ROMA, 21 Dic. 16 / 04:04 pm (ACI).- Se sabe que los primeros
villancicos fueron compuestos por el S. V y que los pesebres se popularizaron
con un santo muy famoso del S. XIII. Conozca aquí el origen de estas
tradiciones que el paso de los siglos no ha podido detener y que mantienen su
finalidad para el que fueron creados.
Con el paso del tiempo, un conjunto de costumbres han contribuido a
crear un ambiente festivo en las familias, calles, aldeas y ciudades para
profundizar en el verdadero sentido de la Navidad.
Uno de ellos son los villancicos que se remontan al S. V, cuando se
compusieron cantos populares referentes al misterio de la Encarnación con
inspiración en la teología y liturgia de Navidad. De esta manera se buscaba
llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer.
Se llamaba "villanus" al
aldeano y con el tiempo el nombre cambió a "villancicos".
Estos cantos se caracterizan por el tono sensible e ingenuo de sus
letras y de sus melodías que hacen referencia a los sentimientos de la Virgen y
de los pastores ante la decisión de Dios de hacerse hombre.
Cantar villancicos es un modo de demostrar la alegría y gratitud a Jesús
y escucharlos ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la
Navidad.
Más adelante, en el S. XIII, el humilde San Francisco de Asís y sus
discípulos propagaron la práctica de los “belenes” en
templos y casas.
En la Navidad de 1223, el Santo hizo una representación viviente del
Nacimiento de Jesús. Para ello preparó un establo e invitó a las personas del
pueblo a hacer una representación real con pesebre y animales de verdad.
A esta actividad le llamó “crèche”, que
significa “cuna” en francés, y fue vista por
hombres, mujeres y niños que se acercaron a ver la bellísima obra con sus
antorchas encendidas. La idea gustó muchísimo y se empezaron a hacer representaciones
en toda Italia.
En los siglos XIV y XV, en Nápoles, se hicieron las primeras figuras que
representaban el nacimiento del Niño Dios. Posteriormente, con la llegada a
América de los primeros misioneros, estas tradiciones se extendieron más.
Hoy, en las casas cristianas, se sigue escogiendo un rincón especial y
se colocan las figuras del pesebre, dejándose un espacio entre José y María
para poner al niño el 25 de diciembre, generalmente a las 00:00 horas.
Los pesebres vivientes o materiales son una invitación a reflexionar
sobre la pobreza de la Sagrada Familia
que nos llama a imitarle en auténtica sencillez evangélica, renunciando a los
apegos materiales.
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