El mes de
mayo es el mes de María y para vivirlo «más intensamente» el sacerdote y
teólogo Pablo Cervera ha preparado un texto con el que regalarle a la Virgen «obsequios espirituales» todos los días del mes.
El mes de mayo es
el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre
nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de
misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados. Beato Juan XXIII
Por la señal de la
santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición:
Señor mío, Jesucristo…
INVOCACIÓN
INICIAL
¡Virgen de las gracias! Haz que
continúe tu protección sobre todos los hijos de la Iglesia universal que, por
la gracia del Espíritu Santo, son todos hermanos. La vida de aquí abajo no está
exenta de sacrificios y de cruces. Pero mirándote a ti, todo se vuelve leve y
ligero. Amén.
PETICIONES
Que tu Madre,
refugio de pecadores, interceda por nosotros, para que obtengamos el perdón de
nuestros pecados. Ave María. Tú, que hiciste a tu Madre llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres. Ave María. Tú, que quisiste nacer de María Virgen para ser hermano nuestro, haz que todos los hombres nos amemos fraternalmente. Ave María.
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres. Ave María. Tú, que quisiste nacer de María Virgen para ser hermano nuestro, haz que todos los hombres nos amemos fraternalmente. Ave María.
CON
FLORES A MARÍA
En este momento,
según el día del mes, se ofrece a María uno de los obsequios espirituales que
se proponen más adelante (Pág. xx).
ORACIÓN
FINAL
ORACIÓN
DE SAN BERNARDO
Acordaos, oh piadosísima Virgen
María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a vos,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro auxilio, haya sido
abandonado de vos. Animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Virgen,
Madre de las vírgenes, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me
atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh purísima
Madre de Dios, mis humildes súplicas; antes bien, escuchadlas favorablemente.
Así sea.
Bendita sea tu
pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa
belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada, María, te ofrezco en este
día alma, vida y corazón; mírame con compasión; no me dejes, Madre mía.
CON
FLORES A MARÍA (OBSEQUIOS ESPIRITUALES A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA)
Día
1: María,
Madre, tú, la siempre ocupada en el servicio de tu casa, ilumina con tu sonrisa
nuestro trabajo. Préstame tu sonrisa. Te ofrezco: tratar de sonreír a todos.
Día
2: María,
Madre, tú que sabías de la angustia económica de una familia pobre: enséñame a
amar la pobreza; enséñame a desprenderme para ayudar a los pobres.
Te ofrezco: dar alguna limosna.
Te ofrezco: dar alguna limosna.
Día
3: María,
Madre, tú que te olvidabas de ti para atender a los demás: enséñame a no estar
siempre dándome vueltas a mí y a mis cosas, y dejar de lado mis pequeños
desánimos que hacen la vida desagradable a los demás. Te ofrezco: vivir hoy más
pendiente de ti repitiéndote alguna jaculatoria.
Día
4: María,
Madre, la siempre disponible para que Dios se sirviera de ti: enséñame a no
quejarme y a estar disponible. Te ofrezco: no quejarme durante el día de hoy.
Día
5: María,
Madre, la de las horas de silencio en casa; la del pensamiento siempre lleno de
Dios: ayúdame a vivir siempre en tu presencia y en presencia de Dios.
Te ofrezco: vivir hoy en presencia de Dios.
Te ofrezco: vivir hoy en presencia de Dios.
Día
6: María,
Madre, que formaste la familia de Nazaret: enséñame a hacer más cariñoso el
ambiente familiar. Te ofrezco: tener algún detalle de cariño con los de mi
familia.
Día
7: María,
Madre, tú que trabajabas para atender a Jesús y lo recibías contenta cuando
llegaba cansado del trabajo: concédeme tener la alegría siempre a punto y
ayudar a los cansados. Te ofrezco: tratar de estar más alegre con los que me
rodean.
Día
8: María,
Madre siempre atenta para cuidar a José y a Jesús: concédeme atender a todos,
el olvido de mí, mi disponibilidad continua y ser servidor de los demás. Te
ofrezco: ser hoy más servicial en mi casa.
Día
9: María,
Madre, tú sembrabas confianza en torno a ti, sabías contar con sencillez tus
cosas y estabas siempre abierta al diálogo: enséñame a tener más confianza con
los que me rodean y a escucharlos con amor e interés. Te ofrezco: tratar de dar
conversación a mis familiares.
Día
10: María,
Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse
en ti: enséñame a ser manso, a dejarme traer y llevar por la obediencia.
Te ofrezco: cumplir hoy mejor con mis deberes.
Te ofrezco: cumplir hoy mejor con mis deberes.
Día
11: María,
Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse
en ti: enséñame a tener hambre y sed de ser santo. Te ofrezco: pedirle muchas
veces hoy al Señor que me haga santo.
Día
12: María,
Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse
en ti: enséñame a ser misericordioso, es decir, a amar a cada uno con sus
defectos. Te ofrezco: ser hoy más comprensivo con los defectos de los que me
rodean.
Día
13: María,
Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse
en ti: enséñame a ser limpio de corazón. Te ofrezco: no admitir hoy
pensamientos malos de los demás.
Día
14: María,
Madre, tú sabías reflexionar y animar, sabías curar las angustias: enséñame la
virtud de la prudencia y no dejes que me ahogue en un vaso de agua. Te ofrezco:
tener hoy pensamientos positivos y de esperanza.
Día
15: María,
Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse
en ti: enséñame a llorar con los que lloran, a vivir las alegrías y
sufrimientos de los demás como si fueran míos. Te ofrezco: ayudar a alguien que
esté sufriendo.
Día
16: María,
Madre, tú eras audaz, emprendedora, confiada plenamente en el Espíritu que te
acompañó a lo largo de tu vida: enséñame a desconfiar de mí mismo y a poner mi
esperanza en el Poderoso que quiere hacer obras grandes en mí. Te ofrezco:
encomendarme al Señor antes de cada actividad que haga hoy.
Día
17: María,
Madre, préstame tus ojos para mirar con cariño a todos. Te ofrezco: rezar por
los que me caen mal.
Día
18: María,
Madre: ayúdame a no desanimar a nadie con mis amarguras y a no alejar a nadie
con mis críticas. Te ofrezco: dar gracias a Dios por cada cosa que viva o que
me ocurra.
Día
19: María,
Madre, en cuya casa todos servíais a todos sin dar espacio a la pereza: ayúdame
a cumplir con mi deber sin exigencias ni malos humores. Te ofrezco: ayudar más
en casa.
Día
20: María,
Madre, que guardabas la Palabra del Señor en tu corazón, ayúdame a comprender
la Escritura y a guardarla en mi corazón. Te ofrezco: leer un párrafo del
Evangelio y meditarlo.
Día
21: María,
Madre, que conoces mis pensamientos: haz que no sean nunca de venganza, ni de
envidia, ni de darme vueltas a mí mismo. Te ofrezco: tratar de vivir en
presencia de Dios.
Día
22: Como
decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando María
ha echado raíces en un alma, produce allí maravillas de gracia». Te
ofrezco: consagrarme a ti durante el día.
Día
23: Como
decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando el
Espíritu Santo, su Esposo, encuentra a María en un alma, vuela allá, entra en
ella de lleno y se le comunica abundantemente». Te ofrezco: repetir
durante el día la jaculatoria: «Ven, Espíritu Santo».
Día
24: Como
decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Si tengo a
Jesús es gracias a María». Te ofrezco: dar gracias durante el día por el
don de la fe.
Día
25: María,
Madre consciente de tu pobreza porque sabías que todo es don de Dios: enséñame
a ser humilde. Humildad no es negar los dones recibidos, sino afirmar que todo
lo recibimos de Alguien que nos ama, y que por ello nos confía grandes
empresas. Te ofrezco: repetir durante el día la petición de san Ignacio en sus
Ejercicios: «Te pido el conocimiento interno de tanto bien recibido, para que,
reconociéndolo yo enteramente, quiera en todo amar y servir a Su Divina
Majestad».
Día
26: María,
Madre, que no te quedaste con la alabanza de tu prima Isabel, sino que la
referiste a quien correspondía en verdad, diciendo: «El
Señor hizo en mí maravillas»; enséñame a reconocer la mano de Dios en
todo y a darle gracias por todo. Te ofrezco: repetir durante el día esta jaculatoria
de la beata Maravillas de Jesús: «Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando
Dios quiera».
Día
27: La consagración de la familia a la Virgen
es una promesa de amor en la que se le ofrece a Jesús todo lo que la familia
es, tiene y hace a través del Corazón Inmaculado de la Virgen María para que,
por estos dos Corazones, los miembros de la familia vivan plenamente entregados
a la voluntad del Padre. La familia se abandona así en las manos de la Virgen
María para que ella ejerza su papel de Madre espiritual, de Mediadora de las
gracias, de Abogada y de Reina. Te ofrezco consagrar hoy mi familia a ti,
Virgen María, mediante esta fórmula de Juan Pablo II: «Oh, Santa Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, a tu Inmaculado Corazón
consagramos nuestras familias. Con tu ayuda, nos encomendamos y nos consagramos
al Divino Corazón de Jesús y así estaremos contigo y con Jesús en el Espíritu
Santo, siempre y totalmente consagrados a la voluntad del Padre celestial».
Día
28: Tú, que
eres Mediadora de las gracias, sé el canal seguro por el cual nosotros
recibamos las gracias de conversión, de luz, de discernimiento, de fidelidad,
de sabiduría, de santidad y de unión que provienen del Corazón de Cristo. Te
ofrezco: rezar el Rosario para pedir por las personas que se han encomendado a
mi oración.
Día
29: Tú, que
eres Intercesora ante tu Hijo, mantén siempre tu mirada misericordiosa sobre
cada uno de los miembros de esta familia y, ya que no percibimos nuestras
propias necesidades, acércate a tu Hijo implorando, como en Caná, el milagro
del vino que nos falta. Te ofrezco: rezar un Avemaría por cada persona de mi
familia.
Día
30: Tú, que
eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como tú para acoger con
obediencia y agradecimiento toda la verdad que nos enseña tu Hijo a través de
la Iglesia y su Magisterio. Te ofrezco: rezar el credo para pedir a Dios el don
de la fe y la fidelidad a lo que la Iglesia enseña.
Día
31: Tú, que
eres Corredentora, guarda a esta familia en la fidelidad a la cruz. Que en los
momentos de sufrimiento no busquemos nuestro propio bienestar, sino acompañar
al que sufre. Que en los momentos de aridez y desolación nos mantengamos fieles
al compromiso adquirido ante Dios y que sepamos vivir los sacrificios y luchas
en unión con tu Hijo crucificado. Te ofrezco: renovar la consagración de
nuestra familia a ti, como hicimos el día 27, repitiendo la fórmula del papa
Juan Pablo II.
REGINA
COELI
Reina del cielo, alégrate,
aleluya, porque el que mereciste llevar en tu seno, aleluya, ha resucitado, según
su palabra, aleluya. Ruega por nosotros a Dios, aleluya. Gózate y alégrate,
Virgen María, aleluya. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.
ORACIÓN
Oh Dios, que por la
resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de
alegría, concédenos por intercesión de su Madre, la Virgen María, alcanzar el
gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Pablo Cervera
Barranco
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