Hemos estado viendo cómo
muchos Sacerdotes, Obispos y Cardenales están empeñados en acomodar a la
Iglesia a la nueva moralidad secular, no sólo desde el punto de vista pastoral
sino también doctrinaria.
Y esto se acentúa en la medida
que el mundo se hace más contrario a la moral cristiana.
Lo hemos presenciado en los
últimos dos años en la batalla dentro del Sínodo de la Familia, lo que para
algunos es cómo si el espíritu aperturista radical expresado en el Concilio
Vaticano II, luego de una intensa lucha de décadas, estuviera consolidándose en
muchos jerarcas de la Iglesia.
Stefano Fontana, Profesor en la
Universidad La Sapienza de Roma y Director del Observatorio Internacional
Cardenal Van Thuan ha escrito un
artículo revelador que sitúa una fuente de esta apertura de la
Iglesia al mundo, que es el teólogo jesuita Karl Rahner.
A
finales de 1972,
Karl Rahner, el gran
teólogo alemán, escribió un libro titulado “La transformación
estructural de la Iglesia como un deber y como una oportunidad”.
Para
quienes no tienen mucha información de Rahner Wikipedia encabeza su información sobre él
diciendo: Karl Rahner S.J. (Friburgo, Imperio Alemán, 5 de marzo de 1904 –
Innsbruck, Austria, 30 de marzo de 1984) fue uno de los teólogos católicos más
importantes del siglo XX.
Su
teología influyó en el Segundo Concilio Vaticano. Su obra
Fundamentos de la fe cristiana (Grundkurs des Glaubens), escrita hacia el final
de su vida, es su trabajo más desarrollado y sistemático, la mayor parte del
cual fue publicado en forma de ensayos teológicos.
Rahner
había trabajado junto a Yves Congar, Henri de Lubac y Marie-Dominique Chenu,
teólogos asociados a una escuela de pensamiento emergente denominada Nouvelle
Théologie, los elementos de que se había criticado en la encíclica Humani
Generis del Papa Pío XII.
El libro “La
transformación estructural de la Iglesia como un deber y como una oportunidad”
se dirige a la Iglesia de Alemania, que acababa de celebrar su sínodo, pero
las consideraciones del ya gran teólogo alemán anticipaba sorprendentemente lo que sucede a la Iglesia hoy.
En
Italia la DC era gobernante por veinte años, no se había hecho aún ni siquiera
el referéndum sobre el divorcio, estaban lo coletazos del 68, pero para
Brigadas rojas todavía faltaban varios años, todavía estaba en marcha la guerra
de Vietnam.
Es cierto que Pablo VI ya había hablado del “humo de Satanás” entrado en la Iglesia,
pero en ese momento el sistema parecía sostenerse.
Era
otro mundo, sin embargo Rahner ya estaba pensando para nosotros hoy en día,
nuestro mundo y nuestra Iglesia de hoy. La lectura de ese libro es nuestra
fotografía.
Para decirlo en pocas
palabras, la Iglesia de Karl Rahner tenía que ser desclericalizada,
democrática, abierta, de puertas abiertas, estructurada a partir de las bases,
ecuménica, no moralizante.
Así es como él veía a la Iglesia del futuro
cercano, sujeto y objeto de una “transformación estructural”. No era una predicción, sino un “deber” de
llevarlo adelante habiendo en ese momento una “oportunidad”, como una
posibilidad para la Iglesia que sigue existiendo.
Uno
de los conceptos clave en el libro es el de la Iglesia “abierta”.
Y esto no sólo es
pastoralmente, sino abierta en el sentido de acogedora a todo el mundo,
incluso doctrinalmente.
Según Rahner, de hecho, la ortodoxia, el orden, la claridad… son características de una secta.
Pero la Iglesia no es una secta y por lo tanto sus fronteras no deben quedar claras ni
definidas. Debe ser “abierta también desde el punto de vista de la ortodoxia”.
Y en este sentido los ejemplos
es Rahner no podían ser más oportunos: “no está claro por qué los
divorciados vueltos a casar después de un primer matrimonio sacramental no
podrían en ningún caso ser readmitidos en los sacramentos, siempre y cuando
ellos perseveren en el segundo matrimonio como tal; no se puede establecer el
precepto festivo (domingo) como un mandamiento que Dios estableció el Sinaí dotándolo
de una validez permanente; ni siquiera es posible establecer con claridad qué
posibilidades existen para una conciencia cristiana respecto a las leyes
penales del Estado en contra del aborto“.
Parece
que Rahner nos estuviera hablando a nosotros ahora, viendo lo que sucede en este momento,
Iglesia abierta significa que no están claros los límites de la ortodoxia
y, como resultado, incluso los de la herejía.
Incluso dentro de la Iglesia, dice Rahner, existen
diversos contenidos de la conciencia y opiniones
divergentes sobre el dogma objetivo.
El
pluralismo teológico y doctrinal no constituye una amenaza, continúa
Rahner, porque se ajusta a una “Iglesia Evangélica” “en la que se podría hablar
acerca de todo y se podía expresar públicamente lo que se quisiera”.
La Iglesia del futuro – argumentó Rahner en 1972 –
es una iglesia que se construye desde
la base, fruto de la iniciativa y la libre asociación. Las mismas
parroquias se convertirán en este sentido.
Y a continuación, una comunidad de base puede expresar cuál es su “líder adecuado
para conducirlo tomado desde su seno” y “presente al Obispo como su presidente,
una persona formada en su seno, con las cualidades necesarias para esta
función, y que puede recibir
válidamente ordenación, incluso si este casado“.
Las
comunidades de base – añade Rahner – pueden presentar no sólo a una persona
casada, sino también a una mujer: “No veo a priori ninguna razón para dar una
respuesta negativa a esta cuestión, teniendo en cuenta la sociedad actual, y
aún más que la de mañana”.
Una iglesia construida desde la base será una Iglesia democrática.
Rahner señaló en 1972 que el
mantenimiento reducido del número de votantes de un Obispo garantizará siempre
menos en el futuro las características de la ortodoxia y la estructura
eclesiástica, dado el pluralismo doctrinal y la particularización de las
comunidades de base, a continuación se puede pasar a un método de designación
democrática: es un “derecho de los sacerdotes y laicos participar en las
decisiones de la Iglesia de una manera deliberativa y no meramente consultiva”.
Es
lo que hoy se llama con insistencia la “colegialidad” y que, según
Rahner, debería convertirse en una práctica no sólo consultiva sino de deliberación.
En estos días mucha gente se sorprenderá porque muchos pastores no intervienen sobre
las leyes que afectan de manera muy dura los principios fundamentales de la ley
moral natural.
No son raros los obispos y sacerdotes
que no ven con buenos ojos a los cristianos que “muestran sus músculos”
en público para defender los principios no negociables.
La explicación se encuentra en estas páginas Rahner de hace cuarenta y cuatro años: “moral
sin moralina”.
Para
Rahner se “moraliza” cuando “se proclaman normas de conducta con indignación
moral, en la cara de un mundo inmoral, sin conducirlo realmente a la
experiencia interior esencial del hombre, que es lo último que da sentido a los principios
de la ley natural que podrían obligarlo ahora”.
Al leer este libro de Rahner se puede entender de dónde venimos y hacia
dónde vamos.
Pero a pesar de que muchos se han esforzado en estas cuatro décadas de actuar de manera que
sus predicciones se hicieran realidad, Rahner no es infalible.
Pero como muestra de este pensamiento muy afincado en América Latina, podemos leer un Boletín Pastoral
del 2007 del Centro de Investigaciones Culturales que dice: “Desde
una perspectiva amplia, misericordiosa y compasiva, que tiene más de un cuarto
siglo, Rahner entrega una visión
profética aún para nuestros días. Pero, de acuerdo con su posición abierta al
pluralismo, nos urge seguir desarrollando esta visión”.
Foros de la
Virgen María
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