Unas
apariciones cuestionadas pero centrales para comprender el momento…
El referente en las
apariciones de Garabandal es la vidente Conchita González, a quien la Virgen
María contó la fecha del Aviso a la humanidad y que tendrá la misión de
comunicarlo al mundo.
Pero poco se habla de Jacinta
González, una de las otras tres niñas que compartieron las visiones en la
década de los ’60.
Jacinta
González tenía 12 cuando junto a Conchita González, Mari Cruz González y María
Dolores Mazón tuvieron las apariciones.
Resumimos
aquí una entrevista del P. Benac a Jacinta sobre las Apariciones.
El P. Francisco A. Benac S.J., es fundador del Centro de Garabandal en
Bombay, en la India, se entrevistó con la vidente Jacinta Moyniham y su
esposo, Jeff Moyniham en California, su residencia, el 23 de Diciembre de 1978.
SOBRE LA APARICIÓN DEL ANGEL
Cuenta Jacinta que era domingo:
“Mari Loli y yo estábamos jugando cuando nos dimos
cuenta que Conchita y Mari Cruz habían
desaparecido. Entonces Loli, yo y otra niña fuimos detrás del campanario
de la Iglesia pensando que se habrían escondido allí”.
“Me parece
que van a estar donde el manzano porque el último domingo Conchita, Mari
Cruz y yo fuimos al manzano a coger manzanas”.
“Vimos a Conchita y Mari Cruz moviendo las ramas
del manzano y les gritamos: ‘¿Qué
estáis haciendo?’”.
“Entonces ellas intentaron esconderse pero nosotras
saltamos dentro del huerto desde la pared de piedra que bordea la calleja y nos reunimos con ellas a comer las manzanas.
Después de esto, mientras jugábamos a las canicas
en la Calleja, empezamos a sentir remordimiento por haber robado las manzanas, pensando que el Ángel estaría triste en tanto
que el demonio estaría contento.
Mientras hablábamos, de repente, Conchita, se quedó mirando a lo alto mientras
decía:¡Oh, oh!.
“Estábamos asustadas, pensando
que le daba un ataque, y cuando ya íbamos a correr a llamar a su madre, de
repente, nosotras también vimos la Visión y exclamamos: ‘El Angel’”.
Fue por un corto tiempo. Dijeron a la gente que habían visto al Angel. Fueron a la Iglesia y
empezaron a llorar.
Mari
Loli y Jacinta cayeron en éxtasis cuando esta visión.
Jacinta cuenta que no sintió
ningún temor ni nada porque le parecía todo tan natural que pensaba que todo el
mundo podía ver lo que ell veía. Le parecía una cosa normal.
SOBRE LA VIRGEN MARÍA
La
Santísima Virgen se le apareció por primera vez en la fiesta de la Visitación de Nuestra
Señora a Santa Isabel, el dos de Julio de 1961.
“Para mí fue
como encontrarme con mi Madre después de una ausencia de muchos años.
Por eso le decía tantas cosas. En ese momento no pensaba en la importancia que este
acontecimiento iba a tener”.
En las apariciones, Nuestra
señora algunas veces traía al Niño Jesús, pero la mayoría de las veces venía
sola.
Jacinta
extiende sus brazos abiertos y ligeramente levantados y para decir del aspecto
de Ella.
“Así nos miraba, sonriendo, con una expresión de alegría y de bondad.
Era muy
hermosa, su pelo largo, de color castaño oscuro, le caía suavemente por las
espaldas.
Su vestido
era blanco, le llegaba hasta los pies, que no se veían y con un manto azul.
Su vestido blanco tenía como flores bordadas en él que apenas se
veían.
Jacinta no está muy segura
pero cree que siempre llevaba puesto un Escapulario marrón, con una Cruz por un
lado y algo como una montaña en el otro y el escapulario no muy grande, del
tamaño de una mano.”
Y continúa:
“Era muy feliz viéndola, como a una madre que nos
quiere mucho; no la sentíamos lejana;
nos sentíamos muy cerca de ella y la sentíamos muy cerca de nosotras.
Se le podía tocar sin sentir
con el cuerpo pero sí con el alma. Es un cuerpo espiritual. Es como que la
sentíamos con el alma y no con el cuerpo”.
Las apariciones variaban mucho. Desde unos minutos a varias horas.
Y el tiempo era como que no existía, el tiempo volaba.
Siempre estuvo con las otras niñas; mientras ellas
estaban en éxtasis, si ella estaba fuera, normal, se cansaba mucho
siguiéndolas, pero si ella también
estaba en éxtasis viendo a la Virgen estaba feliz y el tiempo volaba.
Porque a Jacinta no siempre se le apareció, y esto le afectaba y le entristecía, ya
que alguna vez estuvo la Virgen quince
días y hasta dos meses sin aparecérsele.
Dice Jacinta: “Sentía que era una especie de castigo por algunas
travesuras o desobediencias”.
En
el primer mensaje estaban juntas las 4 niñas y fue la Santísima Virgen quien les dio este
mensaje:
“Hay que hacer muchos sacrificios,
mucha penitencia, visitar al Santísimo Sacramento, pero antes tienen que ser
muy buenas.
La copa se está llenando y si
no cambiamos vendrá un castigo muy grande”.
Ella nos dijo que lo diéramos a conocer al mundo, que lo dijésemos el 18 de
Octubre (de 1961) para que la gente lo difundiese por todo el mundo.
Ella también dijo que lo más
importante era cumplir el mensaje”.
Jacinta no sabe por qué no se les dijo de darlo a conocer de inmediato, “quizás
Ella quería que la gente conociese
mejor las Apariciones antes de recibir los Mensajes”.
Cuenta Jacinta que el mismo día del mensaje la reacción fue mala porque la gente pensaba
que iba a haber un Milagro.
Fue un día de lluvia torrencial, un diluvio y la
gente esperó en los Pinos; muchos
quedaron desilusionados al no haber ningún milagro.
De algún modo el milagro fue que no hubo
accidentes, entre tantas dificultades para subir y andar por el pueblo. No se
había anunciado ningún milagro. Ese
día, solo había que dar a conocer el Mensaje.
Sobre
las Llamadas de la Virgen Jacinta dice:
“Era una vivencia interior; la
primera como una alegría muy suave, la segunda, como cuando ya se espera
ansiosamente a alguien muy querido y cuando venía la tercera llamada, a veces
después de una o dos horas desde la primera, ya no resistíamos más; la Virgen
nos atraía de un modo que dejábamos todo y corríamos a su encuentro”.
Las
llamadas venían de repente, en cualquier momento, a veces la tercera llamada
venía al día siguiente.
Jacinta cuenta que María siempre les decía de rezar por los Sacerdotes, que son los que
deben fortalecer la fe de los creyentes, dar ejemplo con sus vidas y
vivir una vida de fe profunda.
“Ella nos pidió que rezáramos para que ellos dieran
testimonio de su Hijo, Jesús. Dijo esto porque algunas cosas estaban yendo por mal camino”.
Respecto
al Aviso
Jacinta dice:
“Será algo que afectará al
mundo entero; nos ayudará a ver las buenas y malas acciones que hayamos hecho.
Durará poco tiempo.
En especial me recuerdo lo que Nuestra Señora dijo
sobre la Eucaristía, la poca
importancia que se le da y la falta de respeto ante la Presencia Divina. De
igual modo la pérdida del sentido del pecado”.
Respecto al segundo
mensaje, que fue a Conchita, dice que fue el 18 de Junio de 1965. Estaba
entre la gente. En esa fecha ya no tenía apariciones.
Respecto
del Castigo
cuenta Jacinta:
“Ella dijo que dependerá del
comportamiento de la humanidad. Dijo que será algo terrible si no cambiamos”.
No
piensa que podría ser una guerra atómica sino que será algo que viene
directamente de Dios, porque son los hombres los que causan las
guerras.
Y sentencia:
“Todo lo que sé, está escrito
en los libros. Conchita es la única a quien la Santísima Virgen reveló el año y
el día del Milagro.
Yo pedí
varias veces a la Virgen que hiciese un milagro para que la gente creyese.
Ella nunca me dijo nada acerca del Milagro. Mari Loli también sabe muchos
detalles del Aviso.”
SOBRE JESÚS
Dos días antes de venir la
Virgen por primera vez, Jacinta vio al Señor, de pie sobre una especie de
nubecilla blanca, vestido de blanco y manto rojo, mostrando su Corazón, de un
rojo vivo y que despedía rayos blancos y dorados, sobre la parte izquierda de
su pecho.
No habló a la niña, pero con
su mano izquierda le presentaba su Corazón, mientras le hacía señas, con la
derecha, para que se acercara.
Jacinta obedeció, y quedó deslumbrada por la belleza y resplandor de sus vestidos, más aún de
su persona.
Esta visión de Jacinta tuvo lugar en la Calleja. La visión le dejó una impresión
indeleble.
Dos cosas le impresionaron sobremanera: la mirada de Jesús y su porte majestuoso.
Aquella mirada penetraba hasta lo más profundo del alma, aquel mirar del
Señor “estaba impregnado de un Amor inmenso”.
Dice Jacinta que no hubiera podido estar así mucho tiempo porque su alma se habría
ido con Jesús.
Ella recuerda:
“Recuerdo un día, cuando nosotras cuatro, siguiendo
la llamada de Nuestra Señora, fuimos un
poco más arriba de donde tuvimos la primera Aparición del Ángel.
Nadie del pueblo nos siguió. De repente las otras tres cayeron en éxtasis al ver al
Ángel.
Yo estaba un poco más atrás viéndolas a ellas en
éxtasis y me dije: Pero si yo no veo
nada.
Entonces,
de repente, se me apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Me impresionó
profundamente. Él no me habló pero su mirada penetró en lo más
profundo de mi corazón.
Sus
ojos, su figura; una mirada que penetraba tan profundamente en mí
que no lo puedo explicar.
Esta visión del Sagrado Corazón me impresionó más que la de Nuestra Señora,
aun cuando no le he vuelto a ver otra vez.
Tengo una
fuerte sensación de ver a alguien muy querido cada vez que veo su
imagen”.
Cuando veo su Imagen o hablo de Él, como ahora, siento algo dentro de mí que no puedo
explicar.
Esta
visión siempre ha permanecido viva en mi mente. Recuerdo
habérselo dicho a mi madre, cuando dudaba si había visto a la Virgen y al
Ángel.
Pero de esta visión del
Sagrado Corazón, aunque me fuese a morir, yo insistiría en que fue verdad. Es
algo de lo que nunca dudé.
Él
no me habló pero mi corazón se sintió, desde entonces, cada día mucho más cerca de Él”.
SOBRE OTROS TEMAS
Sobre
la comunión visible en la boca a Conchita dice Jacinta que ella no estaba, pero que sintió
que era una prueba del Cielo de la realidad de las Apariciones para toda la
gente.
Jacinta también cuenta que mientras estaba en
éxtasis con las otras, sus padres y
hermanos no tenían paz, ni siquiera a la hora de comer, cuando la gente
invadía su pequeña casa. Aquellos años deben haber sido muy duros para ellos.
Pero ella no se cansaba de las
apariciones. Muchas veces las Apariciones duraban hasta las cuatro de la
mañana, pero no se cansaba, era muy feliz:
“y eso que me levantaba pocas horas después para ir al campo y traer alimento para los
animales y hacer los otros trabajos de la casa”.
Sobre
el Padre Luis Andreu, Jacinta dice:
“Le recuerdo muy bien porque era muy bueno, realmente era un santo. Loli y yo solíamos
hablar mucho con él y nos acompañaba en los juegos.
Lo que recuerdo más vivamente fue la última vez que
visitó el pueblo y la Misa que dijo ese día. Todo el mundo decía: ‘¡Qué Misa más hermosa dijo hoy el P. Luis; es un
santo!’
Su
Misa fue como algo del otro mundo”.
Jacinta dice que el día anterior a su muerte jugó con ellas y parecía estar muy
bien.
“Imagínese la impresión que recibimos al día
siguiente, cuando Loli, Conchita y yo, estábamos barriendo la Iglesia y lo
supimos; la madre de Conchita vino a
decirnos que se había muerto el Padre Luis. No nos lo podíamos creer”.
Jacinta afirma que el P. Andréu dijo al P.
Marichalar antes de partir que lo que
ellas decían y veían es verdad y que veían a Nuestra Señora.
Y que antes de que muriese el P. Luis, la Virgen les había hablado de una voz que
iban a oír y que no se asustaran.
Y Jacinta cuenta:
“el P. Luis vino, no le
veíamos pero nos habló y nos dio un mensaje para su hermano el P. Ramón.
También dijo algunas frases en varias lenguas y nos enseñó el Ave María en
Griego”.
También Jacinta cuenta que fue a Roma en una peregrinación para ganar las indulgencias del Año Santo.
Allí vio al Cardenal Ottaviani
que le dijo que él creía en Garabandal, pero que tenían que tener mucha
paciencia y rezar mucho. Él la recibió al igual que el Cardenal Philippe.
El P. Benoit Duroux, su secretario, le aconsejó
vivamente que las cuatro, mantuvieran
una estrecha relación y comunicación entre ellas. Esta observación le
impresionó mucho.
También
le presentaron a algunos miembros de la Sagrada Congregación que estaban
sentados alrededor de una gran mesa y empezaron a hacerle preguntas.
Foros de la
Virgen María
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