fieles, cuya fórmula es
explicada más adelante.
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