"También les dijo Jesús:
– Supongamos que uno de vosotros
tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: 'Amigo, préstame
tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y
no tengo nada que ofrecerle.' Sin duda, aquel le contestará desde
dentro: '¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos
acostados. No puedo levantarme a darte nada.' Pues bien, os digo que
aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle
importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os
dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque
el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta,
se le abre.
¿Acaso algún padre entre vosotros
sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O
de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que
sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre
que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!"
Jesús nos sigue hablando de la oración de petición. Y nos recomienda tres verbos: Pedid, buscad, llamad. La clave es la insistencia. hay que hacerse pesado con nuestra petición. Pero lo más curioso se encuentra en la última frase: "¡Cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! Lo que hemos de pedir, lo que de verdad necesitamos, lo que el Padre nos dará, es el Espíritu. Porque el que tiene el Espíritu tiene la Vida y tiene el Amor. Porque eso es lo que es el Espíritu: Amor y Vida. Quien tiene esto, lo tiene todo. No necesita nada más. |
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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