ROMA, 03 Dic. 16 / 08:12 am (ACI).- La visita de Stephen Hawking
al Vaticano a fines de noviembre provocó curiosidad, e incluso llevó a algunos
a cuestionarse sobre qué exactamente estaba haciendo el astrofísico y
autoproclamado ateo en el corazón de la Iglesia Católica.
Sin embargo, para el Vaticano la visita no era nada extraordinario.
Hawking es un miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias –que incluye a
80 de los científicos más brillantes del mundo– y estaba en la Ciudad del Vaticano
para su encuentro anual.
La conferencia de este año estaba enfocada en “Ciencia
y Sostenibilidad”. El propio Hawking dijo una charla sobre “El origen del universo”, un tema sobre el que ha
logrado reconocimiento mundial.
El credo –católico u otro– no es un criterio de membresía en la
Pontificia Academia de las Ciencias. El presidente del grupo, Werner Arber,
Premio Nobel de Medicina de 1978, es protestante. Y miembros de la Academia son
católicos, ateos, protestantes y miembros de otras religiones.
Esta política de membresía abierta existe porque la Pontificia Academia
de las Ciencias está concebida como un lugar donde la ciencia y la fe puedan
encontrarse y discutir. No es un foro confesional, sino un lugar donde es
posible tener una discusión abierta y examinar los futuros avances científicos.
La Academia fue fundada en 1603 por el príncipe Federico Cesi con la
bendición del Papa Clemente VII, y su primer directivo fue Galileo
Galilei. Cuando el príncipe Cesi murió, la Academia fue cerrada.
Pío IX la refundó en 1847, pero la Academia fue insertada en el Reino de
Italia tras la caída de los Estados Pontificios. En 1936, Pío XI fundó una vez
más la Academia, dándole su nombre actual y un estatuto que Pablo VI actualizó
en 1976 y San Juan Pablo II
actualizó nuevamente en 1986.
Entre los nombres de los miembros de la Academia a lo largo de los años uno
puede encontrar muchos ganadores del Premio Nobel, algunos de los cuales ya
eran miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias cuando recibieron el
reconocimiento.
Entre los Premio Nobel que eran miembros de la Academia están Niels
Bohr, Rita Levi Montalcini, Werner Heisenberg, Alexander Fleming y Carlo
Rubbia.
Los encuentros de la Pontificia Academia de las Ciencias discuten temas
de la vanguardia de la ciencia. Por ejemplo, la Academia ha discutido muchas
veces sobre el “bosón de Higgs”. Esta partícula
elemental fue finalmente descubierta en 2015, pero los científicos de la
Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) anticiparon su
inminente descubrimiento en un encuentro sobre física subnuclear realizado en
la Casina Pío IV, la sede de la Academia.
En cierto sentido, la Academia es un puente entre la ciencia, la fe y el
mundo. Prueba que el conocimiento científico no excluye la presencia de Dios.
El canciller de la Academia, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo destacó que “el científico descubre cosas que no había puesto ahí.
Cuestionarse quién puso esas cosas ahí es un asunto teológico. El científico
solo las descubre, el creyente ve en ellas la presencia de Dios”.
Mons. Sánchez Sorondo recordó que le preguntó a Hawking si había llegado
a la conclusión que Dios no existe como científico o sobre la base de su
experiencia de vida, y señaló que “Hawking tuvo que reconocer que su afirmación no tenía
nada que ver con la ciencia”.
Durante su conferencia en el Vaticano, Stephen Hawking rindió homenaje
al P. Georges Lemaitre, presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias de
1960 a 1966. Hawking dijo que el sacerdote belga era el verdadero padre de la “Teoría del Big Bang” y no el físico George Gamow.
“Georges Lemaitre fue el primero que propuso un
modelo según el cual el universo tenía un principio muy denso. Él, y no George
Gamow, es el padre del Big Bang”, dijo.
Traducido y adaptado por David Ramos.
Publicado originalmente en CNA.
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