Existen algunos pecados que son especialmente graves y que debemos conocer.
Algunos pecados especiales se agrupan bajo los siguientes nombres:
Pecados contra el
Espíritu Santo, "El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca,
antes bien será reo de pecado eterno" (Mc. 3,
29; cfr. Mt. 12, 32; Lc. 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios,
pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante
el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por
el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación
final y a la perdición eterna (Catecismo, n. 1864). Entre estos pecados se
incluyen la presunción de salvarse sin méritos, la desesperación, la
impugnación de la verdad cristiana conocida, la obstinación en el pecado y la
impenitencia final.
Pecados que claman al cielo, porque su influencia nefanda en el orden social
pide venganza de lo alto. Suelen recibir esta denominación el homicidio, la
homosexualidad, la opresión de los débiles, la retención de salario a los
obreros.
Pecados capitales, llamados así porque los demás suelen proceder de
ellos como de su cabeza u origen. Clásicamente se citan la soberbia o
vanagloria, la envidia, la avaricia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza.
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