"Por aquellos días, Jesús se
fue a un cerro a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Cuando se
hizo de día, reunió a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales
llamó apóstoles. Estos fueron: Simón, a quien puso también el nombre de
Pedro; Andrés, hermano de Simón; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo,
Tomás, Santiago hijo de Alfeo; Simón el celote, Judas, hijo de
Santiago, y Judas Iscariote, que traicionó a Jesús.
Jesús bajó del cerro con ellos, y
se detuvo en un llano. Se habían reunido allí muchos de sus seguidores y
mucha gente de toda la región de Judea, y de Jerusalén y de la costa de Tiro
y Sidón. Habían venido para oír a Jesús y para que los curase de sus
enfermedades. Los que sufrían a causa de espíritus impuros, también
quedaban sanados. Así que toda la gente quería tocar a Jesús, porque los
sanaba a todos con el poder que de él salía."
Vemos a Jesús que sube a la montaña y pasa la
noche en oración. Luego, escoge a los doce y baja del monte para sanar a
todos los que se acercaban a Él.
Estoy leyendo un libro que os recomiendo, "Dios sin Dios", publicado por Fragmenta. Es el debate entre Xavier Melloni y Josep Cobo. Melloni, como místico, a través de la meditación ve a Dios en todas las cosas. Cobo, ve a Dios en su ausencia. Ve a Dios en el Jesús de la Cruz. En el Jesús abandonado en la Cruz. Para él sólo podemos encontrar a Dios en los pobres, en los perseguidos, en los que sufren, en los abandonados... Jesús nos muestra cómo ambas cosas van unidas. Oración y acción. Es más, una oración que no nos conduce a los demás, es simple narcisismo, ilusión. Una acción que no nace de, o nos lleva a la oración, se agota y se seca. Es la auténtica oración la que nos llevará a ver a Jesús que nos llama desde la pobreza. |
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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