Christophe Flipo
descubrió en Rocamadour el don de la fe y la Eucaristía.
Christope Flipo era masón y su matrimonio se hundía hasta que descubrió
a María.
La Virgen María ha tenido un
papel fundamental en la conversión de varios masones franceses en los últimos
años, como Maurice Caillet y Serge
Abad-Gallardo. El portal mariano Cari Filii recoge otro caso,
el de Christophe Flipo:
Cuando niño, recuerda Christophe Flipo en su libro biográfico La meilleure part (La mejor parte), “tenía la intención de ser sacerdote, pero me gustaban más las chicas y luego ya a los 16 AÑOS, ME ALEJÉ DE LA IGLESIA. Con 57 años de edad, este ingeniero informático nacido en Roubaix, que hoy reside en Lille con su esposa tras haber criado juntos cuatro hijos, ingresó en la masonería después de que un “antiguo amigo me ofreciera unirme a una comunidad de hombres ‘en búsqueda’… Ese concepto me atrajo porque yo estaba en busca de un sentido para la vida y pensaba que todos los caminos eran buenos para abordar la conquista del ideal…”.
Cuando niño, recuerda Christophe Flipo en su libro biográfico La meilleure part (La mejor parte), “tenía la intención de ser sacerdote, pero me gustaban más las chicas y luego ya a los 16 AÑOS, ME ALEJÉ DE LA IGLESIA. Con 57 años de edad, este ingeniero informático nacido en Roubaix, que hoy reside en Lille con su esposa tras haber criado juntos cuatro hijos, ingresó en la masonería después de que un “antiguo amigo me ofreciera unirme a una comunidad de hombres ‘en búsqueda’… Ese concepto me atrajo porque yo estaba en busca de un sentido para la vida y pensaba que todos los caminos eran buenos para abordar la conquista del ideal…”.
Durante veinte años ascendió por diversos grados de la Gran Logia
Tradicional y Simbólica, pero al mismo tiempo se fue desperfilando su
identificación íntima con el “sincretismo pagano de
sus normas, afirmaciones y rituales”, señala Flipo al portal Croix
du Nord.
EL TESTIMONIO DE UNA MUJER QUE FUE FRÍVOLA
Su esposa tampoco estaba conforme con el rumbo que llevaba el matrimonio. Un esposo absorto en el trabajo y atado a los compromisos que le imponían los “hermanos” de la francmasonería no era un ideal, confiesa. Pero aunque Christophe podía ver el conflicto y “sentía la ausencia de trascendencia auténtica” siendo masón, no tomaba una decisión, cuenta.
A pesar de que aún
no lograba “ver”, no estaba sólo en lo
que vivía y así el llamado a la conversión era constante. Una gracia extraordinaria le mostraría la
verdad que por tanto tiempo había buscado…
“Yo trabajaba el
año 2011 con una colega algo frívola, a quien le dije un día que su vida
carecía de sentido. Entonces un poco
bromeando… le aconsejé que se fuera a visitar a la Virgen Negra (imagen a
la izquierda) al Santuario Rocamadour. ¡Esta colega
regresó transformada, como si la fe hubiera caído de golpe sobre ella! Se casó
y juntos con su esposo iban todos los días a misa…”.
EL PODER DE LA EUCARISTÍA
EL PODER DE LA EUCARISTÍA
La evidencia del testimonio que le daban Virginia y el esposo de esta, Cyril, no pasó desapercibida para Christophe. Le contó lo sucedido a su esposa Frédérique y juntos decidieron peregrinar al encuentro de la Virgen Negra. “Era mi turno para descubrir el Santuario de Rocamadour con mi esposa y allí recibí muchas señales. ¡Imagínate que me encontré con un ángel! …y pensé en aquellas palabras del Evangelio donde Jesús se dirige a Felipe. "¿Entiendes lo que estás leyendo?", reflexioné”.
En ese instante, dice Christophe,
supo que “al vivir la fe aceptas que no vas a
entender todo”. Luego, de regreso a casa, su esposa le
suplicó que abandonase la masonería. Él hizo lo que ella le pedía.
Poco tiempo después ambos se fueron como peregrinos a Jerusalén (imagen a la derecha). Allí Christophe Flipo vivió la experiencia abrumadora del amor de Dios, el Espíritu Santo, presente en la Eucaristía. “¡Me di cuenta que ahí estaba Dios, en lo más pequeño, para ofrecerse a nosotros!”.
Poco tiempo después ambos se fueron como peregrinos a Jerusalén (imagen a la derecha). Allí Christophe Flipo vivió la experiencia abrumadora del amor de Dios, el Espíritu Santo, presente en la Eucaristía. “¡Me di cuenta que ahí estaba Dios, en lo más pequeño, para ofrecerse a nosotros!”.
Desde ese
instante abrió de par en par las puertas de su alma para que Cristo reinara.
Así, su matrimonio y familia -confidencia Christophe- se han fortalecido
tras aquella experiencia de Dios en la eucaristía. “Descubrí la felicidad de compartir la
comunión espiritual con Frédérique”, señala.
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