martes, 10 de enero de 2017

¿PUEDE LA IGLESIA CORREGIR AL PAPA? (SEGUNDA PARTE)


Como bien saben los teóricos del Derecho Constitucional, un Estado no debe albergar en su seno dos tribunales supremos. Porque todo irá bien cuando en todo haya acuerdo. Pero todo irá mal cuando comience a haber divergencias. Esto es un principio tan sencillo que apenas requiere argumentación.

En España, sea dicho de paso, tenemos un Tribunal Supremo y un Tribunal Constitucional. Pero ambos tienen campos distintos. Y en caso de conflicto entre los dos, es el Tribunal Constitucional el que determinaría de forma única, vinculante e inapelable si lo que determina el Tribunal Supremo es constitucional o no.

Este principio del Derecho acerca de que sólo puede haber un Tribunal Supremo vale para un Estado y para el Reino de Dios sobre la tierra. Dios que todo lo hace con tanta sabiduría ¿no estableció tal principio en su Iglesia? Evidentemente, sí: Prima Sedes a nemine iudicatur, la Primera Sede no es juzgada por nadie.

Si el mismo Concilio Universal pudiera juzgar al Papa, se destruiría el orden claro, nítido, transparente que rige el ordo ecclesiasticus. La Iglesia no puede corregir al Papa, porque los fieles no pueden hablar por sí mismos formando un coro unánime y perfecto. Porque un cuerpo habla por su cabeza, y la cabeza es el Papa.

Sería falso decir que el Pueblo fiel habla a través de sus obispos, porque los obispos no representan a sus rebaños. Lo repito: el obispo no representa a sus fieles.

Luego si la Iglesia no puede hablar sin cabeza, si los obispos no representan al pueblo fiel, ¿qué significa que la Iglesia puede corregir al Papa como ha afirmado el artículo que cité ayer? Eclesiológicamente no es posible.

Alguien dirá: ¡el concilio universal! Pero la Ley de la Iglesia es clara al respecto: el Concilio Universal no está por encima del Papa. Algunos afirman: el Papa puede ser hereje. Eso no es posible. Pero es que si lo fuera ¿quién declara hereje a un Papa? La Iglesia, no porque no tiene una voz. Unos cuantos obispos, no. El concilio universal, no. ¿Quién por tanto? ¿Los ángeles del cielo? ¿Una voz que habla desde el cielo? ¿Los blogs de la blogosfera?

Los cardenales durante la sede vacante se reúnen en un lugar del mundo, oran, dialogan, se escuchan, piden la iluminación del cielo: una vez elegido el Vicario de Cristo ya no hay marcha atrás. ¿Creemos que existe Dios o no? Hay cosas que dependen de Dios, no de los estamentos inferiores.

No hace falta repetir que creo que el Papa puede equivocarse siempre que no hable ex cathedra. El Papa puede ser incluso deleznable: pero no puede ser públicamente corregido. No puede hacerse tal cosa sin quebrantar algo tan sacro como el Ordo Ecclesiae.

¿Y si se hace? Después vienen los ayes. Se juega con fuego y después las cosas se van de las manos. Al final, por querer defender la ortodoxia, se provoca que un daño que, a la postre, es mayor.

Acabo con estas palabras de san Cipriano:

La Iglesia, envuelta en luz divina, extiende sus rayos sobre el mundo entero y, con todo, constituye una sola luz que se difunde por doquier sin que su unidad sufra división.


P. FORTEA

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