Una propuesta del padre
James Mallon.
En España ya solo un 30 por ciento de bodas son por la Iglesia, pero
muchos alejados aún vienen buscando el rito en la parroquia.
Las estadísticas en España son claras:
sólo un 30% de las bodas de 2015 fueron por la Iglesia (49.000 de 165.000).
En la provincia de Barcelona lo fueron sólo un 10% (2.900 de 29.000). En Gerona, un 15% (400 de 2.800). En Tarragona un 17% (470 de 2.800). En la "conservadora" Burgos, un 34% (380 de 1.100).
A esto habría que añadirles algunas parejas casadas por lo civil que aparecen por la parroquia para bautizar a sus hijos o para la Primera Comunión y de paso plantean casarse. ¿Cómo acogerles?
¿Puede una diócesis mediana preparar algo para esas 400 parejas que cada año aún se le acercan a pedir el matrimonio?
Lo que empezó a hacer el padre Mallon
Una respuesta la da el padre James Mallon en su libro Una renovación divina (BAC), explicando que en su parroquia de Halifax (Canadá), Saint Benedict (www.saintbenedict.ca) se niegan a hacer bautizos de bebés y bodas de parejas que, en realidad, ni son cristianos ni quieren serlo.
Si de verdad quieren bautizos y bodas católicos, primero han de pasar por un proceso serio de kerigma (recibir el anuncio del evangelio) y de conversión.
“A medida que nuestra sociedad se seculariza más y más, no sólo disminuye el matrimonio dentro de la Iglesia, sino también como institución. Por ahora, todavía tenemos el fenómeno de parejas de alejados, no evangelizadas y no practicantes, que contactan con las parroquias pidiendo ser casadas”.
Primero, acoger
“El primer paso es acogerlos con los brazos abiertos. A lo largo de los años he oído historias siniestras de sacerdotes y secretarias parroquiales interrogando a las parejas en el teléfono sobre la asistencia a misa y las reglas de la parroquia. Creo que toda parroquia debería acoger a estas parejas sentándose a charlar sobre su petición de ser casados por la iglesia”.
Segundo, salir al encuentro donde están… pensando en cambiar su corazón
Mallon recuerda de sacerdote novato insistía a las parejas de alejados que pedían casarse para que fueran a misa los domingos y que dejaran de cohabitar hasta que se casasen. Casi todas iban a misa… hasta que se casaban, y luego desaparecían. Lo de dejar de cohabitar no había forma de comprobarlo.
Hoy Mallon pide un cambio de corazón, y para eso no basta dejarse caer por misa con un cura más o menos agradable. Estas parejas, cuando se les pregunta por su fe, apenas pueden decir que creen “en algo”, que Jesús debe ser bueno, y poco más. Nada de relación personal con Cristo. Hay que admitir que ese es su nivel... ¡y cambiarlo!
Tercero: pedir que hagan un Curso Alpha o algo equivalente
Hoy en la parroquia del Padre Mallon, ninguna pareja alejada llega a casarse sin pasar antes por un Curso Alpha (spain.alpha.org). Es obligatorio para cualquiera que no sea un cristiano maduro, practicante y militante.
También podría usarse un Seminario de Vida en el Espíritu. Ha de ser una exposición de la fe de varias semanas (entre 7 y 12), con trato con cristianos de verdad, el anuncio de la Resurrección, oración, experiencia real del Espíritu Santo… En algunos casos podría usarse un formato concentrado, como un retiro de tres o cuatro días de Cursillos de Cristiandad. “Muchas de las parejas tienen una experiencia muy positiva y algunas experimentan la conversión y el cambio”, explica Mallon.
Cuarto: una velada para parejas
Tras el Curso Alpha, se organiza una “velada para parejas”, de una sola sesión, en la que cada pareja explora sus puntos fuertes (y débiles) usando la metodología de Clifton Strengths Finder (www.strengthsfinder.com). Pero la clave aquí es que reflexionen sobre su relación y sus capacidades. Los tests de Alpha para Parejas quizá podrían servir también y otras metodologías. Es una reflexión sobre el aspecto humano de la relación.
Quinto: un encuentro de viernes-sábado sobre el Sacramento
Se realiza del viernes noche al sábado tarde, y se centra en el aspecto sacramental del matrimonio.
¿Resultados?
¿Qué eficacia ha tenido esto en Saint Benedict? Si antes solo una de cada 10 parejas perseveraba en la Iglesia tras casarse en ella, ahora son 3 de cada 10. Multiplicar por 3 no es desdeñable.
Además, la parroquia también está explorando el añadir a cada pareja de novios (especialmente las alejadas) un matrimonio que los acompañe, apoye y rece con ellos en todo el proceso.
A las parejas que pasan por los 5 pasos se les casa. Las que no quieren entrar en este itinerario, no se las casa. “Debemos caminar con ellos, amarlos y apoyarlos recordando siempre que, como Iglesia, estamos en el negocio de hacer discípulos, y no en el de las bodas”, escribe Mallon.
Cuando vienen a “procesar bebés”
Algo similar se hace cuando aparece una pareja –casada o no- de alejados que pide bautizar a su bebé. Se les localiza con un par de preguntas: “¿Usted y su familia son asistentes regulares a esta parroquia? ¿Han hablado alguna vez con el sacerdote?”
Cuando queda claro que son alejados, se les invita “a una velada informativa que dirige un equipo de parejas jóvenes una vez al mes. El objetivo de la velada es amarlos, darles la bienvenida e invitarles a algo más grande. Los invitamos a comenzar un camino de fe con el objetivo de prepararse para el bautismo de su hijo”.
“Durante la velada alguno de los miembros del equipo habla de su propio camino de fe y se centra en el kerigma”. Aún no se les habla de encuentros ni horarios: pero se les da un folleto para padres alejados que quieren bautizar niños. Si quieren emprender una “aventura en la fe”, han de pedirla.
Por supuesto, muchas parejas sólo quieren bautizar el bebé y punto. A esas, la parroquia, simplemente, se lo niega.
“En el corazón del bautismo se encuentra la pertenencia a la Iglesia. No es algo privado: seguir a Jesús conlleva compromisos”, escriba Mallon, rotundo.
A las parejas que deciden iniciar su itinerario de fe se les asigna un matrimonio mentor que las acompañará, las invitará a misa y mantendrán contacto con ellas. Sin pasar listas ni tener rigideces excesivas, se les pide asiduidad en la misa dominical y conexión con la parroquia.
Después, se les invita al “proceso para nuevos parroquianos” (que, de nuevo, implica un Curso Alpha) y se les anima al sacramento de la reconciliación.
En la provincia de Barcelona lo fueron sólo un 10% (2.900 de 29.000). En Gerona, un 15% (400 de 2.800). En Tarragona un 17% (470 de 2.800). En la "conservadora" Burgos, un 34% (380 de 1.100).
A esto habría que añadirles algunas parejas casadas por lo civil que aparecen por la parroquia para bautizar a sus hijos o para la Primera Comunión y de paso plantean casarse. ¿Cómo acogerles?
¿Puede una diócesis mediana preparar algo para esas 400 parejas que cada año aún se le acercan a pedir el matrimonio?
Lo que empezó a hacer el padre Mallon
Una respuesta la da el padre James Mallon en su libro Una renovación divina (BAC), explicando que en su parroquia de Halifax (Canadá), Saint Benedict (www.saintbenedict.ca) se niegan a hacer bautizos de bebés y bodas de parejas que, en realidad, ni son cristianos ni quieren serlo.
Si de verdad quieren bautizos y bodas católicos, primero han de pasar por un proceso serio de kerigma (recibir el anuncio del evangelio) y de conversión.
“A medida que nuestra sociedad se seculariza más y más, no sólo disminuye el matrimonio dentro de la Iglesia, sino también como institución. Por ahora, todavía tenemos el fenómeno de parejas de alejados, no evangelizadas y no practicantes, que contactan con las parroquias pidiendo ser casadas”.
Primero, acoger
“El primer paso es acogerlos con los brazos abiertos. A lo largo de los años he oído historias siniestras de sacerdotes y secretarias parroquiales interrogando a las parejas en el teléfono sobre la asistencia a misa y las reglas de la parroquia. Creo que toda parroquia debería acoger a estas parejas sentándose a charlar sobre su petición de ser casados por la iglesia”.
Segundo, salir al encuentro donde están… pensando en cambiar su corazón
Mallon recuerda de sacerdote novato insistía a las parejas de alejados que pedían casarse para que fueran a misa los domingos y que dejaran de cohabitar hasta que se casasen. Casi todas iban a misa… hasta que se casaban, y luego desaparecían. Lo de dejar de cohabitar no había forma de comprobarlo.
Hoy Mallon pide un cambio de corazón, y para eso no basta dejarse caer por misa con un cura más o menos agradable. Estas parejas, cuando se les pregunta por su fe, apenas pueden decir que creen “en algo”, que Jesús debe ser bueno, y poco más. Nada de relación personal con Cristo. Hay que admitir que ese es su nivel... ¡y cambiarlo!
Tercero: pedir que hagan un Curso Alpha o algo equivalente
Hoy en la parroquia del Padre Mallon, ninguna pareja alejada llega a casarse sin pasar antes por un Curso Alpha (spain.alpha.org). Es obligatorio para cualquiera que no sea un cristiano maduro, practicante y militante.
También podría usarse un Seminario de Vida en el Espíritu. Ha de ser una exposición de la fe de varias semanas (entre 7 y 12), con trato con cristianos de verdad, el anuncio de la Resurrección, oración, experiencia real del Espíritu Santo… En algunos casos podría usarse un formato concentrado, como un retiro de tres o cuatro días de Cursillos de Cristiandad. “Muchas de las parejas tienen una experiencia muy positiva y algunas experimentan la conversión y el cambio”, explica Mallon.
Cuarto: una velada para parejas
Tras el Curso Alpha, se organiza una “velada para parejas”, de una sola sesión, en la que cada pareja explora sus puntos fuertes (y débiles) usando la metodología de Clifton Strengths Finder (www.strengthsfinder.com). Pero la clave aquí es que reflexionen sobre su relación y sus capacidades. Los tests de Alpha para Parejas quizá podrían servir también y otras metodologías. Es una reflexión sobre el aspecto humano de la relación.
Quinto: un encuentro de viernes-sábado sobre el Sacramento
Se realiza del viernes noche al sábado tarde, y se centra en el aspecto sacramental del matrimonio.
¿Resultados?
¿Qué eficacia ha tenido esto en Saint Benedict? Si antes solo una de cada 10 parejas perseveraba en la Iglesia tras casarse en ella, ahora son 3 de cada 10. Multiplicar por 3 no es desdeñable.
Además, la parroquia también está explorando el añadir a cada pareja de novios (especialmente las alejadas) un matrimonio que los acompañe, apoye y rece con ellos en todo el proceso.
A las parejas que pasan por los 5 pasos se les casa. Las que no quieren entrar en este itinerario, no se las casa. “Debemos caminar con ellos, amarlos y apoyarlos recordando siempre que, como Iglesia, estamos en el negocio de hacer discípulos, y no en el de las bodas”, escribe Mallon.
Cuando vienen a “procesar bebés”
Algo similar se hace cuando aparece una pareja –casada o no- de alejados que pide bautizar a su bebé. Se les localiza con un par de preguntas: “¿Usted y su familia son asistentes regulares a esta parroquia? ¿Han hablado alguna vez con el sacerdote?”
Cuando queda claro que son alejados, se les invita “a una velada informativa que dirige un equipo de parejas jóvenes una vez al mes. El objetivo de la velada es amarlos, darles la bienvenida e invitarles a algo más grande. Los invitamos a comenzar un camino de fe con el objetivo de prepararse para el bautismo de su hijo”.
“Durante la velada alguno de los miembros del equipo habla de su propio camino de fe y se centra en el kerigma”. Aún no se les habla de encuentros ni horarios: pero se les da un folleto para padres alejados que quieren bautizar niños. Si quieren emprender una “aventura en la fe”, han de pedirla.
Por supuesto, muchas parejas sólo quieren bautizar el bebé y punto. A esas, la parroquia, simplemente, se lo niega.
“En el corazón del bautismo se encuentra la pertenencia a la Iglesia. No es algo privado: seguir a Jesús conlleva compromisos”, escriba Mallon, rotundo.
A las parejas que deciden iniciar su itinerario de fe se les asigna un matrimonio mentor que las acompañará, las invitará a misa y mantendrán contacto con ellas. Sin pasar listas ni tener rigideces excesivas, se les pide asiduidad en la misa dominical y conexión con la parroquia.
Después, se les invita al “proceso para nuevos parroquianos” (que, de nuevo, implica un Curso Alpha) y se les anima al sacramento de la reconciliación.
Una parroquia renovada tendrá discípulos de Cristo y bodas cristianas; una parroquia que no haga discípulos pronto no tendrá ya bodas cristianas;"nuestro negocio es hacer discípulos, no bodas", dice el Padre James Mallon
“¿Se producirán errores? Claro que sí. ¿Habrá molestias y conversaciones incómodas? Probablemente. ¿La gente llegará a Cristo, a sus pies? Esperamos que sí. ¿Habrá vidas cambiadas y decisiones de ser discípulos de Jesús? Las habrá si hacemos que el resto de las piezas funcionen”.
Una y otra vez Mallon insiste: la parroquia no está para expender sacramentos, como si fuesen refrescos de una máquina, sino para convertir a las personas en discípulos –es decir, aprendices atentos- de Jesús. “Id y haced discípulos”, fue el mandato de Cristo.
Más sobre James Mallon y sus parroquias renovadas AQUÍ
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