María dijo:
- Mi alma alaba la grandeza del
Señor.
Mi espíritu se alegra en Dios mi
Salvador, porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde
ahora me llamarán dichosa; porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes
cosas.
¡Santo es su nombre!
Dios tiene siempre misericordia de
quienes le honran.
Actuó con todo su poder: deshizo
los planes de los orgullosos, derribó a los reyes de sus tronos y puso en
alto a los humildes.
Llenó de bienes a los hambrientos y
despidió a los ricos con las manos vacías.
Ayudó al pueblo de Israel, su
siervo, y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
Así lo había prometido a nuestros
antepasados, a Abraham y a sus futuros descendientes.
María se quedó con Isabel unos tres
meses, y después regresó a su casa."
Lucas pone en boca de María el cántico de los pobres. Ella grande por ser madre de Dios y muchacha humilde de Nazaret, que en su vida guardará todas las cosas en su corazón. Precisamente María nos regala con este cántico revolucionario, en el que nos presenta a Dios girándolo todo del revés. Poniendo arriba lo que estaba abajo y descendiendo lo que estaba elevado. Marcando lo que sería la vida de su Hijo: un canto y una dedicación a los más sencillos. Nosotros seguimos elogiando a los poderosos y olvidando a los humildes. Buscamos el poder, estar en primera línea. Algunos cantamos cada día en Vísperas el Magníficat; pero no sé si luego somos consecuentes en nuestra vida. Sin embargo, Jesús, el más grande, nació en un establo ignorado de todos. |
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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