REDACCIÓN CENTRAL, 03 May. 16 / 08:30 pm (ACI).- "¿Qué pasó cuando me vestí como sacerdote: Una
investigación sobre el poder del uniforme" es el título de un
reportaje producto de un experimento social de Tom Chiarella, que se disfrazó
de sacerdote para ver y experimentar la reacción de los transeúntes en las
calles de Chicago en Estados Unidos.
El artículo publicado por la revista Esquire Magazine, que no suele
presentar contenido católico en sus páginas, fue también recogido por el sitio
ChurchPop, el cual publicó una lista con las 5 cosas descubiertas por Chiarella
después de vestirse con la clásica sotana:
1. Las personas lo miraban
por donde iba
"Una hora con el uniforme y supe esto: En un día de verano
brillante, en una gran ciudad, un cura con sotana es algo digno de contemplar.
La gente establece contacto visual con un cura, inclinan la cabeza o lo hacen
ligeramente. También se quedan mirando, respetuosamente. De lejos”.
"Al caminar en parejas, los hombres dejan de lado su forma habitual
de comportarse para decir bruscamente ‘Buenos días, padre’. Lo que es un hábito
aprendido en la escuela secundaria”.
2. La gente quería
tocarlo
"Por lo general, cuando te colocas un uniforme, nadie te toca.
Excepto cuando es el de sacerdote; la gente va a tocar al sacerdote. En la
muñeca, en su mayoría. A mí me pasó doce veces, apenas un pequeño contacto en
medio de una conversación”.
"Extrañamente, el traje de cura fue el que más acción física me
demandaba. Durante todo el día se tiene que dar abrazos, arrodillarse para
hablar con los niños e inclinarse para los selfies".
3. Las personas sin
hogar lo buscaron para pedirle ayuda
"Especialmente las personas necesitadas. Durante todo el día me
enfrentaba a hombres y familias sin hogar sobre el asfalto. A veces llegaron
hasta mí y sujetaron mi muñeca. Dos veces me pidieron una bendición que no
podía dar. No de la manera que querían. Deseaba ser capaz de realizar un
servicio para el mundo, y me encontré con que no podía hacer nada”.
"El uniforme viene con algo de responsabilidad, de lo contrario es
solo un traje. Empecé arrodillándome, sosteniendo un billete de diez dólares y
diciendo: ‘No soy un cura, pero te entiendo’. No podía hacerlo solo una vez,
tuve que hacerlo 24 veces. Chicago es una gran ciudad, con una gran cantidad de
almas atrapadas. Eso me hace sentir más triste de lo que podía imaginar".
4. Se convirtió en
"atractivo" turístico de la ciudad
"Agotado, el autor del artículo aún vestido como presbítero, se
dirigió a un carrito de comida, compró un tamal y saludó a un autobús turístico
que le tocó el claxon. Ellos también le devolvieron el saludo”.
5. Es difícil ser
sacerdote
Dada la forma en que muchas personas acudían a él en busca de ayuda o
esperanza, el autor concluye: "extrañamente, el traje de sacerdote era el
uniforme más exigente. [...] Es fácil colocarte una sotana, pero no es fácil
llevarla, en absoluto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario