VATICANO, 08 Sep. 16 / 12:37 pm (ACI).- Ante más de 250
participantes en el congreso de abades benedictinos en Roma, el Papa Francisco
afirmó que los monjes y las monjas en el mundo de hoy tienen un don y una
responsabilidad especial que es mantener
vivos los “oasis del espíritu”.
“En este tiempo y en esta Iglesia llamada a apostar
cada vez sobre lo esencial, los monjes y las monjas custodian por vocación un
don peculiar y una responsabilidad especial: la de mantener vivos los oasis del
espíritu para que los pastores y fieles
puedan beber en los manantiales de la misericordia divina”, dijo el Papa en la Sala Clementina en el Palacio Apostólico del Vaticano
esta mañana.
Ante los asistentes reunidos en Roma para reflexionar sobre el carisma monástico
recibido de San Benito y su fidelidad a él, el Pontífice resaltó que “si es solamente en la contemplación de Jesucristo donde
se percibe el rostro de la misericordia del Padre, la vida monástica constituye un camino
maestro de hacer esa experiencia contemplativa y traducirla en testimonio
personal y comunitario”.
El mundo de hoy, continuó, demuestra claramente la necesidad de una
misericordia que es el corazón de la vida cristiana y “lo
que, en definitiva, manifiesta la autenticidad
y la credibilidad del mensaje del que la Iglesia es depositaria y proclama”.
Con la gracia de Dios y en sus comunidades, los monjes y monjas anuncian
la fraternidad evangélica desde todos los monasterios del orbe y lo hacen con
un silencio laborioso y elocuente que “deja hablar
a Dios en la vida ensordecedora y distraída del mundo”.
Por eso, aunque vivan separados del mundo, su clausura “no es estéril, al contrario, es una riqueza y no un impedimento
para la comunión”, su trabajo, en armonía con la oración los hace “partícipes de la obra creativa de Dios y solidarios con
los pobres que no pueden vivir sin trabajar”.
Su hospitalidad, explicó el Santo Padre, los acerca a los “más perdidos y alejados, a los que se encuentran en una
condición de grave pobreza humana y espiritual” y su compromiso en la
formación de la juventud es muy apreciado.
“Ojalá los estudiantes de sus escuelas a través del
estudio y de vuestro testimonio de vida sean también expertos del humanismo que
se desprende de la Regla Benedictina. Y su vida contemplativa es también un
canal privilegiado para alimentar la comunión con los hermanos de las Iglesias
Orientales”, exhortó.
“Su
servicio a la Iglesia es inapreciable”, dijo
Francisco para animar luego a la cooperación entre monasterios y a no
desalentarse si los miembros de sus comunidades disminuyen o envejecen.
“Al contrario, conserven el celo de su testimonio,
incluso en los países que hoy son más difíciles, con la fidelidad al carisma y
el valor de fundar nuevas comunidades”, subrayó
el Papa.
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