Este joven denuncia la
manipulación del concepto de «libertad» de estos grupos.
La postura defendida por Raúl Solís en su artículo le ha generado
críticas del sector LGTB.
La oposición a los vientres de alquiler une en
esta causa a distintos sectores de la sociedad muy diversos entre sí. Por un lado, los católicos se oponen por el intento de convertirse en un
dios creando hijos creados en laboratorios, que son tratados como mera
mercancia. Por otro lado, muchas feministas cuestionan la utilización de la
mujer como una fábrica e incluso bastantes homosexuales, grandes clientes de
estas prácticas, se oponen a los grupos LGTB que piden su regulación asegurando
que éstos no hablan en su nombre.
Es el caso por ejemplo de Raúl Solís, un gai español, que se opone firmemente a los vientres de alquiler y que cuestiona la actitud del lobby LGTB. Afirma que estos grupos y homosexuales ricos han creado una necesidad dónde no la había y que hace seis meses en su entorno nadie quería ser tener hijos a través de estos métodos. De este modo, critica la utilización que estas asociaciones hacen de la palabra "libertad" mientras olvidan la parte más débil de este eslabón, la madre gestante, y también el hijo. Sus argumentos como homosexual y como defensor del feminismo en contra de los vientres de alquiler los deja plasmados en este artículo en Paralelo 36:
Los vientres de alquiler: la cara más brutal del ‘gaypitalismo’
Soy gay. Lo especifico porque, teniendo como tengo infinidad de círculos sociales en los que participan hombres homosexuales, no sabía que el tema de los vientres de alquiler o gestación subrogada era tan trending topic para los gays. Es más, hace sólo seis meses no conocía a nadie que quisiera ser padre por medio de este modo encarnizado. Conocía a famosos ricos, pero no a gays normales con los que yo me relaciono.
Es el caso por ejemplo de Raúl Solís, un gai español, que se opone firmemente a los vientres de alquiler y que cuestiona la actitud del lobby LGTB. Afirma que estos grupos y homosexuales ricos han creado una necesidad dónde no la había y que hace seis meses en su entorno nadie quería ser tener hijos a través de estos métodos. De este modo, critica la utilización que estas asociaciones hacen de la palabra "libertad" mientras olvidan la parte más débil de este eslabón, la madre gestante, y también el hijo. Sus argumentos como homosexual y como defensor del feminismo en contra de los vientres de alquiler los deja plasmados en este artículo en Paralelo 36:
Los vientres de alquiler: la cara más brutal del ‘gaypitalismo’
Soy gay. Lo especifico porque, teniendo como tengo infinidad de círculos sociales en los que participan hombres homosexuales, no sabía que el tema de los vientres de alquiler o gestación subrogada era tan trending topic para los gays. Es más, hace sólo seis meses no conocía a nadie que quisiera ser padre por medio de este modo encarnizado. Conocía a famosos ricos, pero no a gays normales con los que yo me relaciono.
Sin embargo, desde hace unos
meses, una marabunta de hombres
homosexuales, casi siempre organizados a través de entidades LGTB
subvencionadas con dinero público para trabajar por la igualdad de gays,
lesbianas, transexuales y bisexuales y no para defender la compra y venta de
mujeres como método de inseminación artificial, están haciendo una tournée
mediática para convencer a la sociedad de que regular los vientres de alquiler
-ellos lo llaman “gestación subrogada”- es
ir a favor de la tolerancia sexual, de la igualdad. Por tanto, oponerse a los
vientres de alquiler, según este lobby de gays ricos, es ir en contra del
colectivo homosexual y situarse del lado de la jerarquía eclesiástica.
Llevo meses viendo perplejo cómo hombres gays y
representantes de entidades LGTB están intentando hacer ver a la sociedad que
los gays en su conjunto creemos que tenemos algún derecho a ser padres
comprando el órgano reproductor de una mujer pobre. Mi perplejidad transmuta en indignación cuando pienso en la maldad que
encierra que haya entidades gays que defiendan esta macabra manera de ser
padres.
Históricamente, han sido las
mujeres quienes primero dieron refugio a los homosexuales cuando el destino
turístico de los gays eran las cárceles incruentas, cuando vivir en libertad
significaba ser expulsado de casa con una paliza de dote y el mundo del
espectáculo y la prostitución eran las únicas salidas laborales si querías
zigzaguear la marginalidad.
Fueron las mujeres las primeras aliadas de los homosexuales. Fue el feminismo quien nos acompañó a las primeras manifestaciones en los 80 y 90 por la igualdad de derechos y el matrimonio igualitario. Fueron ellas quienes protegían a sus hijos homosexuales para evitarles una paliza. Fueron las mujeres quienes defendieron en el Congreso nuestro derecho a casarnos, a ser ciudadanos de primera, y quienes más presión hicieron dentro de los partidos progresistas para que finalmente España tuviera una ley de matrimonio y adopción de las más avanzadas del mundo.
Fueron las mujeres las primeras aliadas de los homosexuales. Fue el feminismo quien nos acompañó a las primeras manifestaciones en los 80 y 90 por la igualdad de derechos y el matrimonio igualitario. Fueron ellas quienes protegían a sus hijos homosexuales para evitarles una paliza. Fueron las mujeres quienes defendieron en el Congreso nuestro derecho a casarnos, a ser ciudadanos de primera, y quienes más presión hicieron dentro de los partidos progresistas para que finalmente España tuviera una ley de matrimonio y adopción de las más avanzadas del mundo.
A pesar de todo esto, muchas
entidades LGTB han olvidado demasiado rápido y, en cuanto han tenido la primera
oportunidad, se han situado contra las mujeres y el movimiento feminista,
porque su deseo a ser padres está por encima del derecho de las mujeres sobre
su cuerpo. Alega este ‘absurdismogay’ militante
que el hecho de que una mujer acepte
preñarse para que un hombre rico sea padre es un acto de libertad, prostituyendo
el significado de una palabra tan solemne y hermosa como libertad.
De tanto creer que la libertad
consiste en decidir si queremos una camisa de Zara roja o verde, muchos
activistas gays han olvidado que la libertad no es un hecho individual sino un
compromiso colectivo con el bienestar y la dignidad de nuestra sociedad. Es
decir, que haya gente que acepte un trabajo de 10 horas al día por debajo del
salario mínimo es un acto de necesidad, pero en ningún caso de libertad. No es
libertad porque aceptando cobrar por debajo del salario mínimo está legitimando
que los empresarios rebajen los salarios a otro trabajadores que ganan sueldos
más altos. Si la libertad se usa para
asesinar, empobrecer, violar derechos humanos o convertir a las personas en objetos,
es salvajismo y no un derecho.
El capitalismo salvaje nos trata de convencer de
que las mujeres son vendibles y comprables,
despojándolas de su valor comos seres humanos y lanzando un mensaje de que,
como son cosas, cualquier violencia sobre ellas es comprensible, legítima,
socialmente aceptable y legislativamente regulable. Y las asociaciones gays, en
lugar de defender a quienes fueron sus primeras aliadas, las mujeres, se ponen
del lado del sistema capitalista que sólo acepta la diversidad y los derechos
mediante tarjeta de crédito. Para echarse a llorar.
Elton John es uno de los que más ha popularizado y promocionado los vientres de alquiler.
En España ya se puede tener un hijo por gestación subrogada voluntariamente sin necesidad de modificar la ley. Una mujer se puede quedar embarazada y dar a su hijo en adopción. La ley se quiere modificar para introducir los contratos mercantiles en esta práctica y convertir a las mujeres en vasijas. ¡Qué no te engañen!
Quien quiera vender la explotación y compra y venta de mujeres que lo haga en su nombre pero, por favor, no en el nombre de los gays, que somos millones, diversos y no todos hemos abrazado el gaypitalismo, la desmemoria y el salvajismo. Yo no sería capaz de explicarle a mi hijo que lo obtuve aprovechándome de la necesidad de su madre, comprando su útero, poniendo su cuerpo a prueba con un embarazo de nueve meses y firmando una cláusula en un contrato mercantil por la que, si el producto no me hubiera convencido, tenía el derecho a devolverlo como se devuelven los productos que no nos convencen al llegar a casa. Yo no podría mirar a mi hijo a la cara para explicarle que lo compré como si fuera un producto de Zara.
Elton John es uno de los que más ha popularizado y promocionado los vientres de alquiler.
En España ya se puede tener un hijo por gestación subrogada voluntariamente sin necesidad de modificar la ley. Una mujer se puede quedar embarazada y dar a su hijo en adopción. La ley se quiere modificar para introducir los contratos mercantiles en esta práctica y convertir a las mujeres en vasijas. ¡Qué no te engañen!
Quien quiera vender la explotación y compra y venta de mujeres que lo haga en su nombre pero, por favor, no en el nombre de los gays, que somos millones, diversos y no todos hemos abrazado el gaypitalismo, la desmemoria y el salvajismo. Yo no sería capaz de explicarle a mi hijo que lo obtuve aprovechándome de la necesidad de su madre, comprando su útero, poniendo su cuerpo a prueba con un embarazo de nueve meses y firmando una cláusula en un contrato mercantil por la que, si el producto no me hubiera convencido, tenía el derecho a devolverlo como se devuelven los productos que no nos convencen al llegar a casa. Yo no podría mirar a mi hijo a la cara para explicarle que lo compré como si fuera un producto de Zara.
Sirva
esta columna para gritar bien fuerte que, como hombre gay, me niego a que se
esté usando mi orientación sexual para defender que los homosexuales tenemos
derecho a alquilar mujeres para satisfacer nuestros deseos de ser padres. No quiero que ser gay signifique indolencia,
insolidaridad, desmemoria, misoginia e insensibilidad con las mujeres,
especialmente con las más pobres entre las pobres, que serán las que venderán
sus úteros para que los gays ricos puedan luego vender la exclusiva de la
infamia en las revistas del corazón. ¡No en mi nombre!
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